Al recibirme en su despacho, don Manuel Fraga me dedicó y regaló el libro de Penella Manuel Fraga Iribarne y su tiempo.

–Un buen tocho –me dijo.

–De los suyos, leí tochos mayores. ¿Lleva contadas las entrevistas que concede?

–Miles, desde luego. ¿Y usted contabiliza las que hace?

–Sí, ésta es la primera.

–Pregúnteme.

Aborto

–Voy de lleno con el aborto y...

–Yo no he abortado nunca (se ríe).

–Usted, los 31 de agosto, asiste a las fiestas de San Ramón Nonato en...

–En Villalba. Este año fuimos a la casa donde había nacido mi padre, San Jorge de Rioaveso, y allí lo pasamos muy bien y comimos enxebre.

–Ramón Nonato fue un no nacido...

–Fui el día anterior, al concurso cultural, puesto que ya no soy muy bailador [se ríe, nuevamente], y lo hacen en el parador, que yo promoví, salvando uno de los grandes castillos que tiene Galicia. Al día siguiente, voy a misa, antes iba a la procesión pero hoy mis piernas no están para eso. Ramón Nonato, santo catalán, patrón de parteras, fue objeto de un parto ayudado y llegó a ser popular en las aldeas gallegas con deficiente servicio médico.

–¿Qué piensa de la pastilla poscoital?

–Es un disparate. Parece que todo el mundo está preocupado por dar facilidades a la fornicación.

–¿No es rentable el ser humano?

–Es enormemente rentable, pero en este momento hay un montón de gente que le da preferencia al placer sexual, sin más, y no quiere compromisos. En mi casa, soy el primero de doce hermanos, rezábamos el rosario en familia todas las tardes. ¿Usted ha visto el botellón en Ciempozuelo? Es contradictorio con la salud de los jóvenes, y los padres se pusieron de parte de los hijos, lo cual es absurdo. La caída de los valores es uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo.

Caza

–Gamos, perdices, muflones, patos, sarrios…

–Este año he estado en dos berreas donde los ciervos no berreaban por culpa del cambio climático.

–Venados, jabalíes, rebecos, faisanes, grouses, ojeos, paso de palomas…

–He cazado en la Argentina algún buen ciervo. He matado en África un elefante.

–¿Se necesita mucha puntería para matar un elefante?

–Compré un libro en Angola, que decía: "Si está mirándole a uno: entre los dos ojos. Si de lado y se le ve la cabeza: a una línea que está del ojo a la oreja a dos tercios del ojo. Si se le ve la pata, mejor la delantera, a lo alto, de forma que se le rompa el hueso y le haga caer, para rematarlo. Y si de culo: moito difícil, mas podes intentar tirando-lle al mismo furado". Yo lo maté en la segunda posición y cayó seco.

–También disparó a un lobo.

–Era una montería, y a mi vecino, uno de los Barreiros, le entraron todos menos uno, que se fue. Yo le tiré muy largo y no le pude dar.

–De haberle dado, le hubiera regañado su hijo José Manuel.

–¿Por qué?.

–¿No era él muy amigo de Félix Rodríguez de la Fuente?

–Sí, lo era, y gran admirador.

–¿Alguna cuenta pendiente? ¿Le queda algo por matar? Usted le lanzó una perdigonada a la mismísima hija de Franco.

–Sí, y lo malo es que Franco estaba del otro lado. Fue desagradable y peligroso. Pasó una perdiz baja, y yo no usaba pantallas. Pero he dejado la caza menor, y la mayor la practico ahora desde un Land Rover porque tengo las piernas un poco afectadas ya por la edad y una estegnosis.

–¿Qué son pantallas?

–Protecciones que se ponen a los dos lados del cazador para que le protejan. Una vez me tocó al lado del general García Valiño, que tenía mala fama…

–¿De mal tirador?

–Era bueno, pero le tiraba a lo que fuera y estuve preocupado mientras me tocó al lado de él [se ríe]. Un hombre encantador, fuera de eso.

