El martes por la tarde Julián Barrio decidió comparecer ante la prensa y preguntó a una de las personas que trabaja con él: "¿Podríamos convocar una rueda de prensa mañana?" Sólo él conocía lo que iba a decir sobre la visita del Papa tras su visita alVaticano en compañía de Núñez Feijóo. La anécdota revela el carácter de Barrio,que se convirtió con 49 años en el arzobispo más joven de España cuando sustituyó a Rouco Varela en Santiago. Estos días debe de haberse sentido incómodo al convertirse en centro de atención mediática. Él prefiere la discreción del segundo plano, la tranquilidad fuera de foco de una vida en la que trata de ser lo más autosuficiente posible. Su día a día transcurre entre la rutina y la actividad propia de su condición de obispo,que genera una agenda en la que se alternan recepciones, encuentros con miembros de la Iglesia y laicos y salidas como la de ayer a la parroquia de Arzúa.Al margen de esto,Barrio ha elegido una vida austera y reflexiva que comienza con un rezo nada más levantarse. A las 9 de la mañana desayuna mientras lee la prensa en el palacio arzobispal,en una esquina del Obradoiro. En esta estancia lleva viviendo con su madre desde 1996,año en que llegó a Santiago procedente del Seminario de Astorga, donde fue vicerrector. Su madre, de edad avanzada, y tres miembros del instituto secular que ya habían trabajado para Rouco.Estas cuatro personas son las que forman parte de su círculo más íntimo y cotidiano. Nacido en Manganeses de la Polvorosa en 1946,Barrio se ordenó en 1971 en Astorga,donde se licenció en Teología y Filosofía y Letras, además de doctorarse en Historia por la Universidad Pontificia de Salamanca. Culto, políglota -habla francés, alemán e italiano- y amante de la música clásica, invierte sus horas libres en una febril actividad lectora, aunque en su currículo destacan numerosas publicaciones. Por eso no extraña que escriba sus propias homilías y discursos,lo que provoca que se acueste bastante tarde, según sus colaboradores. El uso del ordenador es de las pocas concesiones a la tecnología, pues, aunque posee móvil, apenas lo usa. "Es como si no lo tuviese", comentan en su entorno. Barrio llegó a Santiago de la mano de su predecesor,Antonio María Rouco Varela, actual obispo de Madrid y con el que sigue manteniendo una buena relación. Desde 1996 ha ofrecido un perfil discreto y tolerante,alejado de las polémicas en que se ha involucrado la Iglesia, especialmente contra decisiones del Gobierno de Zapatero.No suele hablar en la Conferencia Episcopal, aunque cuando decide participar, sus palabras son respetadas. Paradójicamente, Barrio se ajusta al famoso talante. Un gesto muestra las escasas aristas de su carácter. Pese a nacer fuera de Galicia, se ha esforzado por aprender la lengua de Rosalía y en ella pronuncia el padrenuestro cuando oficia misa. Los paseos por el jardín del Arzobispado constituyen su principal actividad física, aunque su dieta frugal,conmucho pescado, sin sal y en poca cantidad,le ayuda a cuidarse. Su vida personal se circunscribe a esta construcción en pleno Obradoiro, donde recibe a sus amigos, su cuñada o alguna de sus cuatro sobrinas. Salir no le gusta demasiado,quizás por su timidez. Él prefiere la tranquilidad. Por eso el protagonismo y el trajín de los últimos días no encaja en su naturaleza discreta.