Calor, olivares e incendios. En la Galicia de finales de siglo XXI, éstas van a empezar a ser palabras habituales para definir el clima, el paisaje y las lacras del rincón noroeste de la Península. Pero no hay que esperar cien años para hacerse una idea de lo que espera a las próximas generaciones de gallegos. Basta con visitar la zona centro de Portugal, en los alrededores de la cuenca del Mondego, en las sierras de Lousá y Viseu. La comunidad gallega, dentro de casi un siglo, será muy parecida. Las diferencias con la actualidad no serán enormes, para los expertos, pero “un ojo acostumbrado” podrá vislumbrar en esta zona del país luso los manchones grises de los olivares y los restos de tierra quemada de una zona muy castigada por los incendios: una analogía clara de la Galicia del futuro.

Éstas son algunas de las conclusiones de un estudio realizado por unos cien científicos gallegos, y presentado por la Consellería de Medio Ambiente, para determinar las consecuencias del cambio climático en Galicia. El informe señala que habrá un aumento de temperatura de 3,5 grados de aquí a finales de siglo, y de 1,5 dentro de 50 años. La Galicia que viene tendrá menos heladas y precipitaciones, con olas de calor más frecuentes, lo que conllevará un mayo riesgo de mortalidad. Una comunidad distinta en la que las plantas adelantarán sus floraciones, al tiempo que la costa tendrá que sufrir una mayor erosión.

Varios expertos coincidieron, en la presentación de este estudio, en que hay que “adaptarse” y “aprovechar” estas novedades. Precisamente, ése es el objetivo: dibujar un mapa “pionero” de previsiones que permita a las administraciones actuar con antelación.

Cambios irreversibles

La tendencia de aumento de temperatura es ya “irreversible”, según explica el catedrático de Edafología y experto en cambio climático, Francisco Díaz-Fierros. A partir de ahí, las medidas que se tomen sólo pueden agravar o suavizar este incremento. No obstante, hay otros cambios que sí se podrán atenuar. Un ejemplo, es la pérdida de materia orgánica de los suelos gallegos, que rondará el 60 por ciento a finales del siglo. Para solucionarlo, es necesario el uso de abonos y fertilizantes. Estos cambios en la fertilidad de la tierra, junto con el cambio del clima, supondrá que en Galicia se vaya modificando ligeramente los tipos de cultivos.

Pero, uno de los aspectos de futuro que más preocupan es el aumento del riesgo de incendios, debido a las altas temperaturas y las épocas de sequía. Según el informe presentado por los científicos gallegos, “los resultados muestran un perfil de la situación bastante preocupante”. Por eso, alertan ya de la necesidad de reforzar el dispositivo de protección, como medida para mitigar estos efectos negativos.

El fuego será uno de los principales enemigos de un paisaje forestal gallego diferente al que conocemos. Las especies más mediterráneas, como los olivares, proliferarán, frente a otras más afines al frío -hayas o serbales- que podrán llegar incluso a desaparecer, según avisa el informe.

La sustitución de especies no se limitará sólo a la tierra, sino que también se hará patente en el medio marítimo. El aumento de temperatura es también una característica tanto del agua salada, como de la dulce. Este entorno acuático más caluroso se suma a los cambios en la tasa de renovación del agua de las rías. El resultado: las especies subtropicales subirán a las costas gallegas -ya lo están haciendo- y las más “boreales”, como la sardina, irán desapareciendo de la zona. El problema es que este tipo de especies tienen una menor explotación comercial, “con los consiguientes problemas socioeconómicos en una región tan dependiente del sector pesquero”, augura el estudio.

Además el marisco, uno de los distintivos de la comunidad, irá perdiendo calidad y productividad -que afectará también a otras especies como el pulpo- a medida que las condiciones del agua vayan cambiando, y aumenten las toxinas en la zona de las rías.

El deterioro del marisqueo no complacerá, seguramente, a los nuevos turistas que se acerquen a Galicia tras el aumento de temperatura previsto. De hecho, la gastronomía es uno de los factores que inclinan la balanza del destino turístico a favor de Galicia, según el estudio. Previsiblemente, los visitantes y los lugareños tendrán que conformarse con peores percebes y mejillones. Y habrá que resignarse a comer menos pulpo.