Desde que en los 80 el consumo agroecológico empezó a dar sus primeros pasos en España su expansión ha sido silenciosa pero constante, e incluso en tiempos de crisis las asociaciones y cooperativas ecológicas han logrado mantener su crecimiento entre un 8% y un 20% anual. ¿La clave? Productos frescos, de calidad y a un precio que, al contrario de lo que se piensa, no necesariamente sale más caro que el disponible en las grandes superficies. Alrededor de un millar de familias gallegas apuesta ya por llenar su nevera de forma responsable y con criterios sostenibles. La fórmula elegida por estos consumidores elimina intermediarios y permite garantizar a agricultores y ganaderos un precio mínimo por sus productos.

Promotores y miembros de las principales cooperativas agroecológicas que funcionan en Galicia, como Árbore, en Vigo, con 330 socios, A Xoaniña, en Ferrol, con unos 200, o A Cova da Terra, de Lugo, con 160 unidades de consumo, sostienen que se puede llegar a ahorrar hasta un 30%. La fórmula para conseguir el mayor nivel de ahorro, explican, consiste en integrarse en el tejido asociativo, orientar adecuadamente la forma de consumir y optar en la medida de lo posible por productos de temporada y a granel. "El sistema cooperativo puede soluciones reales a nivel de calidad y precio pero falta mucho consumo consciente y conocimiento", explica Diego Alonso, de Árbore, en declaraciones a Europa Press.

La otra gran baza de esta forma de hacer la compra es la calidad. "En sabores, texturas y visualización, la diferencia es inmensa. Al saber que pueden tener el producto fresco, a la puerta de casa y con una relación calidad-precio en la que la diferencia es ínfima mucha gente está dispuesta a cambiar", opina Alonso. La crisis, en este sentido, juega incluso a su favor, ya que "hay un tipo de consumidor más consciente que investiga para conseguir los productos", apunta A Cova da Terra.

Al abanico de organizaciones de consumo consciente y responsable en Galicia se suman colectivos como la Cooperativa Zocamiñoca, de A Coruña, Semente, de Ourense, o A Gradicela, de Pontevedra, que a diferencia de los anteriores, carecen de establecimiento público y distribuyen los pedidos a sus socios en sus respectivos locales. En el caso de Zocamiñoca, Marcial Blanco coincide en que "cada vez hay más gente concienciada" y que prefiere "tomar una copa menos que comer una manzana cultivada con pesticidas en Chile". Para Víctor Barro, de Semente, "la crisis nos dio una razón para existir no solo como alternativa económica, sino como alternativa para los productores".

Pero a pesar de su crecimiento en número y en volumen económico €estiman que este sector podría estar facturando un millón de euros anuales en Galicia€ los cooperativistas se quejan de la falta de apoyo público. "La Administración a nosotros ni agua, cero patatero", asegura Xoán Martínez, de A Xoaniña, que cree que el secreto de su éxito es el boca a boca, un perfil de consumidor al que racionalmente le compensa" y, sobre todo, que "quien prueba, repite".