A caballo entre una visita personal y un encuentro político. José Blanco, como la mayoría de los miembros del Ejecutivo, se quedó esta Semana Santa sin vacaciones, aunque ayer hizo una escapada para hacer su primer viaje a Lugo, su tierra, desde que la cartera de Fomento está entre sus manos. Paseó por las calles de la capital lucense con Xosé López Orozco, su mentor político y alcalde de la localidad; el presidente de la Diputación provincial, Xosé Ramón Gómez Besteiro; y el responsable de la gestora socialista, Ricardo Varela.

Una tregua en una semana de vértigo con la que contaba desde el mes pasado, cuando Zapatero le llamó para citarse. El presidente del Gobierno quería contar con él en la remodelación que preparaba por su “conocimiento de la realidad del país, la capacidad de ejecutivo y de diálogo y entendimiento”. Banco, “reconfortado” por las palabras del jefe, dio su sí -pese a que antes del último congreso socialista pensó en dejar la primera línea- por “el compromiso con unas ideas y la lealtad a la persona que puso la mirada en mí sin apenas conocerme y que me permitió realizarme en la dirección del partido”. Blanco asegura que le quedan “retos personales” que cumplir. Los políticos están “colmados”. A las críticas por carecer de título universitario, contesta con una pregunta: “¿Qué tiene que ver que uno sea químico para ser ministro del Interior [por Pérez Rubalcaba y uno de los mejores políticos de este país?”.