Idea y experimenta con sus propias fórmulas como un viejo alquimista, pero utilizando las tecnologías más punteras para crear tejidos que parecen transformados por la naturaleza y el paso del tiempo sin revelar la huella del artista. Desde su estudio londinense, Arantza Vilas (Vigo, 1975) ha vestido a los protagonistas de la última adaptación cinematográfica de “El fantasma de la ópera” y, más recientemente, a un ángel perdido interpretado por Tim Roth en la tv-movie “Skellig” del canal Sky.

“Los tejidos tienen mucho de cocina, de química y de magia. Me gusta dejarme sorprender por los resultados, ver qué pasa al aplicar determinados procesos químicos sobre las telas. No me separo de mi cuaderno, es como si elaborase un recetario”, confiesa esta artista y diseñadora textil que a sus 33 años también ejerce como profesora en la prestigiosa Universidad de las Artes de Londres.

Vilas se especializó en grabado en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla y en 2000 voló a la capital británica gracias a una beca Barrié de la Maza para realizar un máster en diseño textil en Central Saint Martins College, uno de los cinco centros de la citada Universidad de las Artes. Descubrió “un mundo” y volvió a Galicia dos años después, pero con la intención de regresar.

Lo consiguió gracias a un escaparate en el que exponía su trabajo y que llamó la atención de los responsables de vestuario de la película “El fantasma de la ópera”. La capa del protagonista masculino, una túnica de seda de su amada Christine que va cambiando a medida que se introduce en el universo del raptor y el traje de novia llevan su firma.

Fue el primer proyecto y el que la animó a establecerse definitivamente en la “gran colmena”, como describe la ciudad de Londres, donde ya lleva una década. Recuerda divertida cómo empezó a trabajar para el filme en la bañera de su casa. Un ático que compartía con una amiga: “Nos sentíamos como en un faro en invierno y nos buscamos una isla en la Polinesia francesa, Pinaki. Colgamos un mapa en la entrada y clavamos un alfiler sobre ella. Es la metáfora de mi modo de vida, entre la realidad y la fantasía”.

Eligió el mismo nombre para su estudio, que empezó compartiendo con otros artistas y que ahora acaba de trasladar en solitario al este de la ciudad. “No hay otro misterio más que trabajar y trabajar”, justifica.

Estreno

El estreno de uno de sus últimos proyectos, la película “Skellig”, tuvo lugar el domingo de Pascua, pero admite que la crisis ha ralentizado el sector. “Aunque es muy impredecible. Te llaman hoy y te quieren para mañana”, añade.

Pero el cine no es su único campo de actuación. Colabora con la empresa de interiores de lujo Based Upon en el diseño de elementos de iluminación con axolotol, un metal líquido que aplica sobre sedas: “Conservan la transparencia y creo efectos tridimensionales con técnicas tradicionales de plisado japonés”. Junto con sus alumnos de Saint Martins -también imparte clase en el Winbledon College- participa en un proyecto con la firma italiana Foglizzo para crear superficies estampadas sobre piel.

Reconoce que los proyectos que lleva a cabo serían impensables fuera de Londres y destaca la formación artística. “Los profesores te encargan proyectos y te obligan a investigar y defender tus ideas delante del resto del grupo. Todo es más intenso, pero también más serio”, aplaude.

Entre sus últimos “delirios” figuran los tejidos tridimensionales y con movimiento para aplicarlos a la arquitectura: “Hay que investigar. Lo que me intriga es que sean adaptables”. Las recetas ya fluyen en la cabeza de la artista viguesa.