Junto con el despegue definitivo de otras fuentes renovables, sobre todo la biomasa, el viento está predestinado por su fuerte potencial en el territorio gallego a marcar el futuro del sector energético y consolidarse como uno de los motores de la economía en la comunidad. Todas las miradas están puestas en el nuevo concurso eólico de la Xunta tras anular el anterior reparto impulsado por el bipartito. En paralelo con las disputas políticas entre el actual y el anterior Ejecutivo autonómico, el proceso se ha encontrado por el camino con una larga lista de problemas que amenazan tanto la viabilidad de los proyectos como la concreción de un calendario que permita saber con más o menos claridad cuándo se podrán levantar los nuevos parques y cuándo estarán funcionando. Los promotores están convencidos de que los primeros proyectos podrían estar listos entre 2014 y 2015, aunque la mayoría no llegarán antes de 2018. Fuentes del sector aseguran que incluso ése es el escenario que se baraja entre los técnicos de la Consellería de Economía e Industria, que oficialmente se resiste a hablar de un plazo concreto, aunque insiste en que "en ningún caso" supondrá un retraso con el escenario que se viviría con los planes de sus antecesores en San Caetano.

A mediados de julio, el día 19, se cierra el plazo de presentación de solicitudes para los 2.325 megavatios (MW) abierto este mismo mes. El departamento que dirige Javier Guerra se da otro cuatro meses más a partir de entonces para el cribado de los proyectos y adjudicar la potencia. Así que el proceso formal del concurso debería estar acabado antes de que acabe el año. Entonces se abre otro largo periodo para conseguir todos los permisos necesarios, estudios de impacto ambiental y demás trámites burocráticos, con el riesgo latente de que determinadas licitaciones –esta vez se hará por zonas con un cupo de potencia máximo por cada una– acaben en una guerra de reclamaciones por parte de los que queden fuera.

Esta posible situación, el aluvión de recursos, es ahora una incógnita –aunque muchos empresarios la dan por hecho–, a diferencia de los condicionantes técnicos, las limitaciones con el registro de preasignación creado por el Ministerio de Industria para ordenar el crecimiento de las energías del régimen especial, las que están subvencionadas, y precisamente el recorte previsto en las primas que cobran. Tres obstáculos que son una realidad.

La necesidad de reforzar las grandes líneas eléctricas gallegas para dar capacidad de evacuación a los parques no es nueva. De hecho, en el sector ya contaban con eso en el anterior concurso. Red Eléctrica (REE), encargada del transporte, ya avisó en innumerables ocasiones que el sistema estará listo a partir de 2016, si los proyectos en marcha –las mejoras de los enlaces con Asturias, la Meseta y Portugal, entre otros– no acumulan más retrasos por los trámites administrativos y la oposición vecinal. Un requisito al que se une la apuesta definitiva por incidir en el consumo de hogares e industria en momentos en los que la producción eólica se dispara y que suele coincidir con periodos de baja demanda. Sobre todo por las noches. REE apunta al coche eléctrico, los electrodomésticos inteligentes y los sistemas de bombeo de las hidroeléctricas como fórmulas para conseguirlo.

De hecho, es precisamente un informe de REE que alertaba de que en 2014 se podría llegar a desperdiciar un 2% de la eólica por las noches una de las causas que el Ministerio de Industria esgrime para escalonar los nuevos proyectos. Hasta 2013 no habrá más capacidad en Galicia y la posibilidad de colar los 2.325 MW en los siguientes dos ejercicios es "imposible", según el sector. Sin olvidar que sin el concurso, hay otros casi 1.000 MW pendientes de construir.

A todos ellos les falta saber cuánto cobrarán por la energía generada y, por lo tanto, la rentabilidad del negocio. Industria asegura que en julio confía en llegar a un acuerdo. Los promotores calculan que el recorte de primas oscilará el 25%. Otro enemigo para el concurso gallego a la hora de plantear los nuevos proyectos.