Lo de vivir en el país del millón de ríos, por eso de que parece que el agua sobra, probablemente tiene mucho que ver con los hábitos de los gallegos a la hora de proponerse un consumo responsable. Los sistemas domésticos de depuración, una de las claves de las polémicas Normas do Hábitat de la anterior Xunta, siguen siendo aquí un ingrediente de ciencia ficción. Sólo un 10,5% de las viviendas de la comunidad recicla agua, según la encuestra sobre los hogares y el medio ambiente elaborada durante el pasado año por el Instituto Nacional de Estadística. La proporción de habitantes que le buscan un segundo uso al agua en Andalucía, Madrid, Murcia o Cataluña roza el 30%. Galicia ni siquiera se acerca a la media nacional, de casi un 23%. Puede de que hay una comunidad con datos peores, la de Asturias, que se queda en un 3,8%.

Eso sí. El 93% asegura que, al menos, tiene adoptado un hábito para evitar el derroche. La medida más extandarizada es la de esperar a que el lavavajillas y la lavadora estén llenos para ponerlos en marcha. Para rentabilizar el programa. Otra opción, la de llenar el fregadero, está todavía menos popularizada. La siguen un 34,3% de los gallegos. Menos aceptación tiene todavía controlar el caudal de los grifos, del que está pendientes únicamente el 26,7%. Conforme aumenta la sofisticación de las medidas de ahorro, menos seguimiento tienen. Apenas el 7% tienen instalados dispositivos economizadores y los limitadores de descarga en las cisternas sólo están presentes en el 17,5% de los hogares. En toda España, el nivel de concienciación ante el agua como un recurso realmente escaso alcanza el 97%, casi siete puntos más que la media gallega.

Sin contar con la energía eléctrica, que oficialmente está alcance de la mano del 100% de las casas de la comunidad, la principal energía empleada en Galicia sigue siendo el gas butano. La bombona de toda la vida. Un rasgo común con la radiografía nacional. Las similitudes acaban al revisar la situación del gas canalizado, que en España usan más de un 40% de los habitantes y en Galicia sólo un 18,3%. La madera resiste como fuente energética en los hogares gallegos. Hasta un 29,1% tiran de ella para estufas, chimeneas y cocinas, cuando en el resto de comunidades es tipo de energía residual, que emplea el 6,7%. La colocación de paneles solares se mantiene como una eterna oportunidad para el fomento de las renovables: un 0,5% de las familias gallegas y un 0,9% en el conjunto del Estado. Claro que hay más de un 40% de casas en Galicia que sigue sin calefacción.

Por hábitos de reciclaje, los gallegos no llegarían al notable. A punto en el caso de los medicamentos. Un 69% de las familias sabe que existe la posibilidad de depositarlos en la farmacia cuando cadudan y así lo hacen. El 68% tira los orgánicos en los contenedores verdes y con el vidrio, el papel y los plásticos cumple alrededor del 60%. El porcentaje en los productos químicos y los aceitos se desploma hasta el 15%.