En la hora y media que duró ayer el nuevo encuentro entre las cajas gallegas, el octavo desde el pacto para sondear la posibilidad o no de asumir un "proyecto en común" y el más breve de todos, los equipos negociadores evidenciaron de nuevo que sus respectivas posturas están muy lejos de encontrar un camino conjunto. La semana más intensa en conversaciones se cierra sin ningún acuerdo de relevancia. Por eso, la Consellería de Facenda quiere sentar a los líderes de Caixanova y Caixa Galicia frente a frente con el Banco de España. Una reunión convocada a instancias del propio Gobierno gallego con Julio Fernández Gayoso, presidente de la caja viguesa, y José Luis Méndez, el director general de la entidad con sede en A Coruña, que pretende, además, que se celebre en Santiago lo antes posible para dar "un paso más" a la vista de la encrucijada en la que se han visto envueltos los contactos.

No hay fecha todavía, a la espera de la agenda de los directivos del Banco de España y de Gayoso y Méndez. De hecho, durante la cita de ayer con las dos delegaciones ni siquiera se acordó que los convocados fueran los máximos responsables de las entidades. Facenda lo aclaró tras el encuentro. Sería la segunda cita con el supervisor financiero tras la celebrada esta misma semana para analizar las cuentas de una posible unión y tras su bendición a la viabilidad, con un tope de 1.162 millones de euros en ayudas públicas y un estricto plan de adelgazamiento de activos.

Ni las presiones que desde la Xunta se vienen lanzando estos últimos días para intentar lograr un pacto, con las 48 horas marcadas por el propio presidente Núñez Feijóo y "el plazo corto" que ayer se marcaba también Alfonso Rueda, conselleiro de Presidencia. Ni tampoco la urgencia con la que el Banco de España apremió a las entidades para pronunciarse, sea cual sea –el responsable de Supervisión de la autoridad financiera, Jerónimo Martínez Tello, deja en manos de Caixanova y Caixa Galicia la decisión final y no está dispuesto a entrar en los criterios de gobernanza–, ha logrado arrojar luz a las conversaciones.

Son dos planteamientos tan claros como alejados. Caixanova, encargada de pilotar el proceso por petición del Banco de España, exige que el liderazgo y "la fortaleza de las cuentas" se traslade al reparto de la cuota de poder en caso de una integración. Una petición que pasa por mayoría en Asamblea y Consejo y los cargos de presidente y director general. En este último caso, prácticamente consensuado en la figura de José Luis Pego, actual director ya en la caja viguesa y encargado de llevar los contactos.

Con las dudas que todavía mantiene en los números, a lo que no está dispuesta Caixanova es a dar marcha atrás en la necesidad de vender alrededor de 250 oficinas de la red exterior de Caixa Galicia, para ganar liquidez y perder lastre. Condiciones todas que el Consejo de Administración de la entidad viguesa validó el pasado jueves tras cerrar filas con el presidente ante las acusaciones de boicoteo, según aseguran en el entorno de la entidad. Una postura, por lo tanto, "firme" y que los negociadores están obligados a defender.

La delegación de Caixa Galicia, encabezada por Javier García de Paredes, director general adjunto, tiene también la suya avalada por sus consejeros, la de que se haga una fusión paritaria, equilibrada al 50%. En su reunión del jueves volvió a acreditarse la apuesta firme de la cúpula, reticente a deshacerse de gran parte del negocio en otras comunidades y de que Caixanova se quede con los puestos de relevancia y más asientos en los órganos de decisión.