Galicia tiene una de las plantillas de facultativos más envejecidas de España, lo que pone en duda el relevo generacional de médicos en la sanidad gallega. Si a esto se suma la fuga de un millar de profesionales al norte de Portugal en busca de estabilidad laboral y mejores condiciones económicas el resultado es un déficit de doctores, sobre todo en algunas especialidades concretas como pediatría o anestesistas, que solo está consiguiendo cubrirse gracias a la llegada de facultativos procedentes de otros países, mayoritariamente latinoamericanos. Conscientes de estas necesidades tanto la Xunta como el Ministerio de Sanidad han fomentado en los últimos años la entrada de profesionales foráneos y el resultado es que desde 2005 se ha más que duplicado el numero de extranjeros que trabajan en el sistema sanitario gallego. Actualmente ascienden a 762 cuando hace cinco años esta cifra se reducía a solo 294, un 154% menos.

Este incremento tiene su origen, en opinión de los sindicatos y de los colegios profesionales, en la escasez de facultativos que existe en la comunidad gallega. Y si en Galicia no sobran médicos, la situación se agrava cuando muchos de ellos se ven forzados a trabajar en Reino Unido y Portugal.

Según los datos de la Organización Médica Colegial lusa, hay más de mil profesionales gallegos empleados en centros sanitarios del país vecino. La razón es la “precariedad laboral” con la que se trabaja en la comunidad autónoma, especialmente en Atención Primaria, un diagnóstico en el que coinciden tanto los sindicatos como el presidente del Colegio de Médicos de Galicia, Luis Campos Villarino. “La Administración gallega debe hacer un esfuerzo por volcarse con los profesionales de la Atención Primaria porque las condiciones en las que se encuentran son muy deficitarias”, señala el responsable de los facultativos gallegos.

La prueba “palpable” que lo demuestra, según Campos Villarino, es que en las últimas convocatorias de MIR -formación específica requerida por el Gobierno central para poder ejercer la medicina- quedaron sin cubrir las plazas que se ofertaban para medicina familiar y comunitaria.

Y las vacantes se fueron cubriendo con médicos extranjeros, sobre todo latinoamericanos, que acuden a Galicia sabiendo que les será fácil encontrar trabajo y que sus condiciones laborales serán mejores que las que les ofrecen en sus países de origen.

El Gobierno bipartito había suscrito un acuerdo con los colegios de médicos para buscar profesionales en el extranjero e incorporarlos al Sergas. El Ministerio de Sanidad también ha facilitado la entrada de facultativos foráneos a través de la convocatoria de MIR.

Aunque existe un cupo fijo para extranjeros en el reparto de plazas -del 10 por ciento-, en el año 2004 el Gobierno central introdujo una excepción y permitió que aquellos profesionales extracomunitarios que justificasen un contrato de trabajo en nuestro país o que estuviesen realizando estudios en España pudiesen acceder también a las plazas MIR. “En la última convocatoria el 35 por ciento ya fueron extranjeros”, explica Campos Villarino.

El problema es que, aunque muchos de ellos se quedaron en España, lo que justifica el incremento de médicos extranjeros en Galicia, también hubo bastantes que regresaron a sus países. “Se dieron cuenta de que estaban formando gente y que no todos se quedaban en el sistema y este año el Ministerio volvió a cambiar los requisitos a como estaban antes de 2004”, aclara el presidente del Colegio de Médicos.

Profesionales de fuera podrán ejercer sin título homologado

Para mitigar la escasez de profesionales en algunas especialidades, el Ministerio de Sanidad aprobó en mayo un nuevo decreto que permitirá a los médicos de fuera de la Unión Europea que no tengan su título homologado ejercer en España mediante una acreditación profesional expedida por un comité de expertos.

Esta normativa afecta a los facultativos que lleven un año ejerciendo en España, pero que no cuenten con un título reconocido por el Gobierno español. El Ministerio de Sanidad les da la oportunidad de regularizar su situación optando a una acreditación profesional para la cual deberán realizar unas prácticas profesionales o bien una prueba teórico-práctica. Un comité de evaluación se encargará de revisar su situación.

En todo caso, según explica el departamento que dirige Trinidad Jiménez, estos facultativos podrán ejercer la medicina pero no podrán realizar actividades académicas como, por ejemplo, dar clases en una facultad.