Hace justo un año, media Galicia se quedaba a oscuras, durante unas horas en algunas zonas, durante días en la comarca de Ortegal y la Mariña de Lugo. Aquella ciclogénesis explosiva que se bautizó con el simbólico nombre de Klaus tiró literalmente parte del esqueleto eléctrico de la comunidad y sometió al sistema a una presión que no se recordaba en años. El presidente de REE se pone un aprobado “por los pelos” -al margen de lo que ocurrió con las distribuidoras, a las que en parte disculpa- y tira del ejemplo para reivindicar la necesidad de seguir reforzando la red. “¿Qué preferimos, el impacto paisajístico de una línea o el derivado del cambio climático?”, pregunta. Porque Luis Atienza avanza que la electricidad será “el vector clave en la energía del siglo XXI” por su papel de integradora de las renovables, que necesitarán como apoyo energías convencionales como la nuclear y de la que Atienza es un gran defensor con frases “muy claras”.

-Cuando comenzó la crisis usted aseguró que el compromiso de inversión, 200 millones en Galicia en cinco años, se mantendría. Visto que cuesta salir de la recesión, ¿hay que replanteárselo?

-No. La red de transporte no se diseña para la demanda coyuntural y hay elementos estructurales que hacen que todavía necesite un nivel de inversión muy importante en la próxima década. El avance del plan que el Gobierno presentó en Bruselas marca un objetivo del 20% en 2020 en energías renovables que para cumplirlo obligará a que en el caso de la electricidad sea de un 42%. La electricidad es el vector clave de la energía en el siglo XXI con la sociedad del conocimiento y para la integración de las renovables, que son muy demandantes de red. Está además la alimentación del tren del AVE. Esperamos alcanzar nuestra velocidad de crucero en inversiones con 300 millones de euros este año y lo mantendremos así. Hay algunas partidas, muy vinculadas a desarrollos urbanísticos que se han paralizado, que podríamos reasignar, pero son marginales.

-Todo eso choca con las “dificultades crecientes” de las que habla para nuevas líneas.

-La electricidad es fundamental para las sociedades y más que lo va a ser en el futuro, por lo que necesitamos hacer un esfuerzo para asegurarnos que nuestra malla nos permita un sistema energético más sostenible con seguridad del suministro. ¿Tiene un impacto paisajístico? En algunos casos inevitable. Podemos escoger el mejor de los trazados, el menos malo, estudiarlos, pero al final hay que construirlos. Es el mal menor para poder cumplir nuestros objetivos en materia de energías renovables y para asegurarnos que en el desarrollo económico de Galicia la red eléctrica no es un freno. ¿Qué preferimos, el impacto paisajístico de alguna línea o el derivado del cambio climático o del deterioro de la calidad del aire? Esa balanza hay que ponerla.

-¿El registro de preasignación bloquea el crecimiento de la eólica como dice el sector?

-El prerregistro pone cierto orden en el desarrollo de los objetivos de renovables. Hay una razón técnica, la que a nosotros nos afecta, que es no integrar potencia a un ritmo más importante de lo que nos permite el sistema. Y otra económica, que la eólica, que necesita en su fase de maduración tecnológica un sistema de primas, sea compatible con nuestra factura eléctrica y sacarle el mayor partido al desarrollo industrial. En los últimos años han ido entrando entre 1.600 y 1.700 MW por ejercicio, incluso más. Vamos a superar los 19.100 previstos para 2010 y llegaremos a 29.000 en 2016. No creo que se pueda discutir el ritmo del desarrollo de la eólica en España.

-¿Nacer, vivir al lado de una central nuclear permite tener una opinión menos crítica?

-Probablemente. Forma parte de mi paisaje desde la infancia y de mis veranos. Pero más que eso, es que creo que asumimos en nuestra vida ordinaria riesgos muchísimo más importantes y peor controlados constantemente. Puedo considerar más adecuado o no que se apueste por desarrollar nuevas centrales hacia el futuro y ahí no tengo una posición excesivamente firme porque la energía nuclear es una energía de base y nosotros tenemos muy poca demanda eléctrica de base.

