Como un amigo implacable que te ha dejado dinero, el Estado llamará en breve a la puerta de los ayuntamientos para reclamarles parte del dinero que les adelantó en 2009. La cantidad todavía se desconoce, pero todas las partes saben que la única concesión que hará será en el plazo de devolución.

El Ministerio de Hacienda ultima las liquidaciones de los ejercicios de los dos últimos años en los que la caída de ingresos municipales ha sido brutal. Tanto que ahora tienen pánico a los datos de Madrid, que al comienzo de cada año adelanta a los ayuntamientos una estimación de los ingresos previstos. La crisis ha derribado las optimistas previsiones de Zapatero y los brotes verdes que intuía se parecen más a manchas de musgo que a signos de vitalidad.

“Se ha pactado pagar la liquidación negativa en cuatro años para que el impacto sea menor; de lo contrario sería imposible”, confiesa el presidente de la Federación Galega de Municipios y Provincias (Fegamp), Carlos Fernández. Las últimas cifras de caída de ingresos rondan el 10%, por lo que el pesimismo se apodera de los alcaldes.

Son muchos los municipios que sufren en el día a día para recortar gastos y que se encuentran asfixiados por la caída de ingresos. Poio, por ejemplo, tiene una deuda de nueve millones. Su presupuesto para este año asciende a once.

La receta para revocar la situación es tan fácil de plantear como difícil de ejecutar: recortar gastos. En Cangas, que en 2007 tenía una deuda de 22,5 millones de euros, trata de recortar incluso el papel, pero “es difícil recortar en el gasto corriente que tenemos, que es de 9 millones”, dice el edil de Hacienda, Xosé Xoán Santamaría. El 80% corresponde a personal. Para pagarles el sueldo tuvieron que recurrir a un crédito de 1,3 millones.

Por eso, la factura de la luz también sirve para descargar peso. Todo lo que reste gasto es bienvenido. El Plan E les ha permitido reformar el alumbrado público, en el que se gastaban 200.000 euros anuales. Ahora prevén un ahorro cercano a los 30.000 al año, a lo que quieren sumar el uso moderado de teléfonos, instalaciones o papel.

“¡Te queman!”

Los ayuntamientos prestan muchos servicios, pero carecen de unos ingresos suficientes para mantenerlos. El caso de Ponteareas resulta significativo, donde más de 200 trabajadores atienden a la ciudadanía en el ayuntamiento, la residencia para 45 mayores, la guardería, el conservatorio, la ludoteca... ¿Se plantean cerrar alguno para contener gastos? “Te queman el ayuntamiento”, bromea el regidor Salvador González Solla.

Su situación es una de las más acuciantes. Su deuda con la Seguridad Social alcanzó los 6 millones de euros pero lograron pactar un pago fraccionado durante nueve años. Ahora les restan por abonar dos millones “Pero no tenemos ingresos. Si antes por licencias sacabas 600.000 euros, ahora sacas 100.000”, explica el regidor.

La situación es generalizada. La Diputación de Pontevedra esgrimió un informe interno para revelar que una veintena de ayuntamientos de la provincia se encuentran ahogados económicamente, si bien no ha querido desvelar cuáles.

Lo que sí ha confirmado es que mantendrá una reunión con sus alcaldes para abordar soluciones a una situación que, en algún caso, rozarían la quiebra técnica.

La radiografía completa de los ayuntamientos gallegos es complicada de revelar porque los últimos datos del Ministerio de Economía se referían a las cuentas de 2007, previas a los momentos más duros de la crisis. Según esos datos, deben 635 millones de euros, por 323 de las diputaciones. De hecho, apenas el 36% de municipios remite sus presupuestos al Consello de Contas en plazo.

De acuerdo con los datos de este organismo, Ponteareas alcanza un endeudamiento del 254%, Nigrán del 169%, O Carballiño del 166%, Carnota del 161% y Salvaterra del 145%. El límite legal es ahora del 125%, el doble, por ejemplo, del porcentaje de endeudamiento de Sanxenxo, que alcanza los 13,2 millones de euros, según sus último datos. Mantiene una situación más cómoda que otros municipios pontevedreses pese al pinchazo de la burbuja inmobiliaria.

La crisis del ladrillo ha reducido los ingresos por tasas de obra de los 43 millones de 2007 a los 29,6 de 2008, de acuerdo con los datos del Ministerio de Economía y Hacienda.

Las cifras del Gobierno marcan en rojo los nombres de algunos ayuntamientos. Vilagarcía debía en 2008 18 millones de euros, Sanxenxo 13,7 millones de euros (en la actualidad es de 13,2); Poio 8,1; Nigrán 5,1; Cambados 4,7; Mos 4,3; Moaña 4; Lalín 3,9; A Estrada 3,7... La capacidad para enfrentarse a la crisis dependen del tamaño y recursos de cada uno, por lo que la radiografía no se ajusta a la realidad actual.

La situación es peor. Algunos son incapaces de amortizar incluso una deuda de 400.000 euros que arrastran desde hace años. Es el caso de Chantada, que ha optado por el leasing para poder contar con una pala mixta y un camión para el alumbrado. Nada está en propiedad. El Nissan del servicio de Protección Civil tampoco no podrá ser renovado. “Seguimos debiendo 400.000 euros a espera de las liquidaciones de 2009, que serán muy negativas”, confiesa Manuel Anxo Taboada.

El Plan E no ha sido el maná que esperaban, sino más bien una lluvia fina. Solo el 20% podía destinarse a gasto corriente, insuficiente en opinión de los alcaldes. “Necesitamos obras, pero también tenemos servicios que mantener”, dice González Solla.

De hecho, en Cangas todas las obras están financiadas por el Estado. “En el presupuesto este apartado pasó a 0”, explica Santamaría, que rebaja las críticas de la junta de personal que denuncia incluso que carecen de papel en las impresoras.

Una nueva financiación

Carlos Fernández, presidente de la Fegamp, considera que la única salida posible a esta situación es la reforma de la ley de financiación de entidades locales, una vieja demanda que no ha logrado concretarse pese a que se vislumbran los nubarrones de 2010.

Pese a ello, al Estado no le temblará el pulso para reclamar el dinero adelantado, como hizo con la Xunta hace unos meses. El Gobierno gallego tendrá que devolverle 2.000 millones a Moncloa recibidos de acuerdo a una previsión de ingresos demasiado optimista y que no se ha cumplido. Los ayuntamientos no serán menos.