Se acabó la aventura de Rodrigo Rato en Bankia. Se marcha el que, aupado por el anterior Ejecutivo socialista y con el beneplácito de los populares, echó a andar la cuarta entidad financiera del país. Rato se esforzó hasta el último instante en asegurar que Bankia no era el agujero negro del sistema financiero de España. Pero la decisión del Gobierno de ejecutar un rescate controlado en la entidad ha terminado por dar un carpetazo a su mandato. La intención de Mariano Rajoy es la de finiquitar la irresoluta reestructuración del sistema y a disipar las dudas que sobre éste perviven en los mercados. Para ello inyectará entre 7.000 y 10.000 millones de euros en la empresa e impondrá "cambios en la estructura", como confirmaron desde el Ministerio de Economía.

Rato se va como una especie de daño colateral de una crisis, la financiera, que mantiene la prima de riesgo española en unos niveles prohibitivos. El presidente saliente de la compañía financiera hizo pública su decisión a través de un comunicado difundido por Bankia, en el que no aparece en ningún momento una referencia expresa a la palabra "renuncia" o a los motivos de ésta.

En su carta de despedida, Rodrigo Rato propone la designación como consejero y presidente de José Ignacio Goirigolzarri, exnúmero dos del BBVA. El banquero se prejubiló de la entidad que preside el gallego Francisco González en 2009 tras pactar una pensión de tres millones de euros al año. Su salida del BBVA se produjo tras la decisión de González de no jubilarse tras elevar a 70 años la edad máxima para ser presidente del banco.

"Riesgo sistémico"

Fuentes financieras consultadas por FARO aseguran que la decisión del Gobierno central "hay que entenderla dentro de un contexto muy complejo". Bankia tiene 300.000 millones de euros en activos, y una exposición al ladrillo de más de 32.000 millones. El llamado decreto Guindos, que obliga a las entidades a rebajar de forma drástica el valor de sus inmuebles, obliga a Bankia a provisionar 3.396 millones de euros (contra beneficios, no contra capital) para sanear su balance. A mayores, debe aumentar capital en otros 872 millones de euros.

Al tamaño de Bankia, y al esfuerzo que le supone el cumplimiento del decreto de saneamiento, contribuye a considerar la entidad como de "riesgo sistémico", añaden las mismas fuentes. La razón, que es muy grande y con una exposición al ladrillo demasiado elevada. No en vano, la morosidad de los créditos vinculados a la construcción superan sin problemas el 28%, según los datos de la compañía.

El problema era Bankia

La presión sobre Bankia se había incrementado durante las últimas semanas, aunque en el sector siempre la señalaron como el "gran problema" de la reestructuración financiera. El Fondo Monetario Internacional (FMI) mencionó la entidad –indirectamente– en su informe sobre la banca española: "Tres entidades están en proceso de subasta y otras dos han remitido sus planes para cumplir con el saneamiento [...] Para preservar la estabilidad financiera es crucial que estos bancos, especialmente el más grande, tome medidas decisivas para afianzar su balance".

¿Cómo se ha decidido el Gobierno? La "presión externa ha sido decisiva", apuntan desde el ámbito financeiro, además de la que ha ejercido "la propia banca española". Mariano Rajoy, que hasta la fecha renunciaba a cualquier posibilidad de inyectar dinero público en los bancos, dejó ayer la puerta abierta a hacerlo. "Mi última intención y lo último que haría sería inyectar dinero público, pero si eso fuera necesario, yo no renunciaría como han hecho otros países europeos, pero sería solo en última instancia", subrayó el presidente español.

El método que ha encontrado el Gobierno –y, particularmente, el Ministerio de Economía– es el de los bonos convertibles contingenes (conocidos como CoCos).El FROB aportará entre 7.000 y 10.000 millones de euros, que se canjearán por estos CoCos, para que Bankia pueda sanear su balance. Se trata de un préstamo al 8%, cuyos intereses se devengan de los resultados. Si, pasados cinco años, la entidad no pudiera devolver el dinero prestado, los CoCos se convertirían en acciones del banco.

Por esto los expertos hablan de esta operación como una "nacionalización a plazo", porque el Estado entrará en el capital. La importancia de esta operación, que debe ser aprobada por Bruselas, radica tanto en la dimensión de Bankia como en el hecho de que esta ayuda no computa como déficit. Sí aumentará la deuda española, como confirma el economista Venancio Salcines. ¿Por qué no es deuda? Porque esos 7.000 millones (o hasta 10.000, no se ha clarificado la cuantía) tendrían un coste para el Estado de en torno al 4 ó 5% –por la prima de riesgo–, pero el interés aplicado a Bankia es mayor. "Como se cobra más de lo que se paga, no computa como déficit para el Estado", indica Salcines.

