¿Crear aulas específicas para alumnos con necesidades educativas especiales? El borrador de decreto sobre atención a la diversidad que ultima la Consellería de Educación, vuelve a dividir a la comunidad educativa gallega; el mismo efecto que se produjo un mes atrás con la propuesta de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, para separar a los alumnos con mejores notas mediante un bachillerato de excelencia.

Ahora es Galicia la que tiene entre manos regular la atención a la diversidad para los próximos años, teniendo en cuenta que esta normativa no se toca desde 1996 y hay que adaptarla a la Ley Orgánica de Educación (LOE).

El texto que prepara el Gobierno gallego y que ya ha sido remitido a los sindicatos para el debate previo a la aprobación plantea la creación de "centros de escolarización preferente" y aulas dentro de los colegios, a tiempo completo o parcial, para los estudiantes que necesiten apoyo educativo, que se hayan incorporado tarde al sistema o que presenten unas circunstancias personales difíciles o un historial escolar muy deficiente. También incluye a los alumnos con altas capacidades en la opción de estudiar aparte.

En una primera aproximación a la opinión de la comunidad educativa hay más voces en contra de crear aulas específicas y separar a los alumnos que a favor. Solo representantes de la enseñanza concertada ven viable la creación de unidades específicas "por el bien del conjunto de los alumnos y para ganar en calidad y eficiencia educativa". Con la prudencia de reflexionar sobre una normativa que todavía no ha sido aprobada, Jorge Villarino, presidente de las asociaciones de padres de alumnos de los colegios concertados, cree que sería óptimo prestar "una atención especializada a los alumnos con necesidades educativas especiales". "No es cierto que separar sea malo porque al final avanzan más todos los alumnos. En la práctica, una enseñanza basada en la pluralidad resta calidad y así tenemos peores resultados en PISA. Así como creemos en las aulas para altas capacidades también creemos en unidades para los que necesiten apoyos y, al final, todos avanzarían mucho más", argumenta. Para Alfonso Guitián, portavoz de los colegios públicos de Vigo, "una segregación completa, las 24 horas, no es correcto, en mi opinión". "Hay que analizar más a fondo el texto y ver cómo va a quedar pero, en principio, únicamente en casos extremos podría plantearse", explica. Para Xosé Antonio Pardo, miembro de la Xunta de Directores, esta norma va en contra de la integración que siempre ha defendido. "No se pueden crear ahora castas sociales ni catalogar a los alumnos. Para necesidades muy marcadas ya existen centros como el de A Barcia. Pero, la mayoría de las veces, el apoyo educativo es transitorio, y precisamente se soluciona a través de la inclusión. ¿Que hacen falta más recursos para que el profesorado pueda atender las necesidades específicas e incluso tener más profesorado? Pues claro. Pero crear aulas separadas no porque estigmatiza y es malo educativa y socialmente", argumenta Pardo Cuñarro.

Según Xosé Cabido, representante de STEG, no es un planteamiento pedagógico reunir todos los recursos necesarios para este alumnado en centros preferentes. "La creación de colegios específicos de necesidades especiales es lo que más nos preocupa", asegura Cabido.

La reacción de José Manuel Vez, catedrático de Ciencias de la Educación de la Universidade de Santiago, es un "no" rotundo, a la espera de ver el texto final de la norma. "Vivimos en mundo lleno de diferencias, la normalidad como tal no existe. La función de la educación debe ser normalizar dichas diferencias. Pero intentar normalizar en compartimentos estancos es un camino equivocado. Quien recuerde aquellas aulas de educación especial sabe que no eran buenas, que estigmatizaba a los alumnos. Pasamos de eso a una educación inclusiva, a la integración. Y la educación inclusiva funciona. Está comprobado. Esto sería volver al pasado, un paso atrás, a crear más diferencias", destaca Vez.

Para el catedrático, los niños aprenden estando todos juntos, que la escuela sirva para atenuar las dificultades de cada uno. "Un niño inmigrante aprende la lengua estando con los demás en clase, no separándolo con otros que no saben la lengua. En la vida diaria, ¿a que no creamos edificios para personas en silla de ruedas? No, adecuamos los espacios para que puedan integrarse eliminando barreras en el entorno, desde rampas a buses o ascensores", concluye.