Mientras las autoridades eclesiásticas intentan solventar la escasez de vocaciones sacerdotales, a las autoridades civiles les preocupa otra carestía también relacionada con la religión: la falta de profesores que impartan esta asignatura, al menos en Secundaria y en Bachillerato. La Consellería de Educación ha agotado ya las listas de sustitutos que utiliza para cubrir interinidades y las vacantes que se producen cuando un docente está de baja y se ha visto obligada a abrir un proceso para recabar sustitutos.

Si en otras especialidades lo complicado es agotar la lista de sustitutos, no ocurre lo mismo en religión. El departamento que dirige Jesús Vázquez lo atribuye a los requisitos que deben cumplir quienes aspiren a este puesto. Y es que, además de criterios académicos –se necesita formación específica, aparte de la imprescindible licenciatura–, los candidatos tienen que haber pasado por un filtro previo: la Iglesia, que debe darles el visto bueno. La fórmula se denomina "misio canónica", aunque la Xunta lo describe en la resolución publicada en el DOG esta semana como "haber sido propuesto por la autoridad de la confesión religiosa para impartir esta enseñanza". La "missio canónica" es el mandato expreso que una diócesis concede a una persona para que imparta docencia de religión.

Si esta no da su visto bueno al que concurra al proceso, este no puede optar a la plaza. La prerrogativa la concede –en este caso la Iglesia católica, porque la lista es para cubrir ese puesto, pero ocurre lo mismo con otras confesiones– el obispo, aunque suele delegar en vicarios de educación o delegados de educación.

Formación

Además, los que deseen figurar en la lista de posibles sustitutos –casi con plaza asegurada, porque los que llegan a engrosarla son muy pocos, según explica un sindicalista de UGT-Galicia– deben contar con la declaración eclesiástica de idoneidad (DEI) o la declaración eclesiástica de competencia académica (DECA). Para la Xunta, ambos certificados son equivalentes y ambos avalan la formación académica del aspirante, que debe estar homologada por las autoridades religiosas. No obstante, desde 2007, según la Feper (Federación Estatal de Profesores de Enseñanza Religiosa) en otras comunidades se exigen los dos, ya que el primero se ha convertido desde entonces en un requisito que requiere también el visto bueno de las autoridades religiosas. Ese certificado, cuando se exige, implicaría "recta doctrina" y "testimonio de vida cristiana", y está basado en consideraciones morales y religiosas.

Este tipo de filtro en Galicia queda reducido a la propuesta del obispo, aunque para algún sindicato este estadio resulta ya bastante "arbitrario". Así, para la CIG, este requisito implica un "control ideológico" que "rompe" con los criterios "normales" para acceder a la Administración: "mérito, capacidad y publicidad". En ese sentido, recuerdan cómo en España se produjeron despidos por que el profesor se casase con alguien divorciado, con lo que, asegura, parecen estar "al margen" del derecho laboral. Para la CIG la escasez de profesores de religión se explica también porque, en esta materia, "no queda ningún puesto sin cubrir, aunque en otras no se cubran".

De hecho, uno de los argumentos que utilizan las organizaciones sindicales, pero también la Feper, es que las condiciones de trabajo no son idóneas y muchas veces los puestos como profesor de religión se solicitan de modo "transitorio" para "hacer méritos" para otras oposiciones. "La gente entra buscando trabajo donde hay más oportunidades, pero sin intención de quedarse", explican desde Feper. Y es que, argumentan, "aunque las condiciones han mejorado sensiblemente siguen siendo de precariedad" y los docentes, además, "están sometidos a cierto servilismo para evitar ser echados". Porque los profesores de religión son personal laboral y no funcionarios.

No obstante, profesores de religión como Jaime Justo, también delegado sindical por UGT en el Comité de Empresa do Persoal Laboral Docente en Pontevedra, consideran que la mayor traba a la hora de lograr engrosar la lista de sustitutos reside en que para entrar en ella se requieren habitualmente dos titulaciones.

En Primaria, señala, no hay tantos problemas para cubrir vacantes porque solo se necesita Magisterio y basta con un curso de unas 200 horas que resulta más accesible a los maestros. Pero para Secundaria y Bachillerato, se requiere una licenciatura. Si esta es de Teología, basta con eso, pero si no lo es, el aspirante debe realizar como mínimo una diplomatura en Ciencias Religiosas o Teología. En todo caso, dichos estudios deben estar homologados, reconocidos por la Iglesia, lo que se denominaría DECA. "No es fácil optar al trabajo, y además no se tiene la misma seguridad que tiene un funcionario", explica Justo.