Ni cuando los motores estaban a pleno rendimiento, sin síntomas a la vista de la grave crisis de la que ya no se libra prácticamente ningún sector. A Galicia le cuesta, le cuesta mucho aprovechar los momentos de bonanza para consolidar su posición en la economía española. Su tradicional situación como la sexta región con más actividad es historia. La pérdida continua de competitividad en los últimos años abre el camino a sus más inmediatas competidoras y desde 2008 ese lugar lo ocupa Castilla y León. La comunidad cae hasta la séptima posición, tras un recorte de más de tres puntos y medio en su índice de actividad económica –un reflejo del dinamismo empresarial, tanto la industria, el comercio, como el sector servicios, a través de la recaudación fiscal–, con un 5,4% ahora de la actividad total del país.

Detrás de la mala evolución están los descensos en los principales índices por sectores. No hay excepciones. Uno de los más representativos, el industrial, es de los peor parados en comparación con la radiografía gallega de hace cinco años. Del 6,2% que representaba al actual 5,9%, con el ascenso también en este caso de la vecina autonomía leonesa por encima de Galicia gracias a una tasa que supera el 7%, según el recoge el prestigioso Anuario Económico de 2009 elaborado por La Caixa. La bajada es menos intensa en la comparación de la importancia del comercio en cada zona. La comunidad se mantiene como la quinta con mayor fortaleza tanto en el segmento mayorista, como en el minorista, con un 5,9% –frente al 6,1% de 2003– de la actividad comercial nacional. No extraña por eso que dos de los núcleos de población más densos, y más activos también, se cuelen entre las 20 áreas comerciales más importantes del país. Son, claro, Vigo y A Coruña.

Hostelería y turismo

Incluso en uno de los índices clásicos, el de la restauración y los bares, Galicia no se libra de los números negativos. El 6,3% del negocio de la hostelería española se concentra aquí, dos décimas por debajo del índice de hace cinco años. Eso sí, sólo las cuatro comunidades más dinámicas económicamente, Cataluña, Andalucía, Madrid y Valencia, superan la ratio gallega.

El turismo merece un capítulo aparte. En este caso, Galicia ocupa la octava posición, con tan sólo el 2,9% de la actividad y después de un recorte en su peso en el conjunto del Estado de dos décimas. De nuevo, Castilla y León se pone por encima, con un 3,1% del total, aunque en cualquiera de los dos regiones, la representatividad del sector poco tiene que ver con las tasas de Andalucía, Canarias y Cataluña, las tres por encima del 15%; incluso de Baleares, Madrid y Comunidad Valenciana, con un índice de entre el 9% y el 12,8%, según el informe de La Caixa.

Habitualmente, el índice de actividad económica corre en paralelo a la capacidad de consumo. "Suele existir bastante correlación entre la capacidad de compra y los impuestos correspondientes a las actividades económicas empresariales y profesionales", señalan los expertos del estudio. Con la posibilidad de que aparezcan diferencias, a veces sustanciales. Como Galicia. Aquí de nuevo la comunidad se coloca en la quinta posición, con un índice del 5,9%. Lo que explica, en definitiva, el menor coste del nivel de vida y que en otras regiones ocurra todo lo contrario. Madrid, que ocupa la segunda posición en el ranking económico tras experimentar el mayor crecimiento de todas las autonomías, desciende hasta el tercero en capacidad de consumo. O el País Vasco, la quinta región más competitiva, pero la novena en las posibilidades de gasto de las economías domésticas, en los hogares.

En un país con 17 comunidades, tan sólo cuatro concentran el 60% de la actividad económica. Por encima de todas, Cataluña, con casi el 20%; seguida de Madrid, que pasa del 16,8% en 2003, al 17%; Andalucía, por encima del 13,6%; y la región Valenciana, con un 10% y una caída anual de siete décimas.