Del Levante, Andalucía o Canarias a Galicia. Los centros penitenciarios de Teixeiro y A Lama se perfilan como posibles puntos intermedios de acercamiento de presos etarras a cárceles del País Vasco. No sería la primera vez que el Ministerio del Interior elige los dos penales gallegos con más internos de ETA como escala en un plan de reinserción de internos condenados por su pertenencia a la banda terrorista. Durante el Gobierno de Zapatero ya fue utilizada. Entonces —y probablemente también ocurra ahora— las cárceles de Asturias o Madrid estaban en una posición preferente como potencial destino; y las de Galicia se quedaban como punto intermedio de ese acercamiento a Euskadi.

"Los que tienen como destino Asturias ya no vienen a Galicia, son trasladados a León y de allí ya pasan directamente al penal de Villabona", relatan desde el centro penitenciario de Teixeiro, a donde el último interno de ETA llegó hace ya más de seis meses.

De acuerdo con la información remitida al Congreso por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias para responder a una pregunta del Grupo Mixto, en la cárcel pontevedresa de A Lama había, a 31 de diciembre de 2011, veintidós internos condenados por terrorismo. De ellos diecisiete pertenecían a ETA y los otros cinco se adscribían al GRAPO y a organizaciones islamistas radicales. En la actualidad, en la cárcel de Teixeiro cumplen condena 16 etarras.

El plan de reinserción que tiene sobre la mesa el Gobierno de Rajoy permitirá acceder a él a los presos de ETA que rechacen la violencia y se desvinculen de la banda. Los que quieran obtener beneficios penitenciarios como permisos o terceros grados tendrán que pedir perdón a las víctimas.

Fuentes internas de A Lama definen a los etarras como reclusos "cómodos" en el sentido de que acatan las normas del régimen penitenciario y evitan los problemas. Incluso, añaden, cuando protagonizaban protestas orquestadas en todos los penales de España (negarse a comer o a salir al patio) lo hacían sin generar mayores altercados.

Los veintidós terroristas que al empezar el año vivían en A Lama estaban condenados y en régimen de primer grado. Todos estaban, por tanto, incluidos en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FIES), lo que les somete a una vigilancia intensiva.

La cárcel de A Lama empezó el año con una población reclusa de 1.403. Una cifra que ha sufrido solo pequeñas oscilaciones desde entonces, señalan fuentes del penal que aún recuerdan cuando la prisión provincial rondaba los 1.900 internos. Prisiones atribuye al centro de A Lama una capacidad operativa de hasta 1.785 plazas lo que certificaría la buena posición del penal pontevedrés en el ranking de ocupación. Sin embargo esta valoración es cuestionada por sindicatos con representación en el penal como ACAIP o CC OO que cifran en 1.008 la población reclusa ideal, haciendo suyo el diseño carcelario que guió la construcción en la última década del pasado siglo de las denominadas prisiones tipo. Por tanto ellos hablan de una ocupación del 140%.

Un grupo especializado vigila a los reclusos etarras

Una investigación en el penal de Teixeiro destapó hace dos años y medio la existencia de una red de reclusos comunes que los presos de ETA utilizaban para contactar con la cúpula de la banda. Esta investigación del Ministerio del Interior concluyó con el traslado a otros módulos de la prisión de tres presos de ETA que mantenían contacto con reclusos comunes y la creación de un grupo de funcionarios especializado en terrorismo para evitar que los internos burlasen los controles internos del penal.

Con el objetivo de cerrar cualquier vía de comunicación que los reclusos más peligrosos pretendan establecer con el exterior, Interior ha creado un grupo de funcionarios en cada cárcel para reforzar el control sobre el entorno de ETA y del terrorismo yihadista. El refuerzo de la vigilancia a los condenados por terrorismo no es su única misión. Estos nuevos grupos de intervención también han impulsado una red de confidentes en torno a los presos etarras e islamistas. "Los funcionarios ya tienen infiltrados entre los presos comunes. Con este nuevo grupo se trata de potenciar esta red y al mismo tiempo crear una a nivel de bandas. Pero eso es más complicado y requiere más tiempo", apuntan desde la prisión de Teixeiro. Los confidentes tienen su recompensa. Entre los beneficios carcelarios que los funcionarios conceden a los reclusos que colaboran, está la concesión de alguna comunicación extra con sus familiares o la agilización de los trámites en la concesión de un permiso de salida.