De los 356 millones de euros que la Xunta guarda el próximo año para los concellos, la mayoría, 244, serán vía subvención. Es decir, para gastos concretos que marca la propia Administración. El resto, 112, son del Plan de Cooperación con el que se financia también a las entidades locales. Un desequilibrio para todos los alcaldes, que creen que ya ha llegado el momento de sentarse en serio a debatir un nuevo modelo de reparto que respete su autonomía y les permita manejar los ingresos con mayor comodidad y en función de las necesidades reales de sus vecinos.

"Es el momento de soltar un grito de rebeldía ante los costes que nos suponen los colegios, la sanidad, los servicios sociales o el empleo, que no son competencias nuestras", reclama Efrén Juanes. El regidor de Nigrán reclama además que desaparezcan las subvenciones cofinanciadas y la Xunta ofrezca sus ayudas al 100%. "El 20, 30 o 40% que llevan aparejadas para nosotros es un mundo", dice.

"Es nuestra queja desde hace muchos años", señala Xosé Manuel Millán, partidario, como el resto de colegas, de un Fondo de Cooperación que se nutra del dinero que hay para subvenciones con criterios de distribución luego a imagen de la financiación autonómica. "Se nos está privando de tener haciendas locales mínimamente saneadas. Son subvenciones muchas veces para proyectos que no son urgentes, mientras en otros que sí lo son no tenemos dinero", afirma.

"Hay un problema evidente de liquidez –sostiene Raúl Emilio Castro–. Este tipo de subvenciones nos provocan muchas veces una situación difícil de tesorería. Tienen que existir, pero dándole prioridad a la autonomía local". Luciano Sobral pone su ejemplo como caso práctico, con la negativa de la intervención de su concello por los plazos "muy ajustados" para justificar unas obras de ayudas al comercio. "Las liquidaciones podrían ser trimestrales para ir inyectando dinero", pide.