La privatización de cajas tras la inyección de capital público es una posibilidad seria que contempla el Gobierno. Su venta a precio de saldo una vez saneada, no. El presidente Zapatero se mostró firme en su decisión de acometer la reforma del sector. La necesidad de preservar su solvencia y de reactivar el crédito para los ciudadanos fueron las razones que esgrimió en clave interna. Pero añadió una tercera: enviar un mensaje de credibilidad a los mercados internacionales. En una reunión a puerta cerrada con los grupos socialistas del Congreso y del Senado, Zapatero dejó claro que la reesctructuración del sector no tiene marcha atrás.

El diputado Juan Antonio Barrio de Penagos, de la corriente Izquierda Socialista, le recordó el importante papel que juegan las cajas en el ámbito social dentro de las respectivas comunidades y mostró su temor por el futuro que les aguarda. El presidente, sin embargo, replicó que la mayoría de las cajas gozan de buena salud, aunque matizó que "la situación de algunas es complicada". En este sentido, abrió la puerta a la posibilidad de inyectar capital público a través del FROB en las cajas con los peores ratios de solvencia. En ese caso, el Banco de España participaría en la gestión de la entidad para reestructurarla y sanearla y sacarla al mercado. "Pero que no le quede ninguna duda de que cuando las pongamos en el mercado, no las privatizaremos a precio de saldo; eso nunca lo consentiría la ministra, que menuda es ella", aseguró con sarcasmo. Zapatero fue, más allá, al afirmar que en esta segunda hipótesis la intervención de cajas llegaría a ser "rentable" para los ciudadanos.