La fórmula para medir la eficiencia de cada universidad y traducirla en financiación explica porque el viernes por la noche y tras cinco horas de negociación, a las que hay que sumar nueve meses de conversaciones, el Consello de Universidades, que reúne a Xunta y rectores, solo sacó adelante la subvención del Gobierno autonómico a los campus para 2011 y las directrices generales del Plan de Financiación de la educación superior en Galicia para el próximo quinquenio, pero no cerró el pacto definitivamente.

Quedó en el aire una cuestión nada baladí, que debe consensuarse en la primera mitad de 2011 para aplicarse ya en la distribución de los fondos de 2012. Las universidades ya fijaron veinte indicadores que medirán la eficiencia y calidad de su actividad académica y científica (tesis, artículos, patentes, cualificación de sus investigadores, captación de recursos privados, atracción de estudiantes extranjeros, alumnos que terminan la carrera en los años estipulados, ...). La discusión está en decidir que criterios pesan más que otros y cuánto a la hora de repartir el dinero de la Xunta. Tampoco hay consenso sobre cómo valorar cada criterio. Por ejemplo: no pueden valer lo mismo todos los artículos publicados en revistas científicas, pues las de más prestigio tienen más valor, pero al tiempo que hay que tener en cuenta la producción no sólo de calidad, sino también en cantidad.

La falta de acuerdo sobre el método para asignar recursos en función de la calidad de las universidades es la razón porque los rectores salieron de la sesión de trabajo del viernes, ofreciendo una imagen más de desacuerdo que de pacto, con declaraciones que evidencian los intereses divergentes de las tres universidades y permiten prever que el consenso para el sistema de evaluaciónde los campus que luego ha decidir los euros de cada uno no será fácil.

La Consellería de Educación, por su parte, tanto el viernes como ayer, puso el acento en que el Plan de Financiación no recibió ningún voto en contra, aunque sí abstenciones. También subrayó que este plan "supone un cambio sustancial respecto al anterior, pues tratará de primar la eficiencia de las universidades". Coincide con la valoración del rector de la Universidad de Vigo, Salustiano Mato, para quien el plan es bueno porque a partir de 2012 el presupuesto no se repartirá basicamente en función del número de alumnos, profesores y edificios de cada campus, y se tendrá en cuenta el esfuerzo de cada uno.

No gusta tanto a los rectores de A Coruña y Santiago el futuro modelo. ¿Por qué? Compostela era la universidad que salía ganando con el actual sistema, donde pesaban criterios históricos y se subvencionaba sobre todo para sufragar el mantenimiento de las instituciones, y la suya es la más grande. Aunque Santiago es un campus con buenos resultados académicos y destacados logros en I+D+i, y con una financiación por objetivos puede seguir captando buena parte de los fondos, ¿para qué cambiar un modelo que ya le beneficia? Además en Vigo dan por seguro que con el nuevo modelo tendrá que ceder parte de su ración de la tarta, porque ahora el reparto del pastel es el mismo que hace diez años, pero en una década Vigo y A Coruña han avanzado posiciones.

La universidad herculina es la que más reticente se ha mostrado con el nuevo modelo. Las estadísticas la sitúan a la cola de los campus gallegos y prefiere optar por exigir recursos que compensen "desequilibrios históricos". Es decir, pide un plus económico por ser junto a Vigo más joven que Santiago.

El objetivo del nuevo modelo de financiación, que repartirá como mínimo 2.105 millones de euros hasta 2015, es que en 2015 el 30% de los recursos que la Xunta ponga a disposición de las universidades se reparta en base a la eficiencia de cada entidad. El porcentaje del 30% se alcanzará gradualmente, empezando por un diez por ciento en 2011, que irá aumentando un 5% cada ejercicio presupuestario.