En plena crisis, los ganaderos gallegos empiezan a encontrar algunos subterfugios para que resista su economía. El aumento de la demanda en el consumo de pollo ha convertido al sector avícola en un mercado apetecible. En el Deza, una de las comarcas con mayor producción de Galicia, proliferan ya nuevos proyectos de explotaciones intensivas de pollos. Según sindicatos y técnicos, se están tramitando licencias para una veintena de granjas, todas ellas con una capacidad media para 30.000 pollos y principalmente localizadas en los municipios de Lalín y Rodeiro.

La mayor parte de estas incorporaciones son ganaderos que ahora trabajan con explotaciones de vacuno y porcino. "La gente quiere diversificar sus industrias primarias, ya que si alguna se desploma las demás sirven para aguantar y la producción avícola aguanta bien", apunta el sindicalista y productor José Castro. En el Deza están ubicadas 120 de las 240 granjas de pollos de la provincia de Pontevedra y ahora con las nuevas licencias se abrirán veinte más.

Estos proyectos demuestran que, pese a la prudencia del sector, la producción avícola atraviesa un buen momento, ya que montar una granja requiere una inversión de al menos a 240.000 euros.

Los productores del Deza explican que están vendiendo cantidades ligeramente superiores a las de antaño, ya que se están engordando algo más los animales. Esto, sin embargo, no repercute en el precio que cobran por pieza, que sigue siendo el mismo aunque pesen más.

"Con la situación que se está viviendo aún estamos bien, porque casi todos los sectores caen y el nuestro aguanta", explica José Castro.

Manuel Rozados, que posee dos naves con capacidad total para 50.000 pollos en Escuadro, señala que se está vendiendo "lo mismo de siempre", aunque con la crisis existente está contento de mantenerse.

En cualquier caso, apunta que el sector está inmerso en una fase de renovación que es positiva para su futuro. "Hace diez años la granja era rentable con 20.000 pollos, pero ahora hay que llegar hasta los 30.000 para que pueda vivir una familia, como un mileurista, pero da para vivir", señala Rozados.

En este punto, Castro coincide con su compañero, y advierte de que la modernización y la renovación del sector está llegando a los mataderos de pollos. "Estamos en constante evolución y además llega toda este gente que se incorpora con explotaciones más modernas", manifiesta este productor y sindicalista silledense.

En cuanto a los resultados económicos, en el Deza están moderadamente satisfechos, pero advierten de que los costes de producción se están incrementado, especialmente los de los piensos. Por el contrario, los dueños de las explotaciones reciben la misma cantidad de manos de los distribuidores. Así, los granjeros siguen recibiendo hasta 36 céntimos por cada pieza, una cantidad que estrecha los beneficios ante el aumento de la labor de engorde. Por ello, pese al aumento de consumo de carne de pollo no están notando una mayor rentabilidad en sus explotaciones, aunque insisten en que viendo el estado de muchos subsectores del ramo primario, la situación no es mala.