–¿Es comestible un elefante?

–La pata es un manjar por el que hay bofetadas. A mí me advirtieron de que al presidente en funciones de Guinea le regalase una pata, pero, vamos, no es un faisán. Da mucha comida, eso sí, y la aldea donde se mata un elefante se lleva gran alegría.

–Hubo una época en que usted cenaba en Washington y comía al día siguiente un botillo en el Bierzo. ¿Estaba en lo que celebraba o le pasaba como a Evo Morales, que nos confundió con una República?

–Estaba en lo que celebraba. Lo de Evo fue un lapsus. Bolivia atraviesa ahora un momento muy interesante.

Censura

–En 1962, en sus noches de insomnio, le apretaba la conciencia, sobre todo en la apertura de espectáculos. ¿No le apretaba por lo contrario: por cortar escenas de amor?

–No, creo que se llevó progresivamente a un punto razonable. Pero había que fomentar el turismo, tener en cuenta muchas cosas y respetar las costumbres. Hoy nos hemos pasado.

–Admitían, sin embargo, películas de vaqueros en las que la muerte era gratuita y la vida valía poco. ¿Qué estigma tiene lo erótico y lo sexual, y qué bula la muerte?

–La muerte se puede producir de muchas maneras, pero una buena película del Oeste, en general, no inspira malos sentimientos. Aunque conocemos matanzas de indios en la historia americana. Hoy la sociedad ofrece facilidades para hacer toda clase de cosas y hay que procurar la línea que menos valores destruya y más convivencia permita.

–En 1963 no se autorizó Tristana, ¿recuerda por qué?

–Habría que preguntarle a mi predecesor [creo que se refiere a Arias-Salgado], que obtuvo un premio en una película y él mismo la prohibió después. Buñuel fue un gran cineasta.

Crisis

–Le dijo a usted Juan Velarde, en 1982, que el frío económico iba a durar una década.

–Gran economista, y amigo, dicho sea de paso.

–¿Durará una década esta crisis?

–Empezó por negarse y cuando se niega una realidad, no se hace buena política. Con Aznar estábamos en buen momento económico, lo cual no quiere decir que no hubiera habido algún error en política exterior con Bush, a quien se le dio una categoría que no tenía. Pero fue un momento de prosperidad para España y se ha estropeado.

–Hablaba usted de este "mal vertebrado e indisciplinado país". ¿Hemos mejorado?

–Tenemos que mejorar más, pero en la Constitución, en cuya redacción del borrador participé, se metió este sistema de autonomías, ahora bastante descontrolado, y, como se puede ver en el caso catalán, se han aprobado cosas que no resistirán el paso por el Tribunal Constitucional. En eso no se ha mejorado, pero en el conjunto de la sociedad española, hay mejores y más completos sistemas educativos. Somos una sociedad más organizada.

Delfines

–Su hijo José Manuel, premio fin de carrera de Derecho, fue amigo de otra persona a la que usted catalogó de brillante, Antonio Hernández Mancha.

–Un buen fichaje, pero cuando le tocó el punto máximo no estuvo a la altura y ha desaparecido.

–Algo así ocurrió con Verstrynge...

–Lo de éste fue peor. Se dejó camelar por Alfonso Guerra, cada vez está más a la izquierda. Oigo hablar de él y me echo a temblar. Pienso, ¿qué nueva burrada habrá hecho?

–No es el caso de Alberto Ruiz-Gallardón.

–Su padre, José María, fue un gran tipo al que yo saqué de la cárcel porque Camilo Alonso Vega fue muy severo en cuanto a la interpretación de la evolución que yo pretendía, en vida de Franco.

Dominó

–Usted es gran aficionado al dominó…

–Decía Unamuno que el ajedrez era poco para ciencia pero mucho para tener una vida tranquila y divertida. El dominó está en un punto intermedio. No me gustan las cartas, pero una partidita de dominó después de comer no me sienta mal.

