El río Eo marca la distancia entre dos culturas paisajísticas enmarcadas en entornos similares. Muchos gallegos disfrutan con asombro de la armonía del paisaje asturiano, con casas de similares características y echan en falta el feísmo del que se lleva hablando décadas en su comunidad: casas con las fachadas de ladrillo desnudo, hórreos que sirven de almacén revestidos de cemento, muros mitad de piedra mitad de hormigón incluso en bienes de interés cultural...

La Estratexia da Paisaxe que quiere poner en marcha la Consellería de Medio Ambiente constituye la última batalla contra estas prácticas y pretende acabar con las aberraciones urbanísticas que chirrían en medio de Galicia armonizando las construcciones con su entorno. Un ejemplo: evitar los tejados de uralita y pizarra en zonas donde sean tradicionales los de teja. Para ello, la Xunta está elaborando los catálogos paisajísticos de doce zonas del territorio para elaborar unas directrices que se incorporarán a los planes urbanísticos municipales en 2016, aunque en el Deza estarán operativas el año que viene. Es el siguiente paso a la aprobación por parte del bipartito de la Lei da Paisaxe, siguiendo las recomendaciones de la UE.

Curiosamente, lo mismo han hecho recientemente País Vasco y la ciudad de Sevilla, aunque el modelo es Cataluña. "Irá en esa línea", admiten desde el departamento de Agustín Hernández.

Si en Galicia se aplicasen restricciones similares a las catalanas, una edificación no podría tapar las mejores vistas de un paisaje, afectando, por ejemplo, a la estampa de la famosa playa de la Lanzada en O Grove. Además, se prohibirían cierres de fincas con cualquier elemento, como somieres.

Siguiendo las recomendaciones europeas, las nuevas construcciones deberán integrarse en los núcleos ya existentes, siguiendo su estructura, altura, color, tipo de tejado.... La permisividad de esqueletos de edificios junto a iglesias, por ejemplo, será difícil de ver. En Cataluña la estridencia de paredes con ladrillos al aire y cierres oxidados al lado no se permiten. De hecho, si un plan urbanístico permite edificios que rompan la armonía paisajística, la Generalitat puede anular esa norma municipal.

Las directrices catalanas también prevén soluciones para desfeitas irresolubles a través de su ocultación con soluciones que utilicen, por ejemplo, pantallas vegetales.

La integración en los núcleos poblacionales no es la única opción que se pretende cubrir con este tipo de normativa, pues en Cataluña también se han habilitado directrices para las casas aisladas. El ejemplo resulta clave para Galicia, que registra la mitad de núcleos de toda España y que ha hecho de su dispersión una seña de identidad.

La Generalitat impuso la superación de un estudio de impacto paisajístico a quien quiera construir una casa alejada del resto de edificaciones. Nada de pegotes. Además, también afectaría de lleno a una de las construcciones emblemáticas de Galicia: el galpón. Cataluña incluye en sus directrices una cláusula para que todas las construcciones se integren en el paisaje, incluidas las edificaciones agrícolas o de cualquier otro uso en suelo no urbano. El galpón destartalado no tiene sitio allí.

Cuando se pongan en marcha las normas gallegas, quizás el feísmo sea un término que solo parezca en las hemerotecas.