Sí, es cierto, y hasta José María Castellano lo destacó en su comparecencia de esta semana, la polémica alrededor de las indemnizaciones de los ex altos cargos de las cajas mezcla legalidad y ética, pero también casos muy diferentes entre sí, que han tenido una repercusión totalmente desequilibrada. ¿Les hace eso más buenos a unos que a otros? Ni los antiguos compañeros se meten en el debate, aunque sí se quejan, y como también reconoció el presidente de Novagalicia, de que el "daño reputacional" con semejante situación afecta tanto al banco "como a las personas". Y ahí sí que hay unas que sufrieron más que otras, porque sus circunstancias fueron diferentes. Desde el arranque. De los cinco antiguos directivos sobre los que se puso la lupa solo uno se negó incluso a negociar. José Luis Méndez, en su momento responsable de Caixa Galicia y del que no se conocieron sus cobros hasta año y medio después de irse. Paradójicamente, el que fue apartado del proceso de fusión por imperativo del Banco de España y que sigue ocupando sillones en los consejos de administración de las participadas, con un vapuleo público evidentemente menor que el resto.

Al supervisor no le gustaba la situación en la que la estaba la entidad coruñesa antes de la fusión. Sus relaciones con Méndez, según confirmaron ya entonces varias fuentes e insisten ahora, año y medio después, eran "muy malas". Desde la firma de aquel breve y ambiguo pacto de mínimos para empezar a analizar "la viabilidad de un proyecto común" junto con el líder de Caixanova, Julio Fernández Gayoso, y el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, el ex director general de Caixa Galicia desapareció literalmente del mapa que se estaba gestando para el sector financiero en la comunidad. Sus apariciones públicas desde entonces han sido muy escasas y sin comentarios.

En verano de 2010 anunció su retiro al consejo de administración. 65 años, cinco antes por lo tanto de lo que obligatoriamente le imponían los estatutos de la entidad. De esa misma cita salió blindado, con un contrato que le garantizaba la presidencia de la Fundación Caixa Galicia San Calixto –y una de las áreas que nunca se llegó a fusionar– con varios privilegios como chófer y secretaria, además de una indemnización equivalente a tres años de dietas en las participadas en las que estaba en caso de que fuera apartado de ellas antes de cumplir los 70. "Lo que le garantizaba una evidente fuente de ingresos", recuerdan cargos conocedores del acuerdo, y que se sumaba a los 16,5 millones en concepto de jubilación. Pero es que había hasta otros 11 millones posibles precisamente por dejar el cargo cinco años antes de lo que podía. El gobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez puso freno y solo le permitió acceder a alrededor de dos millones de euros de ese plus.

Cuando estalló el revuelo de las indemnizaciones, el caso de Méndez se mantuvo en un discretísimo segundo plano. Hasta que le tocó el turno de analizar sus cuentas y quedó en evidencia su postura.

El comunicado oficial de Novagalicia Banco tras el consejo de administración que abordó el problema se deshizo en alabanzas para el ex director general adjunto, Javier García de Paredes por su "compromiso y actitud" en la devolución, por segunda vez, de una parte de su remuneración hasta dejarla en un 20% de los alrededor de siete millones limpios que le correspondían. En su caso, abonados por el banco porque su salida se efectuó con el negocio segregado, y con una trayectoria como director general de meses. ¿Qué decía esta notificación de Méndez? Que el ex máximo responsable de la caja coruñesa defendía que su jubilación "se ajustó a la normativa legal correspondiente y a las reglas de buen gobierno corporativo" y que ya en septiembre "renunció de manera voluntaria" a las indemnizaciones "inherentes a su contrato de alta dirección". A diferencia de José Luis Pego, el que fue director general de Novacaixagalicia y que cuando se fue dimitió de todas las participadas –algo que, por cierto, el banco no incluyó en la información–, lo que hizo Méndez fue "poner a disposición" de Castellano sus cargos.

El escenario cambió cuando saltó a la luz el blindaje que arrancó de su consejo en Caixa Galicia para sus labores de representación en la corporación industrial. Castellano lo detalló el pasado lunes, para luego anunciar que Méndez acaba de renunciar a esa indemnización, "además de otra serie de condiciones" para salir progresivamente a lo largo de este año de las participadas. Como Sacyr, Reganosa, Terras Gauda o Tecnocom. "Desde este momento –dijo– no tiene ningún emolumento, retribución, compensación, etc.". Con "los otros tres" se sigue "negociando", en referencia a Gregorio Gorriarán –de la división inmobiliaria y un pago de unos 5 millones netos–, Óscar Rodríguez Estrada –de la oficina de integración, con otros 5 millones– y Pego.

Fue el ex director general de Novacaixagalicia el más criticado. "Él, que había sido elegido directamente por el Banco de España, al que todo el mundo alabó, y que fue despedido porque los supuestos inversores que no han puesto nada de momento querían gente nueva", dice un directivo de la antigua caja. Y el que menos cobró. 4,3 millones limpios. Porque los 3,9 de la póliza de seguros y los 6,9 del fondo de pensiones que le corresponden por su 26 años en la entidad no llegarían hasta su jubilación.