"No me cansaré de alzar la voz hasta que esta gentuza (en referencia a Amaiur) reconozca a mi hermano como una víctima del terrorismo", clamó María del Mar Blanco ayer en Faramontaos, A Merca, momentos antes de depositar un ramo de flores con un lazo azul y blanco a los pies del monumento que recuerda a Miguel Ángel Blanco en la aldea familiar en la que vivieron sus padres antes de emigrar al País Vasco. Aunque ella y su hermano nacieron en Ermua, todos los veranos visitaban esta localidad: "Venir aquí es reencontrarme con mi hermano", dijo.

Los restos mortales del Miguel Ángel Blanco yacen desde hace cinco años en el cementerio de Faramontaos, a donde fueron trasladados por decisión de la familia después de permanecer una década en Ermua. Desde entonces a su madre, Consuelo Garrido, se le hace difícil viajar a Galicia. El pasado jueves confirmó su asistencia y la de su marido Miguel Blanco al homenaje, pero finalmente no acudieron. "Voy todos los años pero siempre termino enferma, con fiebre. Ahí lo paso muy mal porque es donde de verdad está mi hijo", excusó ayer por teléfono.

Decenas de vecinos, familiares y destacados miembros del PP gallego acudieron al sencillo acto que organizó el Concello de A Merca con motivo del 15 aniversario del secuestro y asesinato en Lasarte del edil del PP, hijo de una ama de casa y un albañil de Xunqueira de Espadañedo. Tenía 29 años.

Arroparon a la hermana del fallecido en su visita a Faramontaos el vicepresidente primero del Parlamento de Galicia, Miguel Santalices; el subdelegado del Gobierno, Roberto Castro; el delegado territorial de la Xunta, Rogelio Martínez; el secretario provincial del PP y vicepresidente de la Diputación, Rosendo Fernández; y el senador Francisco José Fernández, todos del PP, además del alcalde de A Merca, el también popular Manuel Jorge Velo.

Su hermana María del Mar Blanco, presidenta de la Fundación Miguel Ángel Blanco, reivindicó el espíritu de Ermua que emergió a partir del secuestro de su hermano y destacó la "unidad política y social" que desencadenó un hecho trágico que sigue provocando angustia en el ámbito familiar. "Por mucho tiempo que pase, yo no pierdo la mueca de mirar el reloj pendiente de una cuenta atrás en la que cada minuto que pasaba era un minuto menos de vida", relató la hermana del fallecido.

Aquellas 48 horas de plazo que ofreció ETA al Gobierno de España presidido entonces por José María Aznar, para ceder al acercamiento de los presos de la banda al País Vasco "no las olvidaremos nunca ni yo ni mi familia", asegura Marimar Blanco. Sin embargo, le sorprende que 15 años después "la gente todavía se acuerda de lo que estaba haciendo en el momento en el que saltó la noticia del secuestro y cuando Miguel Ángel apareció herido de muerte".

El clamor social por la paz y la libertad que surgió de aquel suceso "nos llevó a tocar por primera vez después de muchísimos años de azote terrorista la derrota definitiva de ETA, el final del túnel que al final no pudo ser porque otros prefirieron salvar la familia nacionalista y no negociar". María del Mar Blanco reconoce que la actual situación de ETA, con la banda disuelta, es consecuencia de aquel acontecimiento, pero también del "sacrificio" de cada una de las víctimas del terrorismo y de "50 años de amenazas y extorsión".

Respecto al cese definitivo de la violencia, la presidenta de la fundación Miguel Ángel Blanco recordó las palabras del líder del PP vasco, Antonio Basagoiti, "que dijo que hemos derrotado a las pistolas, pero nos falta derrotar las ideas totalitarias y excluyentes". Por ello, indicó Blanco, "exigimos la entrega de las armas pero también que condenen el terrorismo en el Congreso de los Diputados". Solo así será posible, concluyó, "que podamos vivir en paz y libertad, y que consigamos la convivencia democrática en el País Vasco".

Tras la ofrenda floral a Miguel Ángel Blanco en el monumento obra del escultor Xosé Cid (presente en el acto), un grupo de gaitas interpretó un pasaje del antiguo Himno de Galicia y se celebró una misa-funeral en la iglesia de Faramontaos.

Este acto, aunque especial, es uno más de una cadena de homenajes por todo el país. "Han sido tantos que nos tenemos que repartir", comentó ayer su madre desde Guardamar de Segura, Alicante, donde la familia tiene su residencia de verano.