En la misma plaza que se abarrotaba cada vez que tomaba posesión como presidente de la Xunta y con las mismas gaitas que enaltecían su victoria, Manuel Fraga recibió ayer en el Obradoiro el calor de casi cinco mil devotos, que procedentes de distintos puntos de la geografía gallega dieron su último adiós a quien los gobernó durante 16 años. Fue un funeral casi de Estado, oficiado en la Catedral de Santiago, al que no faltaron los representantes de las principales instituciones gallegas, destacados dirigentes del PP y del PSdeG, los expresidentes de la Xunta y los exconselleiros que formaron parte del gobierno de Fraga.

Todos arroparon a la familia del difunto durante la ceremonia oficiada por monseñor Julián Barrio. Al acto acudieron cuatro de sus cinco hijos, sus nietos y sobrinos, entre ellos el portavoz del PP, Pedro Puy, y su hermana acompañada de su marido Manuel Manquiña.

No estaban los 6.000 gaiteiros que atronaron el Obradorio en la última toma de posesión del vilalbés en 2001, fueron solo 200 –de la Real Banda de Gaitas de Ourense y de la Banda de la Diputación de Pontevedra– pero repitieron repertorio: empezaron por el antigüo himno del Reino de Galicia y terminaron con el oficial, rodeados de cientos de personas que siguieron el funeral a través de una pantalla gigante instalada la plaza. El interior de la Catedral se quedó pequeño cuando empezaron a llegar los miles gallegos que viajaron en los sesenta autobuses fletados para la ocasión.

Las gaitas ya retumbaban en la plaza cuando la familia de Manuel Fraga llegó al Obradoiro, casi una hora antes de que se iniciara el funeral.

Poco después llegaba el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acompañado de su mujer, Elvira Fernández, que además se estrenaba como primera dama en el primer acto oficial al que asiste desde que su marido tomó posesión. Otros miembros del Ejecutivo central, como la ministra de Fomento, Ana Pastor, la de Sanidad, Ana Mato, o el de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, también acudieron a Santiago para despedir a Fraga. Junto a ellos caminó hacia la Catedral el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo.

No faltaron tampoco los conselleiros del Gobierno gallego y destacados dirigentes y cargos políticos del PP como el vicesecretario de Comunicación, Esteban González Pons, el presidente de los populares andaluces, Javier Arenas, el tesorero del partido, José Manuel Romay Beccaría, el presidente de la Comunidad Valenciana, Alberto Fabra y las alcaldes de Valencia, Rita Barberá, y Cádiz, Teófila Martínez. Pero no solo le rindieron homenaje los miembros de su propio partido. El líder del PSdeG, Manuel Vázquez, también acudió al funeral. Por el contrario, ningún miembro del BNG hizo acto de presencia en la ceremonia.

Los expresidentes de la Xunta no faltaron a la cita. Gerardo Fernández Albor, cruzó la Plaza do Obradoiro, del brazo de Emilio Pérez Touriño y Fernando González Laxe. Y, entre los asistentes, ocuparon su sitio en las bancadas de la Catedral varios exconselleiros del Gobierno de Fraga: Xesús Palmou, Jaime Pita, Dositeo Rodríguez, Aurelio Miras Portugal o Antonio Rodríguez Yuste.

Cuando las campanas de la Catedral marcaron las doce del mediodía y con la misma puntualidad a la que acostumbrada Don Manuel, como le llamaban sus colaboradores, dio comienzo la ceremonia religiosa. Fue un funeral institucional tras el entierro celebrado el pasado martes de carácter más familiar en la pequeña iglesia de San Pedro de Perbes. Pero también fue un homenaje. Tras la misa, las principales autoridades se concentraron en la Plaza del Obradoiro frente a los miles de gallegos que acudieron a despedir al "León de Vilalba" y desde allí contemplaron un vídeo con el que se hizo un repaso a la trayectoria de Manuel Fraga. Desde el famoso baño en Palomares, hasta su encuentro con Fidel Castro, su reunión con Beiras o el momento en el que rompió la carta de dimisión de José María Aznar pasaron rápidamente en fotogramas que terminaron con una imagen de un Fraga sonriente y las palabras "In memoriam 1922-2012".

"Fue una persona de bien, supo mirar lejos con amplitud y con profundidad", describió Julián Barrio durante su homilía. El arzobispo recordó que Manuel Fraga fue un hombre religioso al que no asustaba la muerte y citó una de las frases del expresidente: "para un cristiano la muerte carece de problemas y de dramatismos porque está superada por la resurección que es dogma especial".

Pero no solo destacó su vocación cristiana sino también su aportación política. "Don Manuel se le murió a su familia, se le murió a Galicia y se le murió a España", aseguró. Así, el arzobispo destacó que había servido al Estado "con dedicación generosa y honradez admirable".

Y todo sin olvidar sus raíces. No faltó en su homilía una alusión al "profundo amor" que el expresidente gallego sintió por Galicia. Ante la mirada compungida y al borde del llanto de alguna de las hijas del que fue fundador del PP, Barrio destacó los "grandes valores" que atesoraba Fraga. "Para él la conciencia era algo sagrado", aseguró sin olvidar la talla intelectual del finado. "Supo apreciar la novedad, que es un desafío a la miopía", añadió.

Aún así, tras esta loa a un político cuya trayectoria se extiende desde su etapa como ministro de Franco hasta sus últimos años como senador del PP, el arzobispo invocó a Dios para que sea "compasivo y misericordioso sobre su historia y su persona".

Terminada la homilía, la familia recibió de nuevo el pésame de las principales autoridades congregadas en la ceremonia. A la salida de la catedral, tanto los hijos como los nietos de Fraga se acercaron a la multitud para agradecerles su presencia y recibir a cambio muestras de ánimo y abrazos de los gallegos que quisieron estar presentes para dar su adiós al expresidente.

Pero no todas fueron alabanzas a Fraga. A la misma hora que se celebraba el funeral un grupo de personas protestaba en la ciudad tachando al político de Vilalba de "fascista".