Cuando se abre el ascensor, a Juanito, el hijo pequeño de Mariano Rajoy, le falta tiempo para colarse y apurar la carrera hacia la calle. Su padre, en el pasillo, le pide que se porte bien, mientras fuma uno de sus famosos puros e invita al equipo de FARO a entrar. La imagen de la normalidad absoluta, con la única excepción de las no pocas históricas fotos que se reparten por el salón, se repite en cada esquina del piso de Sanxenxo en el que el líder del PP pasa el mes de agosto "desde hace 24 años". Lo dice con ¿orgullo?, ¿morriña? mirando a la playa de Silgar. Los paseos en ella son uno de los caprichos estivales a los que ha tenido que renunciar por el revuelo que se arma cada vez que pone un pie en la calle. Hoy el día está nublado pero accede a bajar para unas cuantas imágenes. Y la petición de autógrafos y fotos se repite hasta el agobio. Pero Rajoy parece tranquilo. Incluso habla de "equilibrio". "Que es lo más importante para gobernar", advierte. Por eso también ha medido mucho sus apariciones públicas este mes. Ha hecho "mucho" deporte. Dormir y leer. El entrenamiento para un nuevo curso que se presenta muy, muy guerrero.

–Intensa la vuelta, ¿no?

–El más importante de los acontecimientos, y mi máxima prioridad para los próximos años –porque no es un tema de días– es la situación económica. Una vez más hemos visto este verano, igual que en los últimos años, un Gobierno que da bandazos, improvisa y genera dudas y desconfianza. Le tocó el turno a los impuestos, que seguimos sin saber si subirán o no, a las infraestructuras y a las pensiones, con nuevos globos sonda.

–¿Y usted qué haría con las pensiones?

–No las tocaría. Es uno de los grandes pactos nacionales que daba seguridad, tranquilidad. Yo las quitaría del debate político, ganara quien ganase las cosas seguirían igual. La Seguridad Social todavía tiene superávit y los 1.500 millones que se ahorrarán podrían salir de otras partidas.

–El debate está abierto con la edad y el cómputo para cobrar la jubilación.

–El Gobierno tiene planteado ese debate desde hace tres años sin ninguna propuesta en concreto. Estoy dispuesto a que mi partido se siente a hablar en el Pacto de Toledo, aunque realmente el Gobierno tenga muy poca autoridad para pedir un acuerdo cuando se lo ha cargado unilateralmente. He perdido toda la confianza en él para acordar. Hay prioridades que se podrían haber tomado sin generar tantos problemas, como que la edad de jubilación sea efectivamente a los 65 años. ¡El número de jubilaciones anticipadas es exagerado! O un aumento voluntario de la edad para retirarse y un nuevo contrato de relevo compatible con la pensión para que los mayores vayan introduciendo a jóvenes en su puesto.

–¿Se pueden generar ingresos sin aumentar la presión fiscal?

–Absolutamente.

–¿Cómo?

–La clave es que haya actividad económica y se cree empleo, porque la gente deja de cobrar el seguro del paro y empieza a pagar impuestos. Nuestras bajadas en el 96, 97 y el 98 crearon cinco millones de puestos esos años y los siguientes y la recaudación aumentó de manera espectacular.

–Pues con toda la polémica del IVA, los primeros datos de julio, según el Gobierno, descartan un efecto negativo.

–En el sector del automóvil se notó. Es verdad que es un sector concreto, que había terminado el plan de ayudas, pero ocurrió. El problema puede venir en septiembre u octubre. La primera partida de gastos del Estado es el seguro de desempleo, que este año es de 34.000 millones de euros. Y la segunda, los intereses de la deuda. Hay que cambiar ese ciclo pernicioso.

–Pero la deuda es un mal de todas las administraciones, sin distinción de partidos.

–Sí, pero en los dos últimos años creció más de 20 puntos por una política de gastos brutal.

–La de las comunidades también...

–Sí, pero mucho más la del Estado. Mi propuesta es prohibir por ley el déficit y marcar un techo de endeudamiento y gasto a las administraciones autonómicas. Eso puede hacerlo el Estado y no ha querido.

–Usted también propone bajar los impuestos relacionados con el ahorro y las empresas. ¿Y las rentas altas? ¿No las gravaría más?

–Hoy no. España está por encima de la media europea en el gravamen de Sociedades e IRPF y las llamadas rentas altas son muy pocas. Aumentar el tipo máximo del IRPF no produciría mayores ingresos al Estado.

–¿Ve algún brote verde en la economía?

–Veo que en los problemas de los mercados, con enormes dificultades para colocar la deuda pública y la imposibilidad de nuestras empresas y bancos para financiarse, estamos mejor. Como también está mejor Grecia. Es un brote verde, pero puede cambiar en cualquier momento. Quien nos presta dinero tiene que ver que España lucha contra el déficit, crece económicamente y genera empleo.

