En los noventa, una de sus diversiones infantiles era intentar descubrir "las entrañas" del windows 3.11. Por aquella época, el chimpancé Aurelio anunciaba la tarifa plana de Telefónica, Google todavía no había nacido y su madre le cortaba internet cuando llamaba por teléfono. "Era catastrófico", recuerda entre risas. Llegó un nuevo siglo, la tecnología siguió avanzando y en 2007, con solo veintiún años, se convirtió en el primer gallego fichado por Microsoft para combatir los ataques de los hackers. Tras su paso por la compañía fundada por Bill Gates, Ángel Prado (Lugo, 1985) acaba de emprender "un nuevo reto profesional" en San Francisco como responsable de seguridad de Salesforce, una compañía con más de dos millones de clientes en todo el mundo como Allianz, Toyota, Orange o Dell.

La firma es líder del cloud computing o software en la nube. Es ahí donde, según vaticinan los versados, se encuentra el futuro. La idea consiste en que las empresas tengan acceso desde cualquier dispositivo a sus datos y a diferentes aplicaciones a través de internet, lo que recorta las inversiones tecnológicas. El propio Steve Jobs presentaba esta semana la iCloud de Apple. "El software en una caja está muerto. La gente ya no lo compra, usa sus servicios. Nuestra empresa se ocupa de la infraestructura, que es compartida por varios clientes, de ahí que se reduzca el gasto y la energía, y por tanto también la contaminación".

Salesforce ofrece productos para la gestión de ventas y la atención al cliente y trabaja en la aplicación de los conceptos de las redes sociales al mundo empresarial. Hace unos meses, por ejemplo, presentaba una especie de Facebook privado para los conductores de Toyota que empezará a estar operativo en 2012 en algunos modelos.

Pero "la magia de la nube" conlleva también "amenazas muy reales" ante las que la empresa debe estar preparada. Ángel se incorporó en abril al equipo que vela por su seguridad: "Manejamos información tan valiosa como los bancos y tenemos que impedir que una empresa tenga acceso a los datos de otra o que un hacker de Rusia entre en sus cuentas".

Esta tarea incesante pasa por acciones proactivas como el asesoramiento a los ingenieros para que no dejen ninguna "puerta trasera" en los productos, y también por la contención de un ataque si en algún momento saltan las alarmas. "Internet no fue diseñada para ser segura, pero puede llegar a serlo y hay mucha gente trabajando en ello. Un solo incidente es suficiente para restar credibilidad a tu compañía y están al orden del día. Cada vez que uno salta a los medios hay otros diez que no han salido a la luz", advierte.

Lejos de amedrentarlo, a Ángel le motiva este estado de vigilancia constante: "Tener adversarios es una cosa bastante estimulante. Un solo fallo es todo lo que necesita el hacker para entrar en tu sistema y provocar una catástrofe. Nuestra mejor arma es el conocimiento y tenemos que tener el mismo o más que ellos. Y el aprendizaje es constante porque lo que ayer era vanguardista mañana no vale".

El lucense forma parte de un cuerpo de centinelas de la red que comparten información y celebran conferencias para poner en común las últimas novedades. "Somos pocos pero nos conocemos bien", asegura el experto, que pertenece a un grupo de especialistas españoles y también participa en la Black Hat de Las Vegas. "Se hace un concurso para identificar al agente del FBI, porque siempre acuden federales de incógnito", revela divertido.

¿Y a quiénes se enfrentan? "Algunos de los hackers con más talento son jóvenes de quince o dieciséis años de Brasil, China o países del Este como Polonia o Rumanía que tienen muchos conocimientos, pero los echan a perder porque les falta una motivación. Algunos han estudiado en la Universidad, no pueden encontrar trabajo y se van por sendas oscuras o son reclutados por organizaciones criminales internacionales", lamenta.

Ante esto, él se considera un afortunado, sobre todo, por la posibilidad de trabajar en Estados Unidos, donde escasean profesionales de su área y oficinas como las de Google son envidiadas por profesionales de todo el mundo. "La gente prefiere ser cantante y triunfar, lo que yo llamo la fast way, y hay un déficit de ingenieros, por lo que las compañías te tratan lo mejor que pueden. A mí me ficharon antes de acabar la carrera en Illinois. Obama estuvo en Silicon Valley en febrero para ver estas necesidades porque el sabe que la tecnología y la informática tendrán mucho futuro", relata.

Como buen conocedor de los peligros que acechan en internet, Ángel recomienda prudencia a los usuarios de las redes sociales. "Hay que pensar las cosas y tener un poco de sentidiño. Una de las reglas es que nunca cuelgues nada que no quieres que vean ni tu abuela ni tu jefe", aconseja.

El informático lucense disfruta de su mudanza a la soleada San Francisco desde Seattle, donde "llueve más que en Galicia". No descarta regresar en algún momento a Microsoft o incluso a España cuando el sector "madure" dentro de unos años: "Tenía lógica cambiarme ahora. De aquí han surgido el software e internet. Podré acabar en Dubai o en Japón, pero siempre explicaré que soy de Lugo. Allí donde vayamos hay que hacerlo con orgullo porque los gallegos somos muy buena gente y capaces".