Más de siete años avalaban su trayectoria profesional en las cuadrillas antiincendios que cada verano defienden del fuego los montes gallegos. Pero poco más de diez días llevaba este tomiñés, Julio Martínez da Silva (Vigo, 12 de abril de 1983), trabajando este año.

Vecino de la parroquia de Estás desde hace bastante tiempo, tenía tan sólo 27 años. Desde hace siete trabajaba a la llegada de la estación estival como bombero en las cuadrillas antiincendio, desarrollando labores de vigilancia y extinción de fuegos.

Durante muchos años había desarrollado este tipo de funciones en los montes de su zona. Primero trabajó para los ayuntamientos de los alrededores, más tarde para la Xunta de Galicia y después de la privatización, para SEAGA, empresa pública de servicios agrarios gallegos. Así era como cada verano, él y alguno de sus amigos, ganaban algo de dinero mientras disfrutaban de aquello que les gustaba y apasionaba: el monte.

Pero éste, a diferencia de otros veranos pasados, donde durante más de tres meses colaboraba en tareas de extinción de incendios, apenas llevaba más de dos semanas trabajando en la cuadrilla antiincendios de Gondomar. Con el nuevo sistema de adjudicación de plazas, no había conseguido una hasta principios de agosto. El jueves, él y su compañero fallecido, eran unos de los primeros en llegar a la zona.

Todos los vecinos lamentaban la trágica pérdida y destacaban el "buen corazón del chaval". Su familia, amigos y novia se encontraban derrotados. Una de las vecinas afirmaba que estaban "ante una situación que supera a cualquiera".

Varios de sus amigos, naturales también del municipio tomiñés, eran bomberos. Durante años habían trabajado juntos y este era el primero que cada uno trabajaba en diferentes lugares. Se quejaban algunas de las personas conocedoras de los hechos, de las pruebas de adjudicación de plazas hechas durante este año "en las que valía más el ejercicio físico que la experiencia". "De nada les sirvió a muchos de ellos haber trabajado durante años en lo mismo", dicen "porque luego si alguien sacaba mejor resultado en las pruebas físicas, la plaza se la concedían a esta persona, no a la experimentada". "Tanto a los capataces, como a los retenes. Además les adjudicaban las plazas lejos de los montes que ellos conocen y llevan años cuidando, y todo, como en el caso de Julio, por poco más de mil euros al mes. Se juegan la vida, y muchas veces las cuadrillas no están formadas por la gente más experimentada, sino por los que más corren", indican. El joven se había quejado en más de una ocasión en que los medios técnicos que tenían a su alcance no eran los más adecuados y se lamentaba de que la experiencia no sirviera de nada a la hora de adjudicar las plazas.

Los vecinos lloran amargamente la muerte de un joven "responsable y trabajador, con una novia desde hace muchos años y con toda una vida por delante que no tuvo tiempo a vivir".

Julio Martínez, cuya madre era natural de la parroquia de Estás, donde ahora residía, había vivido también en Vigo. Además de su larga experiencia dentro de diferentes cuadrillas antiincendios había realizado, según afirman los vecinos, estudios de jardinería, de la que era un apasionado.

El entierro tendrá lugar esta tarde en San Pedro de Sárdoma, de donde es natural su padre, Xulio Enrique Martínez Davila, actual director gerente de Sogaisma Prosistemas.

La Alcaldesa de Tomiño y todo el equipo de gobierno expresaban ayer su pesar por el fallecimiento del joven y anunciaba que las banderas del Concello ondearían a media asta.

David contra Goliat

Muchos vecinos se preguntaban que hacía un brigadista y no un bombero profesional delante de llamas de más de dos metros. Contaban que muchos de los integrantes de estas cuadrillas ni siquiera tienen a su alcance mangueras. "Muchas veces lo único que llevan es una pala y ante un fuego de estas características debería estar un bombero profesional con una manguera a su alcance", narraba una persona cercana a los hechos. "Es la historia de David contra Goliat. Sin medios y a veces incluso sin agua luchan contra enormes llamas de fuego". Se quejaban, de nuevo, igual que muchas otras personas cercanas a estas cuadrillas antiincendios, del proceso de selección que este año primaba la fuerza física sobre la experiencia, algo vital a la hora de ponerse delante de las llamas. "Pagaron estas dos personas, más implicadas, el mal hacer de la empresa. Esperemos que esto no vuelva suceder, que la muerte de estos dos chavales sirva de escarmiento, aunque ellos se han llevado la peor parte".