–Vuelve a comparar los casos de España y Grecia, que tantas críticas le trajo.

–Tampoco me han criticado tanto. No es lo mismo el caso español que el griego, que llegó al caos. Pero es verdad también que Grecia no representa ni el 3% del PIB europeo y España supone el 12,5%. Una situación mala para España sería letal para el euro. Por eso hubo que crear un fondo de 750.000 millones de euros en la UE, y por eso España está ahora actuando en política económica bajo las directrices de la UE, impuestas por sus errores y lo que esa decisión puede impactar en el euro.

–Sí le criticaron y le acusaron, además, de crear una mala imagen del país.

–Ésas son las cosas del PSOE. Lo que creó una mala imagen fue una lamentable política económica. Yo, desde luego, no hubiera hecho ni de lejos algo parecido a esto.

–¿No se siente responsable de ensombrecer en algún momento la solvencia de España?

–En absoluto. Desde 2008, en el primer debate tras la segunda elección de Zapatero, advertí que ésta iba a ser la legislatura de economía, que había que controlar el déficit, la deuda pública. Advertí que venía una crisis. Zapatero dijo que todo iba a ser una broma. Y advertí también que teníamos problemas graves de competitividad. Llevo dos años y medio diciendo exactamente lo mismo que en aquel discurso de 2008.

–¿Y advertiría ahora de un recrudecimiento de la crisis a finales de año?

–No. Ni soy un analista, ni pretendo serlo, ni es mi función. De lo único que tengo que advertir es de que hay que hacer bien las cosas. España necesita reglas de juego; saber qué es lo que se va a hacer, sin mensajes contradictorios. Un plan global para los próximos cuatro años, que se lleve a la Cortes y consiga apoyos. Y luego cumplir. La política de la improvisación y el bandazo ha sido uno de los grandes males de estos años.

–¿Va a hacer huelga?

–En absoluto. Me parece un disparate con lo que está pasando España. No haré huelga de ninguna de las maneras

–¿La convocatoria tendrá éxito?

–Lo desconozco. Pero no sirve para nada.

–¿Pero deteriorará al Gobierno?

–O a los sindicatos. Una huelga ahora hace daño a España.

–¿Su estrategia es esperar a que el Ejecutivo se deteriore?

–No. La estrategia que tengo es apoyar al Gobierno en aquello que me parezca razonable, que desgraciadamente son pocas cosas, y seguir planteando nuestra alternativa. Eso es lo que puedo hacer después de que dijera que la salida para España era la convocatoria de elecciones.

–¿Sigue pensando que hay que adelantarlas?

–Sinceramente creo que con el señor Rodríguez Zapatero no hay salida. Está planteando ahora exactamente lo contrario de lo que planteó durante todos los años de gobierno. Es un caso de travestismo político como yo no he conocido en mi vida. La plasmación gráfica la tenemos en Rodiezmo, convertido en el lugar que representaba su política económica. Ahora no va. Es lógico. El señor Rodríguez Zapatero tiene el triste récord de haber hecho el mayor recorte social y de infraestructuras que se ha hecho nunca en la democracia. Lo triste es que lo sufren todos los españoles y lo más triste aún es que se le había advertido hasta la saciedad.

– ¿Cree que la etapa de Rodríguez Zapatero acabó?

–Lo que sé es que estoy trabajando para decirles a los españoles que hay que cambiar. El PP es un partido abierto a todos y nos tiene que votar gente que en muchas cosas piensa de manera diferente. Voy a pedirle a quienes me dieron su confianza que me la vuelvan a dar y a aquellos que se la dieron al PSOE les diré que las cosas se pueden hacer mejor, que las vamos a hacer mejor y que en nosotros se puede confiar.

–¿Se siente preparado para gobernar?

–Espero que no suene mal, pero sí. Llevo en política desde que tenía 26 años. Fui concejal, diputado provincial y autonómico, con muchas responsabilidades, he tenido éxitos en mi carrera, he recibido muchos palos y tengo equilibrio. Siento que estoy en una situación de equilibrio, que es lo más importante, la clave, para dirigir el gobierno de un país.

–¿Quizás es el momento en el que ha estado más cerca de Moncloa?

–Aún queda tiempo para las elecciones, si el señor Rodríguez Zapatero no las adelanta. Tengo esperanza en el cambio. Es que es muy duro pasar del milagro español a ser un país en vigilancia. Es durísimo. El primer punto de mi programa electoral será crear empleo. No hay más. A partir de ahí las cosas cambian. Eso te da crédito en el exterior, prestigio, recursos al Estado, hace que la gente tenga ilusión, que puedan tener proyectos de vida… Ése, ése es el programa electoral del PP.

