O el promotor cuenta con un hueco en el registro de pre-asignación creado por el Gobierno central a finales del pasado noviembre, o la energía que generen sus instalaciones quedan al margen de las suculentas subvenciones que reciben las fuentes renovables y que hacen del sector uno de los más rentables, incluso en plena crisis económica. Sean centrales de biogás, biomasa, cogeneración, termoeléctrica, hidráulicas y, sobre todo, por su empuje, la eólica. La nueva criba para el régimen especial va camino de convertirse en el otro gran enemigo del impulso a las energías verdes en Galicia, tras el evidente parón del negocio del viento por la polémica con el concurso del bipartito y la ley que sacaron los populares tras su vuelta a San Caetano. De las 361 instalaciones incluidas por el Ministerio de Industria en el registro y, por tanto, con derecho a recibir una prima por su producción, sólo once son gallegas. Más de 9.000 megavatios (MW) se han inscrito hasta ahora y únicamente el 2,5% se reservan para la comunidad.

Prácticamente todas las instalaciones ubicadas en Galicia que reciben el respaldo de Industria son parques eólicos. Diez, exactamente. La otra que figura en el registro es la central hidroeléctrica de Frieira, en Pontevedra, con una potencia total de 17,54 MW. Hoy por hoy, son las únicas productoras que tienen garantizada su inclusión en el régimen especial.

A la espera de otras posibles entradas de instalaciones gallegas en lo que queda de año con las convocatorias previstas por el departamento que dirige Miguel Sebastián, el crecimiento futuro de la eólica y del resto de renovables en Galicia es una gran incógnita. Porque el registro marca el calendario previsto para el sector en los próximos tres años con límites muy claros para evitar un desajuste del sistema eléctrico -que no se pongan en marcha más productoras de los que las líneas de evacuación pueden asumir- y, de paso, dejar la primera piedra para reducir las primas que reciben de los fondos estatales. Entre este 2010 y el 2013 se integrarán un máximo de 6.000 MW de eólica en toda España y 2.440 en solar fotovoltaica, que cuenta con su propio registro.

El parón

Sin margen para presentar nuevos proyectos hasta que el nuevo concurso eólico de la Xunta eche a andar, el cronónometro juega en contra del desarrollo del sector en la comunidad. Los primeros que se apunten y cumplan con los requisitos -contar con un punto de conexión, la autorización administrativa, licencia de obras, el aval de acceso a la red de transporte y un segundo aval para el registro- serán los que puedan verter electricidad y recibir la subvención. Los 2.300 MW subastados en la anterior legislatura están pendientes, tras la suspensión del proceso impulsado en la anterior legislatura, de un nuevo reparto que, según la Xunta, se iniciará este mismo mes de marzo. Claro que para llegar al registro hay antes que resolver las peticiones y autorizarlas. La burocracia llevará meses.

Por eso los promotores gallegos y la patronal de toda España alertan del parón de la eólica en Galicia y de la travesía en el desierto que se avecina. Un sector transcendental por su aportación al Producto Interior Bruto (PIB) de la comunidad, alrededor de un 1,2% -tanto como la leche o el naval-, el volumen de empleo que genera -unos 2.000 trabajadores- y porque lleva asociada una potente industria, la de los componentes, incapaz de salvarse de la crisis y con varias plantas en regulación de empleo o cierre.

La distribución de la cuota inscrita en estos primeros meses muestra, por lo tanto, cómo será el mapa inmediato de las renovables en España. Un reparto en el que Galicia ocupa el octavo lugar, con 225,1 MW, y una diferencia enorme con las comunidades que están por encima. Andalucía incluyó en el registro más de 2.600 MW, Castilla y León -que ya es la líder nacional en aprovechamiento del viento- suma casi 2.000 y Cataluña, otros 1.113. El resto de autonomías que tienen más potencia que Galicia son Extremadura (922), Castilla-La Mancha (880), Valencia (667) y Asturias (280).