En tan sólo dos semanas, tres familias gallegas pondrán fin a una búsqueda que empezó hace más de 70 años. Voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), grupo del Bierzo y promotor de las primeras exhumaciones del franquismo, abrirán el próximo día 14 de junio una fosa en Aladrén. En el cementerio de la localidad zaragozana yacen los restos de tres gallegos fusilados en diciembre de 1937: Cándido Silva Toucedo, de Aguiño (Ribeira), Juan Moreno Alegrete, de Vigo, y Benito Alonso Rivero, de A Cañiza. Se trata de la segunda exhumación con víctimas gallegas que se llevará a cabo fuera de la comunidad. La primera fue en el año 2004, en Arnado (León). Entonces, fueron recuperados los restos de Ramiro Franco, edil republicano de Rubiana (Ourense) y Carlos López, conocido como El coruñés.

La familia de Benito Alonso se enteró hace apenas un año del lugar en el que había sido paseado cuando intentaba pasarse al bando republicano. Y fue a través de un reportaje de este diario en el que informaba de los pasos dados por las otras dos familias que tenían a sus allegados sepultados en Aladrén. En esa información también se daba el nombre de Benito Alonso. "Supimos por esa información dónde había sido fusilado", comentan sus familiares desde el País Vasco. Su sobrino, que abandonó hace 50 años A Cañiza, había escuchado que Benito había muerto "por Zaragoza". Ninguna pista más que le acercase hasta el lugar exacto en el que había sido sepultado hace ya más de siete décadas. Y en la familia, cada vez que se hablaba del asunto, la respuesta era la misma: "Murió en la guerra. "Era un tema tabú. No se hablaba ni se preguntaba sobre lo ocurrido", relatan.

Junto a los familiares de Benito Alonso, los de Cándido Silva Toucedo y Juan Moreno Alegrete cuentan los días para cerrar este capítulo de la historia. Para la familia del coruñés Cándido Silva, no es la primera vez que intentan recuperar sus restos. Su hijo José ya lo intentó a mediados de los años ochenta, cuando a su regreso de Estados Unidos empezó a recabar documentación para tramitar una pensión para su madre. Pero sus esperanzas de exhumar sus restos se vieron frustradas al contactar con el párroco de Aladrén. En esa fosa, según le comentó el sacerdote, están enterrados una veintena de fusilados. Una exhumación que para entonces resultaba compleja, tanto por los permisos necesarios para el desenterramiento como por los costes de las pruebas de ADN para la identificación.

Veinte años después de ese intento fallido, la familia de Cándido Silva espera recuperar sus restos y darles sepultura en su tierra. Con el mismo propósito viajarán el próximo día 14 a Aladrén los familiares de Juan Moreno Alegrete. Puri Fernández rehizo con el pasado del tiempo el puzzle de la memoria de su abuelo. "Siempre supimos dónde estaba enterrado, pero nunca por dónde tirar", comenta la nieta de Juan Moreno. Pero tras contactar con la ARMH, Puri se hizo con las piezas que faltaban para su particular rompecabezas. Una de las últimas la colocará tras la apertura de la fosa cavada en el cementerio de Aladrén hace siete décadas. Y la última, cuando los restos de su abuelo descansen en su tierra.