–¿Tiene un equipo de gobierno en la cabeza?

–Tengo algunas ideas e intentaré que vayan los mejores. Eso es lo que le puedo decir. No atenderé a otros criterios distintos.

–¿Qué criterios?

–Los que yo crea más capaces, más preparados, los más competentes.

–¿Está rechazando los criterios territoriales internos en el partido y de las cuotas por sexo?

–Ni criterios territoriales, ni criterios de cuotas, ni absolutamente nada. El único criterio es poner a los mejores. Y a ser posible a unos que sean mejor que yo.

– Es decir, que algún nombre concreto baraja...

–Alguno tengo, pero estoy seguro que usted no me preguntará porque intuye la respuesta.

–Que no lo va a decir.

–Es muy pronto.

–Pese a la situación, el PP no despega en las encuestas. ¿Por qué?

–En 1996, era una etapa que se llegó a conocer por algunos por la del paro, el despilfarro y la corrupción. Entonces el PP ganó por 300.000 votos y eso que IU tuvo 21 diputados. Nunca le ha sido fácil al espacio político de centro y centro derecha español ganar las elecciones. Estar seis puntos por delante como dice el CIS no es un tema menor.

–Ya, pero usted, como el presidente, también suspende.

–Los políticos somos como cualquier persona. Buenos, malos, mejores, peores, más capaces y menos capaces. Pero aquí hay algo muy duro. Éste es un país de muchas tertulias y el 95% se dedica a meterse con algún político. Es lo fácil, pero debería actuarse con un poquito más de equilibrio. Créame que yo he conocido en política a gente muy capaz.

–Será por las dudas que la propia clase política despierta ante tanto caso oscuro.

–Hay gobiernos mejores y peores.

–Si el PP no recupera las ciudades de Galicia y las otras dos diputaciones, ¿sería un fracaso en las elecciones locales?

–No me obligue usted a colocarme en la peor de las situaciones.

–¿Qué va a pasar?

–No lo sé, pero estoy muy animado. Los sondeos a nivel general y en Galicia son buenos. Es verdad que en las elecciones municipales juegan otros factores distintos, pero creo que vamos a tener un buen resultado y vamos a gobernar en todas las diputaciones.

–Se olvida de las alcaldías.

–Serán bastantes.

–¿Bastantes?

–Bastantes. Es muy difícil hacer pronósticos sabiendo que se pueden decidir por un concejal.

–¿Y en Vigo?

–Espero que el PP gane la alcaldía de Vigo. Tenemos una candidata extraordinaria.

–¿Espera, cree o está convencido de que va a pasar?

–Creo que vamos a ganar y vamos a gobernar.

–¿Apoyaría a CIU para formar gobierno en Cataluña?

–Es necesario un cambio político en Cataluña y nosotros queremos ser un elemento decisivo. Creo que vamos a serlo. A partir de ahí, hablaremos, como hemos hecho en el País Vasco, para defender unas posiciones en las que cree mucha gente.

–Deja la puerta abierta...

–Sí, siempre hemos sido constructivos.

–El señor Camps, ¿será o no candidato en Valencia?

–El señor Camps será candidato a la Presidencia de la Generalitat.

-¿Con independencia de una posible imputación?

–El señor Camps será el candidato, y todo lo demás habrá que preguntarle a los que hablan por ahí.

-¿Y Cascos en Asturias?

-Álvarez Cascos, yo no voy a descubrirlo, es una persona competente, capaz. Un clásico del PP. Ha estado a las duras y a las maduras. Ha sido un gran vicepresidente y ministro, y sería sin duda un gran candidato, como podrían serlo otros. En cualquier caso, es un tema que no está todavía sobre la mesa. Habrá que ver la disposición del señor Cascos. Hablaremos y seguro que tomaremos una buena decisión.

–¿Le ha molestado la visita del señor Aznar a Melilla?

–No, no, no. En absoluto. El señor Aznar me llamó diciendo que le gustaría ir y le dije que me parecía bien.

–Pero su figura, ¿no les crea en el PP ciertos apuros?

–En mí no. Genera más expectativas en los medios de comunicación que problemas dentro. Aznar en su día me designó candidato, entonces me presenté a un congreso, pero luego me presenté a otros. Para mí no existe ese problema.

–¿Qué cambios concretos ha visto en Galicia tras la vuelta del PP a la Xunta?

–Quizás el más importante es que hay un gobierno. Antes había un presidente, un vicepresidente y unos conselleiros normalmente peleados y en polémica. La gente necesita certidumbres. Creo que en Galicia las hay. Vemos un gobierno que ha hecho un esfuerzo de austeridad, que no ha generado grandes problemas y resolvió bien algunas operaciones como las cajas y el idioma, con una solución equilibrada. Como gallego y presidente del PP, estoy satisfecho.

