En Galicia un trabajador cuesta al mes a cada empresa 2.181 euros, la cuarta cifra más baja del Estado. Pero además los gallegos son los terceros de España que más horas efectivas trabajan. Si bien es cierto que un empleado sale más barato en cualquier país del Este, del Norte de África o de Asia, la posición de la autonomía gallega dentro del territorio estatal no es de desventaja. Los economistas tienen claro que los costes laborales no justifican la baja inversión extranjera que capta Galicia, tal y como señala el informe de Novacaixagalicia avalado por la Xunta. En su opinión, el problema es que sobra "papeleo" mientras falta suelo industrial y escasea la apuesta por las nuevas tecnologías.El resultado es que la comunidad gallega está a la cola de España en captación de capital foráneo.

Cuando una empresa invierte en el extranjero puede ser por dos razones: porque necesita una localización estratégica que le sirva como base exportadora a otros países del entorno o porque quiere implantar filiales para abastecer el mercado del área al que se dirige. Galicia, según el profesor de Comercialización e Investigación de Mercados de la Universidad de Santiago Miguel Otero Simón, no resulta atractiva para las empresas por ninguna de las dos razones. "Somos una comunidad con un mercado interno muy reducido", explica.

A esto se suma que otras autonomías aventajan a Galicia porque disponen de "mejores localizaciones para nuevas empresas, más servicios y más innovación". "No hay una imagen de la comunidad gallega como destino tecnológico. Eso es lo que hay que potenciar", aconseja Otero.

Con este diagnóstico coincide el presidente del Colegio de Economistas de Galicia, Juan José Santamaría. "Tenemos baja productividad y la tecnología no es tan avanzada como para competir con otras autonomías", explica.

El catedrático de Economía Aplicada, Luis Caramés, añade otro hándicap a Galicia. "Hay mucha burocracia", sentencia. "En el resto de Europa en nueve días montas una empresa, aquí te lleva 20 días", señala.

Según los expertos, hace treinta años Galicia podría resultar atractiva para los inversores pero cuando se incorporaron a la UE los países del Este ofreciendo menores costes tanto laborales como de localización, la comunidad gallega dejó de ser interesante para el capital extranjero.

Luego llegaron países emergentes,como China o Brasil, con una economía muy pujante, que resulta atractiva para las empresas que buscan nuevos mercados.

En este contexto, Galicia se quedó en el limbo. "Tiene un escenario tibio, ni muy estático ni muy dinámico", explica Caramés. No hay nada que diferencie a Galicia y además "no se hizo una planificación estratégica del suelo industrial". Tampoco ayudan las comunicaciones. "Las empresas se van donde sea más fácil el transporte", aclara. En este sentido, en su opinión, la Autopista del Mar puede ser un avance.

Los costes laborales de Galicia pueden ser un factor que influya, pero no son determinantes, según los economistas. De hecho, en 2010 el gasto que supone cada trabajador para las empresas bajó un 0,6 por ciento, el primer descenso de los últimos diez años.

"Las decisiones de inversión dependen de muchos factores: suelo industrial, logística, proximidad a clientes y proveedores...", explica el profesor de Economía de la Universidad de Vigo, Santiago Lago.