La solución que se había preparado para otras entidades en problemas –Unnim, CAM, Banco de Valencia o Catalunya Caixa– eran a través del Fondo de Garantía. Pero el de Bankia requería "urgencia". La decisión de Deloitte de no auditar las cuentas de la compañía que presidía Rodrigo Rato desató el "escándalo" y el riesgo para todo el sistema.

De este modo, y en definitiva, la gran banca española y el Estado se reparten la carga de la reestructuración: el Gobierno solventa la crisis de Bankia. La banca, por otra parte, asume el coste de las subastas de Banco de Valencia y Catalunya Caixa.

Rodrigo Rato

El político habituado a dimitir

La marcha ayer de Rodrigo Rato de la presidencia de Bankia, su matriz (BFA) y su principal accionista (Caja Madrid) es la tercera renuncia precipitada que protagoniza el ex ministro de Economía y exvicepresidente del Gobierno desde que dejó la primera línea de la política, en 2004. En 2007 anunció por sorpresa su renuncia como director-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Apenas llevaba tres años y dos meses en el cargo. Fue el segundo mandato más breve en la historia del FMI, puesto para el que fue promovido por la actuación conjunta del PP y delPSOE, que movilizaron para ello todas sus influencias en EE UU y la UE.

Para ocupar la presidencia de Caja Madrid, a la que accedió en enero de 2010 tras una turbulenta lucha interna en el seno del PP que enfrentó a Esperanza Aguirre y a Rajoy, Rato renunció a los puestos que había ocupado durante los dos años precedentes como asesor o consejero de Lazard, Criteria (La Caixa),Santander y Unespa.

Ahora este madrileño de 63 años, que fue vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía entre 1996 y 2004 con Aznar, también deja el cargo. Aunque la duda es si se va porque Rajoy y el ministro De Guindos le han enseñado la puerta.

José Ignacio Goirigolzarri

Del "libretón" al "pensionazo"

José Ignacio Goirigolzarri es el nuevo presidente de Bankia, o al menos es el que ha propuesto Rodrigo Rato guiado, posiblemente, por las indicaciones del Banco de España de profesionalizar la cúpula de la cuarta entidad financiera del país y dejar a los políticos al margen del banco. Y es que la experiencia de Goirigolzarri (Bilbao, 1954) está más que contrastada después de 30 años en el BBVA, donde ocupó cargos de responsabilidad con algunos sonados éxitos, como el del Libretón, que le reportó a la entidad vasca 750.000 nuevos clientes. Aunque en realidad su nombre y su cara se hicieron conocidas para el ciudadano común con su polémica salida del BBVA, con el que tenía pactada una pensión vitalicia de tres millones de euros brutos anuales y por la que la entidad tenía provisionados 52,5 millones de euros.

Goirigolzarri era el último directivo vasco del BBVA que fue saliendo de la entidad a medida que Francisco González, su presidente, iba colocando a directivos de Argentaria.

Goirigolzarri se apartó del sector financiero tras su marcha "pactada" del BBVA, pese a que su nombre sonaba con más o menos intensidad para pilotar alguna de las fusiones que conlleva la reordenación bancaria. Pero su alejamiento no significó abandono. Como se constata ahora.

La Autoridad Bancaria Europea le exigió 1.329 millones de capital

Las cuentas anuales de Bankia y su matriz –Banco Financiero y de Ahorro, BFA– no fueron auditadas como así requiere la normativa de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). La entidad remitió sus cuentas sin la aprobación de Deloitte, encargada de examinar sus números. En la información remitida al organismo regulador Bankia detalla que la Autoridad Bancaria Europea (EBA, en sus siglas en inglés) diagnosticó unas necesidades de capital de 1.329 millones de euros: 763 millones de euros necesarios para alcanzar la ratio Core-Tier I del 9% y 566 millones correspondientes al colchón exigido temporalmente para cubrir el riesgo soberano.

Esta necesidad de capital era adicional a la que ya le había pedido el Banco de España para mejorar su solvencia. Para hacer frente a este nuevo revés, Bankia presentó al supervisor un plan que contemplaba la conversión de participaciones preferentes y financiación subordinada en instrumentos de capital (canjes en acciones), venta de activos no estratégicos, cambio estructural del balance y mejoras de los activos ponderados por riesgo, según pudo constatar FARO.

En su carta de despedida, Rato destacó el "gran honor" de haber presidido Bankia (además de BFA y Caja Madrid). "Me ha dado grandes satisfacciones personales y profesionales", sostuvo.

Caída en Bolsa

La entidad tiene menos de un año de vida en el mercado bursátil, pero durante este tiempo el precio de sus acciones ha caído ya un 36,67%, en línea con el resto de las compañías financieras cotizadas. Desde el 1 de enero la depreciación del valor roza ya el 34%. La capitalización bursátil de Bankia supera los 4.700 millones de euros.