–Habla de un Gobierno, pero lo cierto es que al presidente se le ve bastante más que a la mayoría de conselleiros.

–Pero eso no tiene por qué ser necesariamente malo. Al presidente se le ve mucho porque trabaja mucho.

–También menciona la austeridad, pese a los planes de publicidad millonarios y que el recorte en la administración paralela es, de momento, relativo.

–Por lo pronto ha suprimido un sinfín de delegados, que no es un tema menor. La Xunta camina en la buena dirección. Ahí tenemos uno de los retos más importantes del futuro. En España hay demasiada burocracia, que acaba generando normativa y trabas. El aparato del Estado se ha reproducido en las 17 autonomías. No es bueno, hay que reducirlo en todas las administraciones. Sinceramente.

–¿Sigue la polémica con el decreto del gallego?

–Sé que hay críticas por ambas partes, como siempre suele ocurrir cuando uno adopta una posición equilibrada. La mayoría está con el equilibrio y luego hay gente que defiende legítimamente sus posiciones.

–El Tribunal Superior de Xustiza acaba de admitir a trámite el recurso de A Mesa pola Normalización y la Real Academia Galega también ha presentado uno.

–Todo el mundo puede denunciar. Yo es que soy bastante partidario de la libertad, ¿sabe? Tengo dos hijos y quiero educarlos yo, conforme a lo que pienso. Y es más importante mi criterio y el de su madre que el de un director general o el de una Mesa.

–¿Y lo que diga el sector educativo? Ellos también están en contra.

–Lo que diga el sector educativo es muy importante, pero los padres lo son más.

–El sector habla de un decreto claramente regresivo con el gallego.

–Lo dicen algunos, los que más hablan. Lo más importante que tenemos las personas en la vida son los hijos. A mí me gusta que me dejen educar a mis hijos como quiera. Los profesores son un puntal básico, y viven dificultades graves en este momento. Es muy difícil ser un profesor porque muchas veces no tienen ayuda de nadie. Ni de la Administración, ni siquiera de los padres. La vida al final es un examen continuo. Y entonces es mejor acostumbrarse ya al examen continuo desde pequeñito y no encontrártelo a los veinte y tantos.

–¿No tardó demasiado el PP en felicitar al sector financiero por el resultado de los test de estrés?

–No. Ni felicitamos ni dejamos de felicitar. Siempre creímos en el sector financiero español. Hubo momentos de dificultad y respondimos muy activos en la redacción de todos los decretos, en las últimas normas sobre cajas. Tuvimos reuniones con todo el sector como el Gobierno y las cosas se han hecho bien, aunque con bastante retraso. Lo único que tengo que decirle al sector financiero, y es mi obligación, es que aporte crédito al pequeño y mediano empresario, que hay mucho que se ha hundido por eso.

–Tras la reunión con el presidente por la reforma de las cajas, preguntado por Galicia, dijo que el país tendría "un problema muy serio" si ganaban las "razones personales". ¿Hablaba de Julio Fernández Gayoso [presidente de Caixanova]?

–No, no. Procuro no hacer referencias personales y desde siempre tengo una buena relación con el señor Gayoso. En el año 2010 no se puede ser pequeño porque el mundo es muy grande y ya ve usted las fusiones que ha habido. Un proceso que no empezó hoy y que en el futuro, aunque no me atreva a decir cuándo, volverá. Habrá más fusiones de cajas.

–¿La fusión gallega peca de ser pequeña?

–Hoy es una buena operación, bien hecha y saldrá bien. Pero, fíjese, ha habido una fusión muy importante, Bancaja que era la tercera caja, con la segunda, que es Caja Madrid. Este proceso seguirá. Pero el futuro no es mañana: es pasado mañana.

–La reestructuración se lleva un montón de dinero público y, además, a base de esas prejubilaciones, con 55 años, que usted critica.

–El proceso no es fácil, como muchas de las decisiones en política y en cualquier faceta de la vida, pero necesarias para luego salir hacia delante. Hay que ver si realmente no había un exceso de capacidad en España, demasiadas cajas, bancos, sucursales, plantilla... Lo que puede llevar a que en un momento determinado una entidad no esté bien.

–¿A usted le molestaría que la caja gallega tuviera socios privados?

–No, no. A mí no. Y además creo que en ese futuro será inevitable. Las cajas de ahorros viven hoy fundamentalmente de sus recursos propios, de los depósitos que captan, pero los bancos y otras entidades financieras pueden acudir al mercado. Ni me gusta ni me deja de gustar. Simplemente es que el mundo va por ahí y pelearse contra el mundo tiene bastante poco sentido, y créame que se lo digo muy en serio.