–Dominó es galicismo de domino. Usted es dominante, señor de sí mismo…

–Pero no vaya usted por ahí. A mí el dominó me parece un deporte tranquilo y natural, y no le busco una interpretación etimológica.

–¿Duda usted de sí mismo?

–Todos tenemos dudas en algún momento pero, convencido como estaba de que tenía algo con que contribuir a la evolución de España en un momento difícil como era después de la Guerra Civil y después de la muerte de Franco. Me sentí responsabilizado, y errores menores no pueden manchar una tarea de dedicación total como he tenido yo.

–¿Consultó sus dudas con alguien?

–Naturalmente. Yo tenía un grupo de amigos de los que me fiaba y cuando tenía una duda ética les consultaba. He sido cristiano practicante toda mi vida, y me honro en ello, y he escrito un libro que se llama Sociedad y valores. Dado que uno tiene esas condiciones, se examina así mismo cada día.

Ecología

–Para su Terra Chá, ¿qué preferiría: un pantano, una central térmica, una nuclear o mil molinos de viento?

–Todo eso es positivo, pero creo mucho en la energía nuclear. Los franceses, bien dirigidos por De Gaulle, en su momento, han llegado a conseguir una fuerza económica enorme. Hay que apostar por eso.

–Usted, que se compara con Don Quijote, ¿arremetería contra los molinos?

–No, no. Cuando llego en coche a Galicia, veo que salen palas, que se fabrican para otros sitios. El error fue hacer un concurso y tener parada la instalación, por aquello del bipartito, una desgracia para Galicia. Los molinos es industria de gran porvenir. Ahora se está hablando de ocupar el terreno acuático, los pescadores no están muy de acuerdo, pero se podría aprovechar una parte de nuestras costas maravillosas.

–¿Cree en el calentamiento global?

–Sí. El cambio climático es una realidad. Por primera vez, los casquetes polares se están fundiendo. El paso al Noroeste está libre, con muchas ventajas para la navegación, por cierto, y hay que tener en cuenta este fenómeno.

–¿Podemos influir en ello?

–Sí, lo que no se puede es firmar el convenio de Kioto y luego no cumplirlo. Y había que ponerlo más a punto.

Embajada

–Franco lo nombró embajador en Londres y dejó usted Cervezas El Águila.

–Fui director general. Hoy es una compañía holandesa, se vendió a Heineken.

–Incipit vita nova, dijo Dante, de quien es usted lector. ¿Fue en Londres la mejor vida que tuvo?

–He sido experto en cuestiones constitucionales, cuyas experiencias comenzaron en Inglaterra, y violentamente, cuando Cromwell le cortó la cabeza al rey de Inglaterra, pero llegó a ser uno de los sistemas más equilibrados del mundo. Ver funcionar de cerca al Parlamento, a mí, que había escrito un libro sobre eso, y conocer a las personas que lo hacían funcionar, me tenía como pez en el agua. Hoy están en crisis, por cierto.

–Ingleses y españoles nos admiramos, pero no acabamos de entendernos.

–Hemos sido rivales en muchas cosas. Durante mucho tiempo, Castilla tuvo una flota mejor que la inglesa. Eso decían en la guerra de los Cien Años en Francia, pues estuvimos de su lado. Después los ingleses se aferraron al mar, y la que nunca había sido llamada Armada Invencible y Trafalgar fueron episodios clave en nuestra relación. Sí, viví muy bien en Inglaterra. Con los ingleses se puede hablar seriamente de cualquier asunto.

–Gibraltar era un objetivo prioritario. ¿Hemos avanzado?

–Castiella hizo de eso un punto clave de su libro Reivindicaciones de España, y cuando fue ministro de Exteriores le dedicó gran atención, no continuada suficientemente. Los ingleses han ido abusando del tratado de cesión. El aeropuerto lo hicieron en istmo ajeno. Algún día habrá que dar solución a este problema.

