En alguno de los eternos trámites administrativos que deben cumplir se quedaron los nuevos 33 aprovechamientos hidroeléctricos previstos para la cuenca de Galicia Costa, que gestiona la Xunta y recoge todo el litoral atlántico y el norte de Lugo. Las centrales están otorgadas, cuentan con la correspondiente concesión, pero la anterior Consellería de Medio Ambiente decidió ponerles freno ante el ya elevado número de embalses que hay en la comunidad a la espera de una radiografía a fondo de la situación en la que están las instalaciones en explotación y de las posibilidades del territorio para albergar más embalses. Una reforma del Plan Sectorial Hidroeléctrico que ya está lista y es muy, muy restrictiva. Tanto, que ni siquiera establece tramos de interés hidroeléctrico en los ríos. El documento alerta de que el 70% de las centrales van contra la Directiva Marco del Agua (DMA), la norma con la que la UE obliga a todos sus estados miembros a que en 2015 tengan sus aguas en un buen estado ecológico.

Un objetivo complicado cuando muchos de los ríos de la comunidad se enfrentan a “cambios hidromorfológicos sustanciales” por la presencia de los aprovechamientos, según Augas de Galicia. ¿Cuáles son los principales impactos? El más evidente, la interrupción de la “continuidad biológica” en las masas de agua. Suponen una barrera infranqueable para las migraciones de las especies, que se enfrentan además a la propia estructura de las instalaciones, a las aspas de las turbinas. Las derivaciones del caudal para abastecer a la planta y las variaciones en la cantidad de agua acumulada en función de las necesidades para la producción eléctrica se añaden a una lista de hándicaps que completan el hecho de que el transporte de sedimentos se interrumpe -en muchos casos son alimento para peces- y desaparece o se reduce la vegetación de la ribera.

Mínimos impactos

La legislación comunitaria exige que todos estos impactos se minimicen al máximo, lo que, según la revisión del Plan Sectorial Hidroeléctrico, conlleva “instalar medidas correctoras más severas que las que actualmente se vienen realizando”. Especialmente todas las que tengan que ver con las escalas de los peces, el mantenimiento de los caudales ecológicos mínimos para evitar el impacto sobre la fauna y la flora en momentos de sequía y en los ritmos de devolución de agua al río.

De las 106 presas ubicadas en Galicia Costa, sólo 36 están en tramos de ríos que son “poco susceptibles” de incumplir los parámetros de la DMA. Hay 20 en explotación y los otras 16 están en la fase de obras (5) o cuentan con concesión (11). El resto, según los análisis del organismo dependiente de Medio Ambiente y Territorio, van contra los dictámenes de calidad europeos. 70 instalaciones -de las que 20 todavía no funcionan, están entre las paralizadas- que suman un total de 143,1 kilómetros de ríos. El Plan Sectorial avisa de que éste es sólo un primer cribado, atendiendo al propio estado del río y su capacidad para soportar estas instalaciones o su solapamiento con otros tramos con producción hidroeléctrica, cotos de pesca o zonas protegidas, que necesita de exámenes a fondo para cada caso.

“No se observa una necesidad clara de ampliar el número”

Con todos los datos que maneja Augas de Galicia y que recoge la revisión del Plan Sectorial Hidroeléctrico de Galicia, la conclusión del organismo sobre el futuro del sector en la comunidad es clara. Punto y final a la concesión de más aprovechamientos. “No se observa una necesidad clara de ampliar el número”, sostiene. Incluso apuesta por revisar las concesiones otorgadas para centrales que todavía no están en funcionamiento.

No hay que equivocarse. Lejos de demonizar la producción hidroeléctrica, el plan recuerda que es una de las principales fuentes energéticas de ésas que se llaman limpias y defiende su contribución para que Galicia alcance sus objetivos en renovables. Hasta el 72% de todo el consumo de electricidad, muy por encima de las previsiones de la propia UE (un 22%) y del conjunto de España (un 29%). La superación de la cuota es la primera razón por la que Augas de Galicia apuesta por priorizar el cumplimiento de la DMA por encima de nuevas instalaciones. Aun sin tener en cuenta los embalses de la otra mitad de Galicia -tutelada por la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil- y los que esperan los permisos finales, la potencia hidroeléctrica instalada supera todos los techos marcados en las estrategias energéticas de la Xunta.

No más presas

De ahí a que entre todos los escenarios posibles, el Plan Sectorial Hidroeléctrico opte finalmente por no marcar ningún tramo de río susceptible de acoger más presas. “Lo más correcto es gestionar de forma conveniente las concesiones que ya fueron otorgadas y no permitir el establecimiento de nuevas”, insiste.

¿Y para las que ya funcionan? El plan obliga a todas a realizar estudios sobre el estado de la masa del agua; a analizar si concesiones paralizadas pueden cumplir realmente con la DMA en 2015 y si no es así recuperar el uso privativo del tramo para la Administración. Una opción también para aquellas que no respeten las exigencias europeas. Si por cuestiones económicas no se pudiera, Augas de Galicia mantiene que se haga cuando finalice la concesión.