De los siete nietos de Manuel Fraga, ella es la única que vivió unos años con él, en Santiago, de ahí su mirada meramente familiar; esa faceta oculta de puertas para afuera del que fue uno de los políticos clave del último siglo en Galicia y España. Recién cumplidos los dieciocho, seguirá los primeros pasos del que fue como un padre para ella, decantándose por Derecho. Se llama Adriana, como su madre, pero los más allegados le llaman Kikola, un mote cariñoso que procede, según explica, de la palabra kika, "usado para el cuidado de las gallinas en Galicia". El año pasado se trasladó a Madrid, donde iniciará la etapa universitaria.

–Viviste con él seis años en Santiago: en Roxos y en Monte Pío. ¿Era tu figura paterna?

–Por circunstancias familiares yo nunca viví con mi padre. Él fue la figura paterna más próxima que yo tuve, sí.

–¿Y se puede decir que esa convivencia te convirtió en la nieta preferida o favorita?

–Diría que sí porque realmente pasamos mucho tiempo juntos, más que los demás, porque yo vivía en su casa. De todos modos, los Fraga somos muy favoritistas, es decir, no disimulamos nada lo de tener un favorito. Igual que yo era la del abuelo mis primos también lo son de mis tías y en ese aspecto no hay problema, se trata el tema con naturalidad. Por cierto, me llamaba siempre "Angelito" o "la niña del pelo bonito".

–¿Tenía tiempo para ti al llegar a casa pese a ser el presidente de la Xunta de Galicia?

–Siempre se desvivió por su trabajo pero, de todos modos, cuando llegaba a casa, dedicaba tiempo a su familia. Cuando vivía con él cenábamos siempre juntos y veíamos los dibujos animados antes del telediario. Siempre fue muy cariñoso y atento, tanto con su familia como con sus compañeros. Se preocupaba por todo el mundo. Y llamaba todos los días.

–¿Llamaba todos los días por teléfono a cada familiar?

–Claro, es que yo hablo del Fraga abuelo, no del hombre político. Entiendo que choque y que no sea la visión común que a la gente le quedó de él. Yo lo recuerdo como el mejor abuelo del mundo, no como un personaje público. Llamaba cada noche a mis tíos para preguntarle por los demás nietos. En mi caso, cuando él viajaba o en la última etapa en la que él se vino para Madrid y yo todavía me quedé en Galicia un poquito más me llamaba absolutamente todas las noches, hasta el punto de que si faltaba una pues era preocupante. "¿Qué tal todo?, ¿qué tal las notas?", preguntaba. Yo siempre le decía que todo bien. Si tenía un catarro, por ejemplo, no se lo comentaba porque se preocupaba.

–¿Eras consciente de quién era Fraga para el resto del mundo?

–Soy consciente ahora. Es justo estos días cuando más me estoy interesando por su figura, leyendo todo lo que sale en prensa, en los telediarios. Solo hace unos meses, cuando estaba con él, pues hablaba de mí y jugábamos al dominó, pero no me detenía a hablar de este tipo de cosas, de política, de historia, de su figura, de todo lo que sabía y me podría haber contado muy extensamente. A día de hoy, me arrepiento y me da mucha rabia haberme quedado sin esas conversaciones, cuando era un hombre de una oratoria sublime. Es que no me dio tiempo. Quizás si hubiese sido más mayor podría haber conversado con él sobre todo eso. Es que después de su fallecimiento, leo datos de mi familia que incluso yo desconocía...

–Eso se percibe después...

–Es que cualquier verano en Perbes, cuando nos reuníamos absolutamente toda la familia, estaban todos a la mesa y las charlas que allí había eran espectaculares. Pero claro, yo era muy pequeña e incluso me aburría. Ahora me da muchísima rabia.

–¿Cuál fue su mejor consejo?

–Consejos hubo miles, por esa relación tan estrecha que teníamos. Pero quizás el último que me dio sea el más especial. Este curso le dije que no tenía claro lo que iba a estudiar y le planteé mis opciones con mis dudas. "¿Pero a ti que te gusta, a ver?", me preguntó. Le enumeré varias posibilidades, entre ellas Moda y también Derecho. Nunca me dijo ´haz esto´, se mostraba comprensivo. Pero sí que me dijo que, si seguía su consejo, que hiciera Derecho porque me iba a abrir muchas más puertas.

–Entre Moda y Derecho, lo tenía claro: Derecho. ¿Le harás caso?

–Sí, su opinión me ha influenciado, claro. Derecho fue lo que hizo él y le gustaría que yo también optara por eso. Ya lo he decidido: estudiaré Derecho.

–¿Te gusta la Política?

–Hace unos años no me gustaba nada, pero ahora mismo estoy leyendo muchas cosas sobre la figura de Fraga, informándome más que nunca y, la verdad, sí que me llama la atención. Sobre todo lo relacionado con las relaciones internacionales me está atrayendo bastante. Quizás no sea por lo que finalmente me decante pero sí que podría ser una opción.

–En principio, no lo descartas.

–No.