-¿Y hoy es necesaria?

-Sin ninguna duda. El sistema eléctrico español tiene un 20% de su energía eléctrica procedente de nuclear. Si ahora prescindiéramos de ella tendríamos que sustituirlo por térmico, carbón o gas, con un combustible que hay que importar y es contaminante. Una vez que hay un parque nuclear instalado, hay que sacarle el mayor partido que las condiciones de seguridad permitan. La inversión ya está hecha. Su sustitución a largo plazo sólo se produciría por térmico. No podemos enfrentar las renovables y la nuclear como alternativas.

-¿Quizás sería necesario abrir un debate serio e incluso un pacto de Estado en energía?

-Sí, es deseable. En política energética, las grandes decisiones son a muy largo plazo y hay que implicar a todos los partidos con vocación de gobierno. Hay decisiones que vienen heredadas y otras que se dejan en herencia. Y en materia energética no ha habido diferencias ideológicas importantes.

-Quizás en la nuclear.

-Quizás sí. Pero no veo obstáculos ideológicos relevantes que impidan un acuerdo básico sobre las grandes orientaciones de la política energética. Sobre todo en la medida en que nosotros no tenemos en mi opinión una gran prisa por tomar decisiones sobre nuevas centrales nucleares porque no tenemos demanda de base, no hay hueco térmico para una potencia relevante hasta bien entrada la década de los 20 por lo menos. No tenemos una gran urgencia por decidir sobre un nuevo ciclo hasta quizás el momento que haya que plantearse la renovación o no de parque nuclear existente. No es un elemento del debate el de las instalaciones nucleares a desarrollar con urgencia.

-¿Y el del almacenamiento?

-Ese debate sí que no lo entiendo. El rechazo a los almacenamientos temporales no lo entiendo. Son instalaciones todavía mucho más seguras que una central nuclear. Muchísimo más seguras. Está demostrado que la tecnología nuclear es muy segura en los países avanzados. Mi opinión es clara. Tendría mucho más rechazo a que me pongan un bar de copas al lado de casa que a que me pongan un almacén de residuos. Con eso lo digo todo.

-¿La ambición de los planes autonómicos en renovables no pone en jaque el equilibrio del sistema?

-Por eso nosotros siempre insistimos en que hay que hacer muchos deberes para alcanzar ese 40%. La interconexión con Francia, aumentar nuestra potencia de bombeo, que estimamos que debería duplicarse, y más gestión en la demanda. Cada vez necesitaremos durante más horas potencia térmica de carbón y gas ociosa -que tienen que estar en un mínimo técnico siempre- como respaldo ante la variabilidad de las renovables y habrá también cada vez más horas en las que el sistema no es capaz de aprovechar toda la energía eólica, está nuestro parque nuclear... Muchas de las herramientas no están en nuestras manos, más allá de los contratos de interrumpibilidad con los grandes consumidores. Hay que invertir en contadores inteligentes y tecnologías de gestión en las industrias y en los electrodomésticos de los hogares.

-O muchos coches eléctricos.

-O muchos coches eléctricos. A mí me dejaron uno para probarlo un fin de semana. Una gozada.

-¿Esto se puede contar?

-Sí, sí. Fue una gozada por el silencio y la sensación, por ejemplo, cuando estás parado -me pilló el atasco en la M-40- de que no estás consumiendo nada. Su vocación será de coche urbano y periurbano hasta que tengan autonomías más largas. Su contribución a mejorar la calidad del aire y la reducción del ruido en las ciudades será muy importante. Mi impresión es que todas las grandes ciudades en 2020 penalizarán el uso del coche de combustión e incentivarán el eléctrico permitiendo pasar por calles restringidas o discriminando el coste del aparcamiento hasta el punto de que sea prohibitivo. Esto no se cambia como el ordenador o el móvil, es una inversión más relevante y tendrá un ritmo de reemplazo. La penetración irá en aumento. En 2020 será muy relevante, en 2040 extraordinariamente relevante y la Agencia Internacional de la Energía prevé que en 2050 la mitad de los vehículos sean eléctricos o híbridos.