La realidad económica no deja lugar al optimismo ante la peor crisis de la historia de Galicia. Con la “verdad por delante” como única herramienta para recuperar la “confianza”, el futuro presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, dibujó ayer en su discurso de investidura una “dura” radiografía de la comunidad gallega. Su pretensión, apelando al diálogo con PSOE y BNG y los agentes sociales, es poner las bases para la recuperación de una situación “que va a seguir agravándose durante los próximos meses”. Entre las recetas para hacer frente a la crisis, el candidato popular propuso reformar la ley de cajas de ahorro para reforzar su “compromiso con el país” y su apoyo financiero a las empresas, rebajar los impuestos a las familias numerosas y con menores ingresos y sacar adelante un “vigoroso” programa de inversión en infraestructuras, cuyo contenido deberá aprobarse en cien días y recogerá la totalidad del Plan Galicia, aprobado por el Gobierno de Aznar en enero de 2003 tras el accidente del Prestige.

La intervención de Feijóo pivotó casi enteramente sobre la crisis y las medidas de reactivación económica, recuperando los compromisos de la campaña electoral, unos más detallados y otros bajo un enunciado genérico, como el de elaborar un plan de fomento del empleo.

Una de las iniciativas novedosas afecta a las cajas de ahorro. La propuesta consiste en reformar la ley que las regula, de forma que realce su “independencia” frente a los poderes políticos, pero que también se refuerce su compromiso con Galicia, “sobre todo a través de la obra social en tiempos de crisis”, su mayor implicación con los proyectos empresariales viables y los sectores estratégicos de Galicia y una protección más acentuada de los clientes.

Destinada a las empresas, el futuro presidente quiere dar más poder al Igape para que integre todos los instrumentos dedicados a la gestión de ayudas con el objeto de incrementar y facilitar su financiación.

En cuanto a las rebajas fiscales, la nueva Xunta comenzará por reducir el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales en un 43% y el de Actos Jurídicos Documentados en un 50% a las familias numerosas y a los menores de 35 años (sólo durante tres años) en la compra de su vivienda habitual. A ello se sumará la supresión de facto del Impuesto de Sucesiones y la rebaja del 8,2% en el tramo autonómico del IRPF a los 600.000 contribuyentes con ingresos anuales inferiores a los 17.707 euros.

Al Gobierno, Feijóo reclamará la reducción al 20% del Impuesto de Sociedades para las pymes y que queden eximidas de pagar el IVA por las facturas no cobradas.

Más obra pública

Otra de las recetas para combatir la crisis radica en incrementar la inversión en obra pública, de forma que el presupuesto en infraestructuras de transporte llegue del 0,85% al 1% del PIB. Todas las actuaciones previstas hasta el año 2015 se plasmarán, en un plazo de 100 días, en un programa que recuperará los proyectos del Plan Galicia. A ello se sumará la reclamación de la titularidad de la AP-9 (con una reformulación de su diseño) y de la autopista Santiago-Dozón. Y para asentar la recuperación económica, citó la celebración del Xacobeo el próximo año como uno de los “principales instrumentos”.

Feijóo saludó el cambio en Fomento, a cargo ahora del gallego José Blanco, y le expresó su “lealtad” a un calendario realista de ejecución del AVE, pero siempre que se incluya la inversión presupuestada y no gastada de los últimos años. “No seremos cómplices de más retrasos”, reveló. El futuro presidente quiere convocar la comisión de seguimiento Xunta-Estado de fijar los plazos de las autopistas y puertos y reivindica que la promocion del ferrocarril incluya no sólo el AVE, sino también el servicio de cercanías y el transporte de mercancías.

“No venimos a restaurar ningún pasado ni a derribar lo que hicieron bien los anteriores”

Feijóo quiso marcar las distancias con el pasado, tanto con el bipartito como con el fraguismo. De hecho, las únicas referencias a Fraga fueron para agradecerle su gestión como presidente, al mismo nivel que a Albor, Laxe o Touriño, al margen del anuncio de recuperar el Plan Galicia. “Nosotros no venimos a restaurar ningún pasado ni a derribar lo que hicieron bien nuestros antecesores”, declaró el futuro titular de la Xunta, para quien su aspiración es representar a una “Galicia nueva sin rencores ni dogmas”. Una nueva etapa en todos los sentidos.

Al bipartito le reprochó muchas cosas, como su falta de cohesión, las luchas internas por “estériles antagonismos y disensiones ideológicas” y sólo le salvó la cara en dos actuaciones: el acuerdo por la competitividad firmado con los empresarios y los sindicatos y la lista de traspasos de competencias que se exigen a Madrid. Los acuerdos del bipartito colocados en el otro plato de la balanza, y que serán objeto de revisión, fueron numerosísimos, como el concurso eólico, los planes del litoral y de acuicultura, el decreto del gallego, los presupuestos para este año, las leyes de policía autonómica, de emergencias y de administración local, la planificación sanitaria y educativa, el funcionamiento del Igape...

Sin embargo, a pesar de desbaratar gran parte de la gestión de la Xunta de Touriño y Quintana, Núñez Feijóo no dudó en llamar al PSOE y al BNG al diálogo, así como a los agentes sociales, para recabar el “impulso necesario” para salir de la crisis. “Empeñaré todo mi esfuerzo en para que los acuerdos sean posibles”, dijo. Y acto seguido volvió a cerrar al puerta al pasado, renunciando precisamente a los adjetivos que PSOE y BNG siempre dedicaron a la etapa de Fraga. “Mi gobierno trabajará para que los términos como sectarismo, caciquismo, enchufismo o partidismo sólo tengan significado para referirnos al pasado”, afirmó.