La sabiduría del cancionero gallego no tiene precio: "Casa, miña filla, casa, que unha perna tapa a outra". Inadvertidamente, muchas empresas gallegas recurrieron a ese enxebre consejo materno una vez que los concellos les abonaron sus facturas: utilizar ese dinero para saldar sus propias cuentas pendientes, generalmente con el banco. Esas facturas, que tardaron mucho tiempo en cobrar, abonaban algo que sí tenía precio: los servicios y obras que realizaron para los municipios.

El plan de pago a los proveedores, al que se acogieron 179 municipios gallegos, consiguió un pequeño milagro: que 6.083 proveedores gallegos cobrasen, entre esta semana y la pasada, 191 millones de euros. Todas las empresas le dan la bienvenida a este dinero, aunque las más grandes, sobre todo las que no están vinculadas al sector de la construcción, reconocen que no fue el peor trago que tuvieron que superar durante esta crisis y que se hicieron a la idea de que podrían vivir sin ello.

Ese es el caso, por ejemplo, de Acuática Ingeniería Civil, con la que tenía deudas, por poner un caso, el Concello de Moaña. Desde la firma aseguran que para ellos "no fue traumático" porque la cantidad pendiente sólo suponía un 1% de su facturación. "En un momento dado, dimos ese dinero casi por perdido", afirman, y aseguran que tuvieron "problemas más grandes que este de los concellos". "Trabajamos sobre todo para otras Administraciones, que van pagando", señalan.

Son también otras Administraciones las que posibilitan que empresas como autobuses Cerqueiro sobreviviese a que varios concellos de O Morrazo les adeudasen hasta ahora entre 85.000 y 90.000 euros. Su trabajo para los ayuntamientos era solo un "complemento"; su sustento básico procede del transporte escolar, y ese por ahora no ha fallado. Aunque admiten que "si no cobras el trabajo que haces, lo notas en las arcas de la empresa y aguantas con crédito", ni uno solo de sus 30 empleados tuvo que regresar a casa con un finiquito bajo el brazo. "Vamos tapando agujeros a base de trabajar, por aquí y por allá, y de tirar hacia adelante", afirman. En todo caso, en esta firma eran optimistas: sabían que iban a cobrar, pero con lo que no contaban, enfatizan, era con hacerlo "tan pronto".

A esperar

Otras compañías no fueron tan afortunadas. Para Construcciones Vale, de Salvaterra, el dinero que ya les han pagado todos los municipios –salvo algún caso "escandaloso"– ha supuesto "un balón de oxígeno para ir liquidando pequeños baches y deudas". "Si no, estaríamos por el suelo", señalan. Pero no basta. El problema ahora es conseguir trabajo, porque estaban enfocados, sobre todo, a las licitaciones de obra convocadas desde los ayuntamientos, ahora escasas. "Nos ha afectado mucho", señalan. Tanto, que ha cercenado la plantilla por la mitad: de 40 a 20 empleados, con el consiguiente trauma que eso supuso en una empresa familiar donde todos se conocen. Y aún está por ver qué pasará en el futuro.

Con Marina López, directora de la ludoteca A Illa dos Nenos, aún tienen deudas pendientes los concellos de Cangas y Antas de Ulla, aunque son "pequeñas". Al igual que a Construcciones Vale, a Marina lo que le preocupa es que se haya recortado en programas culturales, como los que se hacían en la Rede Galega de Bibliotecas, de los que obtenían su principal soporte. Porque el índice de visitas de padres e hijos a la ludoteca, su otra fuente de ingresos, "cayó en picado". No obstante, "gracias a tener una mentalidad de resistencia", hasta ahora no despidieron a sus dos empleados. "Hemos conseguido aguantar pese a las dificultades, pero no sabemos si este año lo lograremos", confiesa.

También aguantaron en Viveiros Silleda, porque los clientes, entre ellos varios concellos, van respondiendo. Pero en esta empresa familiar aún esperan a que la corporación de Silleda salde con ellos cuentas que dejaron pendientes por valor de 12.000 euros anteriores gobiernos –de hasta diez años atrás–. De esas no tienen noticia. El municipio tampoco. No constan como registradas.