Iban a llamarla María del Carmen, pero fue bautizada con el nombre de su padre, fallecido un mes y medio después de su nacimiento en el combate de Matxitxato, a bordo del Nabarra. Francisca, hija de Francisco Fernández García, nacido en Mugardos (A Coruña) y emigrado de niño con sus padres a Cuba.

La batalla naval duró más de hora y media, y terminó cuando un disparo del crucero franquista Canarias alcanzó el Nabarra. “El primer caído fue mi padre, que estaba en el cañón de popa. Fue alcanzado de lleno en el vientre”, recuerda Paqui desde Pasajes. Una historia que no conoció hasta hace cuarenta años, con motivo de un homenaje organizado en Euskadi a los fallecidos en las operaciones de la Marina de Guerra Auxiliar. En ese acto, Eusko Alkartasuna repartió un libro a los familiares que recogía las hazañas de cada uno de los tripulantes de la fuerza naval. Entre ellos, la de Francisco Fernández García, El Cubano. “El libro, lo tengo como oro en paño”, asegura Paqui. Desde entonces, lee y relee el capítulo que narra las últimas horas de su padre a bordo del Nabarra.

Pero Paqui y Francisco no sólo comparten el nombre. “Somos como dos gotas de agua”, dice al ver la única fotografía que tiene de su padre con el uniforme de la Marina Auxiliar. Esa foto la tiene desde hace once años. Ni se imaginaba que existiera. Fue en una exposición organizada en el Museo Naval de San Sebastián en 1998 cuando se topó en un mural con la fotografía de su padre: “Me quedé de piedra. Me vi idéntica a él”.

Su madre no le hablaba tanto como a ella le hubiera gustado de Francisco. A pesar de saber tan poco de su padre, Paqui siempre “suspiró” por él. “Él tenía mucha ilusión por tener una hija, incluso ya había pensado el nombre, María del Carmen”, recuerda. El combate en Matxitxako cambio la elección del nombre. Su madre quiso mantener viva la memoria de Francisco poniéndole a su hija única el nombre de su padre.

Francisca celebra que “aunque tarde, se hayan acordado de ellos”. Desde la asociación de la recuperación de la memoria histórica de la que forma parte, Matxitxako Elkartea, trabaja para que las nuevas generaciones se impliquen en la tarea de divulgación de lo ocurrido y mantengan viva la memoria de los que fallecieron durante la Guerra Civil.