Cualquier estadística relacionada con el mercado inmobiliario vale de ejemplo, y rotundo, de que al sector le queda por delante todavía una larga travesía en el desierto. Hasta el punto de que en Galicia, el agravamiento del pinchazo de la burbuja del ladrillo con la incapacidad de las administraciones para compensarlo con obra pública por la falta de fondos amenaza la ligera e inestable recuperación de la economía autonómica en el arranque del año. El stock de viviendas vacías en la comunidad roza las 40.000. Un récord histórico. Y los precios acumulan una caída superior al 10% con respecto a 2008. Por eso muchos contribuyentes están con la boca abierta con la revisión del valor de los inmuebles que está haciendo la Consellería de Facenda para aplicar luego sus impuestos. Casos, incluso, en los que la tasación se dobla en apenas unos meses, pese a la paralización de la actividad y la situación de la oferta, saturada, y la demanda, en mínimos históricos por el cierre del grifo del crédito y las perspectivas laborales.

"Surrealista"

"Hemos tenido un aluvión de consultas en las últimas semanas", asegura uno de los asesores fiscales más conocidos de Vigo. "Las diferencias de valor –añaden desde otro gabinete– son tremendamente surrealistas". Una vivienda de tipo medio que hoy vale "un 30%, un 40% o un 100% más que hace un par de meses". El departamento que dirige Marta Fernández Currás deja poco margen de maniobra para los propietarios en la orden de actualización de precios adelantada por FARO en junio. Solo cuando los inmuebles tienen "características especiales", el Ejecutivo gallego permite que un perito externo ayude a recalcular el precio.

José Carlos, un recién jubilado pontevedrés que prefiere mantener cierto anonimato, está en trámites para repartir la herencia entre sus cinco hijos. A finales del pasado ejercicio, los cuatro pisos familiares que posee en Sanxenxo sumaban 519.775,36 euros, exactamente, según consta en los extractos oficiales emitidos por Facenda el 21 de diciembre. "Se toma como base –indica la documentación– la normativa sobre valoración catastral, sobre valoraciones a efectos hipotecarios y los estudios de mercado elaborados por esta consellería". Esos precios arrastraban un encarecimiento de alrededor de 200.000 euros con respecto a la tasación de la propia Xunta en 2002, con todo el boom del ladrillo de por medio. Hasta ahí, "lo lógico y esperado", señala José Carlos.

Precisamente porque la situación del mercado está como está, –se venden un 31% menos de pisos que hace un año– no extraña que en su siguiente solicitud sobre las propiedades, con fecha de 24 de marzo, el precio se rebajara más de un 13%, hasta los 449.774,33 euros. Solo cinco meses después llegó la verdadera sorpresa.

El piso de 115 metros cuadrados que en el primer trimestre del año valía 126.156,21 euros ascendió a principios de este agosto a 254.734,68 euros. Un 101,9% más. Otro con una superficie de 105 metros cuadrados pasó de 115.186,11 euros a 232.583,84 euros. El mismo encarecimiento. Por encima del doble. La siguiente vivienda, de 100 metros cuadrados útiles, escaló de los 109.701,06 euros a 221.508,42 euros. Y la cuarta, con 90 metros cuadrados, de 98.730,95 euros a 199.357,57 euros. ¿Total? Entre marzo y agosto, en pleno crash inmobiliario, el valor de los inmuebles de José Carlos pasó de 450.000 euros a 908.184,51 euros.

La revisión de precios es un enorme pellizco para las arcas autonómicas. Con la transmisión de esos cuatro pisos –uno de los impuestos autonómicos afectados, junto con el de Actos Jurídicos Documentados, Sucesiones y Donaciones–, la Xunta recauda un 1% del total del patrimonio. Una cantidad que equivaldría a 4.500 euros con la tasación de Facenda en marzo y que asciende a más de 9.000 euros con la de agosto. Por si fuera poco, la repartición implica el pago de plusvalías a la Agencia Tributaria, que suponen para el bolsillo de José Carlos alrededor de 3.600 euros, frente a los 800 de la anterior valoración, y hasta 16.600 para una de sus hijas, cuando con el cálculo de principios de año implicaba apenas 2.100 euros.

"No puede ser que en estos meses hagan este baile de números", se queja José Carlos, tras su periplo de funcionarios en busca de una explicación "razonable". "Ellos ya sabían del tema –añade–, pero nadie cuenta cómo es posible". Con otra de sus propiedades, un inmueble en Valladolid, le ocurrió "exactamente lo contrario". El valor sufrió un importante recorte este año. "Aquí pone que la información es precisa y objetiva, pero yo no soy capaz de ver nada", cuenta, con el proyecto de orden de precios que el Diario Oficial de Galicia publicó hace un par de meses. "Es evidente que la Xunta quiere ganar dinero, que están arruinados –afirma–. Pero esto no es lógico".

¿Efecto retroactivo?

"Lo que está ocurriendo no tiene nombre", insisten en una asesoría viguesa. Entre otras cosas, porque teóricamente la normativa, aún a disposición de alegaciones en la web de la Consellería de Facenda, no está en vigor, y el departamento negó ya hace un par de meses que se fuera a poner en marcha con carácter retroactivo. "Pues no es así", discute un asesor, que lleva "decenas" de quejas de contribuyentes. "Desde luego –continúa–, si pretenden mover el mercado mobiliario, con esto no lo van a conseguir. Todo lo contrario".

Los casos llamativos se reproducen en las valoraciones de los garajes, incluidos también en la relación de precios del Gobierno gallego. "Según la documentación que facilitan ellos –cuenta José Carlos–, las plazas cuestan en el alrededor de mi vivienda unos 20.000 euros". De nuevo, enseña los extractos de Facenda. "Los carteles allí están bien claros, se están vendiendo a 12.000 euros", añade.