Nada de cintas cortadas, ni políticos, ni carpa de autoridades, ni comunicado oficial, ni discursos, ni, por supuesto, fasto alguno. El último tramo de la autopista Santiago-Ourense (AG-53), el que va desde Cea hasta la autovía de las Rías Baixas, de 14 kilómetros de longitud, se abrió ayer al tráfico sin ceremonia alguna, con suma discreción. De hecho fue la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil de Ourense la que informó en un comunicado, tras retirar las barreras y la señales provisionales, que por este tramo de autovía se podía circular desde las 10:30 horas.

Pocas veces, por no decir ninguna, se pone en funcionamiento una infraestructura de esta categoría sin que autoridad alguna haga acto de presencia, aunque sea puramente testimonial, para certificar que todo está a punto.

La obra fue hecha por el bipartito aunque le tocaba inaugurarla a la Xunta de Feijóo. Pero el nuevo gobierno declinó asumir el protagonismo. Una falta de protagonismo personal que también se trasladó a la placa inaugural donde sólo figura “O último treito da autopista Santiago-Ourense foi inaugurado o 25 de abril de 2009. Sirva esta placa de lembranza ós que participaron no seu diseño e construcción”.

Uno de los primeros en utilizarla fue el conselleiro de Medio Ambiente, Agustín Hernández, para su desplazamiento en Ourense en donde asistió a su primer acto oficial público. Y fue allí donde explicó el sentido de una placa donde no figura nombre alguno. Dijo que simboliza el inicio de una “nueva era sin personalismos” y que era la primera prueba de ello que se iba a dar a los ciudadanos.

Fuentes del Gobierno gallego aseguraron que la intención de la nueva Xunta es que no figure nombre alguno en cuantas placas oficiales se coloquen para marcar la conclusión de una obra pública. Esta actitud es totalmente la contraria de la mantenida por Manuel Fraga cuando estaba al frente de la Xunta y por la que resulta imposible contar el número de placas en carreteras, puertos, sedes institucionales, edificios civiles o cualquier otra infraestructa que llevan su nombre.

Quien sí se admitió que le hubiera gustado celebrar una ceremonia inaugural fue al presidente de la Diputación de Ourense, José Luis Baltar.