236 kilómetros por hora. Ésa es la velocidad máxima detectada por un radar en las carreteras gallegas. El infractor, de 51 años y al volante de un Audi A-8, fue interceptado el pasado mes de noviembre cuando circulaba por la A-6, a su paso por Lugo. Aunque los carteles y los paneles luminosos avisan de su proximidad –Control de radar a 300 metros–, el mensaje no surte efecto. Como este conductor, otros 138.711 automovilistas fueron cazados el año pasado en las carreteras gallegas por alguno de los 56 radares fijos que vigilan las autopistas, autovías y vías convencionales. O lo que es lo mismo, una media de 380 denunciados cada día.

Pero esta cifra se queda muy por debajo del número de automovilistas fotografiados porque pisaron más de la cuenta el acelerador a su paso por los cinemómetros de la DGT. Los radares ubicados en la red viaria gallega dispararon más de 200.000 flashes el año pasado, lo que supone que el Centro de Tratamiento de Denuncias Automatizadas, ubicado en León, descarta aproximadamente un 30% de las fotografías tomadas. "Debe verse perfectamente la matrícula, la marca, que no haya ningún vehículo en paralelo... Solo en estos casos se inicia el procedimiento sancionador", explica del jefe de Tráfico de A Coruña y coordinador de los centros territoriales de Galicia, Pedro Pastor del Castillo.

Más precavidos

El balance, que no incluye las infracciones detectadas por los radares móviles de la Agrupación de la Guardia Civil de Tráfico, resulta alarmante, pero está lejos de las sanciones por superar los límites de velocidad interpuestas antes de la entrada en vigor del carné por puntos. El nuevo sistema que resta puntos por las infracciones al volante frenó a los gallegos más kamikazes. "La velocidad ha bajado y, por tanto, también el número de conductores sancionados. Aunque todavía hay algunos que van por encima de los límites, la mayoría ha cambiado la actitud y ha reducido la velocidad", celebra el responsable de la DGT en Galicia.

Alrededor del 75% de las denuncias detectadas por los radares en las carreteras gallegas, responde a un exceso de velocidad de entre 20 y 30 kilómetros por encima del límite.

Pontevedra y A Coruña, las provincias con más conductores censados y con más intensidad circulatoria, registraron el año pasado el mayor volumen de conductores interceptados por los radares fijos. En Pontevedra, 50.140 conductores fueron cazados por superar los límites de velocidad establecidos, mientras en A Coruña la cifra alcanzó las 52.137 denuncias formuladas. En Lugo, fueron multados otros 32.046 y en Ourense, 4.208.

Los puntos negros

En Pontevedra, el medidor de velocidad que disparó más flashes está situado en la A-52, pasada A Cañiza, con un total de 20.220 fotografías que dieron pie a la apertura de expediente sancionador. En Ourense, ocurre lo mismo en el ubicado en la N-525 antes de llegar a la ciudad de As Burgas en un tramo limitado a 80 km/h, donde fueron interceptados 1.084 conductores por encima de la velocidad permitida.

Por su parte, en Lugo el mayor volumen de multas procede del radar ubicado en la A-6, antes de llegar a la ciudad, con 8.323 denuncias. En A Coruña, la cuarta parte de las denuncias de velocidad proceden del radar ubicado en Fene, en el puente de As Pías, donde la zona está limitada a 50 km/h. Solo ese cinemómetro interceptó a 12.741 infractores el año pasado.

¿Hay un día y unas horas en las que se concentren más infracciones por velocidad? Las estadísticas de Tráfico así lo confirman. El 35% de las sanciones por pisar más de la cuenta el acelerador se registran los fines de semana. Y por franjas horarias, las que acumulan más denuncias son las que van de las 12.00 a las 14.00 horas y de las 16.00 a las 18.00 horas.