Algunos no llegan a los quince años de edad, pero le hacen la vida imposible a sus padres. Les insultan, destrozan el mobiliario domiciliar, se mueven con absoluta libertad sin respetar las reglas elementales de convivencia, pasan del colegio y hasta recurren a la agresión física. Cuando la situación en el hogar resulta insoportable del todo, entonces los progenitores dan el paso y acuden a la Policía o a la Justicia para intentar poner un poco de orden en la casa. Este es el detonante que lleva a los jueces a condenar al año en Galicia a unos 70 menores de edad por delitos de malos tratos que causan a sus familiares directos, ya sean padres o hermanos. Por este motivo, la Justicia decretó bien el internamiento o libertad vigilada para 33 menores en 2005, 60 en 2006, 61 en 2007, 73 en 2008 y 76 hasta diciembre de este año, si bien algunos de ellos, en una cifra sin concretar, fueron reincidentes en las penas.

Según los datos que maneja la Consellería de Traballo e Benestar, los jueces impusieron al 30% de estos menores penas de internamiento en centros de la Xunta mientras que al 70% restante se le condenó, de forma mayoritaria, a libertad vigilada. Además, como pena asociada, a muchos de estos menores se les obliga a asistir a terapias o programas de control de la violencia para intentar reconstruir los lazos familiares y la convivencia en el domicilio.

Pero los padres que denuncian a su hijos por un comportamiento violento son los menos. La Xunta admite que gran parte de los casos de malos tratos provocados por menores no son denunciados porque los padres sienten que fracasaron por completo en la educación, porque les invade un fuerte sentimiento de culpa el tener que recurrir a la Policía a la Justicia o simplemente porque tienen medio a las represalias. El psicólogo Andrés Pérez, que atiende a estos menores conflictivos, asegura que cuando estos adolescentes conflictivos explotan no respetan nada y sus reacciones van desde el maltrato verbal, con toda profusión de insultos, al destrozo de los muebles y adornos que encuentran a mano, cuando no directamente se produce una agresión física contra los progenitores.

Tanto para atender a estos menores como a otros que también crean un clima irrespirable en el ámbito familiar por su grado de conflictividad, la Xunta tiene en marcha un programa específico para atender a las familias en 36 centros de terapia repartidos en las cuatro provincias, por el que entre los años 2005 y 2008 han pasado 298 familias, 31 en 2005, 50 en 2006, 80 en 2007 y 137 en 2008.