–Por curiosidad, ¿qué estás leyendo sobre él en la actualidad?

–Fraga y Galicia, de Pilar Falcón. Tras su fallecimiento, una cosa que me gustó mucho ver y leer es cómo hablan y qué cuentan sobre él distintas personas, con diferentes puntos de vista.

–¿Seguro que no percibías que era alguien importante?

–Cuando era pequeña no me daba cuenta de nada de eso. Yo tenía mi relación con mi abuelo. Sí veía que era un hombre muy serio, muy dedicado a su trabajo, entregado. Pero quizás mucha gente no se daba cuenta de que la relación con mi abuelo era la que podía tener cualquier nieta con su abuelo, ¿sabes? Pero incluso más cercana porque no era un vínculo de ir a comer los domingos, sino que vivía con él, aproximadamente de los seis a los trece años.

–¿Qué te chocaba?

–Pues, con seis y siete años, por ejemplo, me extrañaba mucho estar viendo la tele y salir él y al mismo tiempo tenerlo al lado sentado; ¡no concebía que pudiera estar en dos sitios a la vez! Luego preguntas y te vas dando cuenta de que sale en todos los periódicos, que todo el mundo te pregunta por él, que vas con él por la calle y todos se paran a hablarle. Sientes que es conocido e importante. ¡Ah! Y me costaba entender, sobre todo al principio, lo de los escoltas.

–¿Y en clase?

–Pues sí que es chocante estudiar a tu abuelo en clase. Por ejemplo, ´don Manuel Fraga hizo esto, o esto otro´ y claro, todo el mundo se gira en clase y te mira. Es muy raro. Por supuesto que estoy orgullosísima y siempre me ha gustado mucho Historia. Como asignatura, en general, pero si estaba mi abuelo por algún lado pues ponía especial empeño.

–¿Te das cuenta del papel que jugó en el Franquismo, en la Transición y como padre de la Constitución?

–Empiezo a serlo ahora, realmente. Esos periodos históricos me quedan lejos, lo sé de estudiarlos.

–¿Qué opinas de los comentarios que dibujan un Fraga rígido, autoritario, intransigente y gruñón?

–Yo no lo conocí así. Ya te digo que en casa no lo era.

–¿Ningún momento de tensión debido al trabajo?

–Nunca percibí nada así, quizás porque era una niña. Pero de venir enfadado y pagarlas conmigo o algo así, jamás. Y creo que debió de ser una persona que tenía muchas preocupaciones.

–¿Alguna vez te regañó por algo?

–Nunca tuve una riña con él. En el fondo me dejaba hacer. Quizás sí era insistente en el tema notas y estudios. Por ejemplo, si sacaba una nota mala en una asignatura yo sabía que no le iba a gustar. Si me preguntaba qué tal de notas yo le decía: muy bien, muy bien. No se me ocurría decirle en ese momento la nota porque se iba a disgustar.

–¿Insistía en que sacarais buenas notas y en el esfuerzo?

–Él era muy trabajador y súper admirable. Esa necesidad de esforzarse por lo que uno quiere sí que nos lo decía: que teníamos que trabajar duro para lograr aquello que queríamos en la vida. Quizás me insistía más en lo de las notas cuando estaba en el colegio pero tampoco era pesado con eso. Se preocupaba mucho por la salud de todos.

–¿Qué otros valores te transmitió?

–Además de esfuerzo, honestidad, trabajo serio, lealtad y bondad.

–Cuando tu naciste, tu abuelo ya era presidente de la Xunta y tu abuela falleció tres años después. ¿Los recuerdas juntos?

–No. De abuela solo tengo una imagen. Debió de ser un domingo de los que íbamos a comer a la casa de Roxos. Tengo un leve recuerdo de estar con ella en el salón, pero es muy vago, muy difuso.

–¿Crees que era un abuelo moderno o lo veías demasiado mayor, incapaz de entender conceptos como internet, la música tecno, etc..?

–No sé si moderno pero sí considero que ha sabido adaptarse muy bien a los tiempos y esto no solo lo pienso yo, lo ha comentado mucha gente; incluso gente de otros partidos. Aparte de ser muy trabajador creo que ha sabido entender muy bien cada época y, últimamente, a pesar ya de la edad que tenía.

–Por ejemplo, ¿cómo reaccionó al ver el piercing que llevas?

–(Risas...) Yo me lo puse sin decir nada y la primera vez que me lo vio me dijo: "¿Qué es ese adornito que tienes en la nariz?". Y le contesté: "Nada, me hice un piercing. ¿Qué pasa, abuelo, que no te gusta, verdad?" Se quedó pensando y me soltó: "Bueno, podríamos tener un largo debate sobre ello". Así quedó, pero me dejaba, ¿sabes? No sé, es que me quería mucho, me tenía mucho aprecio y nunca se metía en nada de lo que yo hiciese. Igual con otros nietos era más estricto pero a mi siempre me tuvo bastante en palmitas, la verdad, yo creo que como si me daba por ponerme una flor en la cabeza; le daba igual. Lo del piercing simplemente le llamó la atención y me lo comentó.