–¿En dónde cantó usted con más añoranza "Adeus, ríos; adios, fontes; adeus, regatos pequenos; adeus, vista dos meus ollos:non sei cando nos veremos": en Londres o en Madrid?

–Galicia coincide en muchas cosas con Inglaterra e Irlanda, hasta el punto de que el himno gallego habla de un personaje, Breogán, que no existió ni estuvo nunca en Galicia, y recuerda a El Broughe, un personaje misterioso de los que comienzan el desarrollo de Irlanda. Sí, la de Rosalía de Castro, cantada por Amancio Prada es preciosa.

Emigración

–Dijo que el problema de la emigración se resolvía creando puestos de trabajo. Se crearon y ya no emigramos, pero ahora tenemos el problema de los inmigrantes. ¿Lo resolverá el desempleo?

–La inmigración ha permitido mano de obra para trabajos que los españoles iban dejando, y no funciona igual con unos países que con otros. Ha habido un tipo de inmigración voluntaria, de gente que sabía adónde venía, con todas las consecuencias, y hubo gente estafada, metida en lanchas suicidas. Pero en general fue un fenómeno muy positivo. Luego vino la crisis y ahora ha bajado la presión y habrá que recuperar las experiencias de un momento y de otro.

Empresa privada

–Fue director de El Águila, pero ¿le gustaba la cerveza?

–En mis frecuentes reuniones con el personal promoví donaciones de sangre, muy importantes para la salud de un país, y les dábamos un bocadillo y cerveza, que activa rápidamente el flujo sanguíneo.

–Compatibilizaba ese trabajo con clases de Teoría del Estado y Derecho Constitucional, en la Universidad de Madrid, tras cesar como ministro. Una vez hubo peleas con los estudiantes y no pudo impartir su magisterio.

–No, debe ser una equivocación. Tuve la mejor relación con mis alumnos. Yo enseñaba mucho, abordaba temas que no se tocaban en otros sitios…

No insisto en el tema, pero en la página 273–274 de su Memoria breve de una vida pública, dice: "Viernes, 6: incidentes aún más graves en la Universidad, pero no abandonaré ni perderé la cara… /… Viernes, 27: es imposible dar la clase ante la actitud de los revoltosos (la única que no he dado en toda mi vida)". Así que cambio de tercio y le pregunto por la actual falta de respeto a los profesores.

–En aquel tiempo, la idea de respetar al profesor estaba establecida. Hoy, por el contrario, no. Hay problemas muy gruesos.

Enfermedades y accidentes

–El famoso baño de Palomares…

–Un jesuita, el padre Cervantes, dijo: "Rara vez se ve en un baño a dos caballeros". Se trataba del embajador de Estados Unidos y yo.

–Tuvo aquello extraordinaria rentabilidad. De haber habido radiaciones, ¿también hubiera merecido la pena el baño?

–Hubiera sido un insensato. Si nos bañamos es que podíamos. Una loca, la duquesa de Medina Sidonia, dijo que nos habíamos bañado en otro sitio. Ahora van a hacer un museo allí.

–Llevó a sus hijos con usted.

–Se bañaron antes que nosotros, y un general español que andaba por allí, en una guarnición. Pero la foto que dio la vuelta al mundo fue la de los dos caballeros.

–¿Qué le pareció la zambullida de las hijas de Zapatero en el Metropolitan de Nueva York?

–Un error tremendo haberlas llevado, a las pobres. La foto es ominosa.

–Noel Zapico me dijo que, colgado en la pared, tuvo usted un listado de su hija Maribel, doctora, para librarlo del infarto; al parecer, estaba en todos los grupos de riesgo.

–Todavía vivo, y me lleva así [levanta su índice]. He cumplido bastante bien: no me deja beber, no me deja... en fin...

–Dice usted que tiene más excesos que defectos. Según Pérez de Ayala, "por pretender demasiado hemos descuidado lo preciso".

–Cuando se pretende demasiado, se expone uno más y he tenido disgustos serios en mi carrera por haber buscado siempre lo mejor para España.