Tras una inédita semana de lo que los marineros acostumbrados a lidiar con fuertes temporales bautizarían como calma chica, llega el momento de abrir los anunciados contactos para sondear la viabilidad de un “proyecto común” entre las dos cajas gallegas. Un nuevo escenario, abierto por el Banco de España, con su petición expresa a Caixanova para que asuma el timón y eche cuentas. Porque si hay algo en lo que coinciden ambas entidades es que las cifras que la Xunta puso encima de la mesa para su plan de fusión con la auditoría encargada a KPMG es que prácticamente todos los elementos analizados en el informe o se pasan de optimistas, empezando por el beneficio bruto acumulado -2.671 millones hasta 2015-, o se quedan muy cortos, especialmente en las previsiones de las ayudas públicas necesarias y la reestructuración.

El cálculo de la inyección de fondos y de recorte de redes y plantilla coincide al dedillo con los porcentajes que marca el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) para adelgazar las cajas que acudan a sus préstamos. ¿Una coincidencia? En el entorno de la Xunta aseguran, para bien, que ellos mismos fueron los primeros sorprendidos de la exactitud. En el sector y entre expertos auditores sostienen que es uno de los muchos ejemplos de la invalidez del documento como punto de partida para mañana, cuando todo empieza de nuevo.

Que los contactos se conviertan realmente en una negociación, es decir, que el equilibrio del negocio futuro esté garantizado y por lo tanto se pueda dar un paso más en la decisión de las cúpulas de ambas entidades, depende de las necesidades de financiación que tendría una hipotética operación entre las cajas gallegas. Y de dónde sacar ese dinero. La auditoría, según la Xunta, calculaba 1.190 millones de euros, de los que unos 485 se utilizarían indirectamente para costear prejubilaciones y ceses de contratos, y el resto, para ajustar la recapitalización de las entidades y las dotaciones. Justo el volumen de ayudas, por debajo del 2% de los activos supuestamente ponderados por riesgo, que evitarían que el posible proceso tuviera que recibir el visto bueno de la Comisión Europea, muy preocupada por los efectos del FROB sobre la competencia.

Pese la enorme duplicidad de las redes comerciales de Caixanova y Caixa Galicia, las dos con Galicia como cuna del negocio, el informe de KPMG situaba los cierres de oficinas en no más de 280. Otra coincidencia con las propias pautas que recoge el FROB, que en previsión de evitar una distorsión del libre mercado exige una desinversión de “al menos” del 10% de la capacidad instalada si la ayuda solicitada al FROB supera esa barrera del 2% de los activos ponderados por riegos. Algo que, según varias fuentes cercanas a la negociación, no quedaría otro remedio que hacer si el FROB es la única alternativa para reforzarse. “¿Se miró realmente la rentabilidad de las oficinas o simplemente es la aplicación de una fórmula?”, cuestiona un prestigioso auditor gallego.

Por eso las cuentas con las que parten los contactos ahora, a partir de mañana por los equipos encabezados por el director general de Caixanova, José Luis Pego, y el director general adjunto de Caixa Galicia, Javier García de Paredes, son otras. La entidad viguesa, con el encargo del supervisor del sistema, sostiene que las oficinas candidatas a cambiar de manos son el doble, unas 500 -en el seno de San Caetano no lo discuten- y mucho más del doble también el dinero que Caixanova necesita para sanear activos y lanzar un proyecto “viable”. La condición que nadie pone en duda.

Más cerca de los 3.000 millones que de los 2.000, con el quebradero de cabeza que supondría para la devolución y el pago de los elevados tipos de interés del FROB -entre un 7,75% y un 8%-, una vez que se descarta poder acudir al Fondo de Garantía de Depósitos para costear la operación. El Banco de España ve muy, muy complicado acceder a una inyección tan grande de los fondos -no sólo estaría muy por encima del proceso más caro abierto hasta ahora, el de Caixa Catalunya, Tarragona y Manresa, con el apoyo de 1.250 millones, sino que iría camino de convertirse en la operación financiera más cara de la historia- y analiza las diferentes opciones que Caixanova le ha hecho llegar. La decisión del organismo gobernado por Miguel Fernández Ordóñez lo marcará todo.

El futuro del negocio

Porque la viabilidad, por mucho que se haya convertido casi en retórica pura y dura en este largo debate, no es ninguna broma. “El margen financiero está cayendo de forma brutal en el primer trimestre. Está afectando a todas las entidades”, señaló hace un par de semanas Enrique Ambrosio, presidente de Caja Cantabria. Una afirmación que comparten en el sector, que ven en 2010 un año todavía más complicado que 2009 para el negocio financiero.

El margen de intereses, o margen financiero, es el primer asiento de la contabilidad de cajas y bancos y mide la diferencia entre los intereses y rendimientos que las entidades obtienen y el coste que para ellas tienen los recursos. De esa cantidad luego se van detrayendo todos los gastos internos y de explotación. Tras incrementos de dos dígitos en los anteriores ejercicios, el pasado aumentó de media sólo un 9,9%. ¿Por qué seguirá reduciéndose? Por cuestiones tan domésticas como que la revisión de las hipotecas tras la importante caída de los tipos de interés el pasado año cierra el grifo de los ingresos. El margen de intereses en Caixanova creció un 30,98%. Un 4% en Caixa Galicia. El “proyecto común” pasaría, en caso de salir, por seguir captando depósitos, teniendo en cuenta que se aventuran reglas todavía más estrictas para los colchones para futuras insolvencias.