Una cita marcada por la economía. El presidente en funciones de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, y su futuro relevo, Alberto Núñez Feijóo, sentaron ayer las bases de lo que será el traspaso de poderes en la primera reunión que mantienen desde las elecciones, hace 33 días. Fueron 140 minutos de conversación centrados fundamentalmente en analizar la situación de las arcas públicas y revisar la propuesta gallega sobre el nuevo modelo de financiación autonómica. “Ésa es la clave para los próximos meses y tiene una gran transcendencia para muchos años”, declaró Feijóo. Y lo es porque el Gobierno está esperando a que se constituya la nueva Xunta para reiniciar las negociaciones y porque determinará los ingresos de la comunidad procedentes del Estado.

El futuro presidente no quiso desvelar el contenido de la propuesta sobre financiación autonómica, porque eso no sería conveniente para los intereses gallegos, y evitó pronunciarse sobre si el modelo de la Xunta es aprovechable. Tan sólo dijo que mantiene los criterios de dispersión y envejecimiento poblacional, que comparte, pero que no son lo capital. “La clave son las cantidades y por lo que se me planteó no hay grandes avances”, aseguró Feijóo.

Muy cauto en sus valoraciones, el futuro presidente tampoco quiso dar su visto bueno a las cuentas de las arcas públicas que le mostró Touriño. Indicó que no se puede hacer un comparación con el balance dejado por Fraga en 2005, porque el cambio de gobierno hace cuatro años se hizo en agosto y ahora en abril, y que tampoco conocía los datos por consellerías, por lo que no puede emitir una opinión.

A pesar de las discrepancias que mantuvieron en los últimos meses, Feijóo aseguró su voluntad de contar con la colaboración de Touriño, dado que todos los presidentes de la Xunta forman parte del patrimonio de Galicia. “Espero y así lo haré, por qué no, pedir información y consejo a Touriño como pedí a otros ex presidentes. Tiene el reconocimiento y la experiencia que puede servir al presidente nuevo para, en algunos casos, hacer una composición de lugar sobre cuestiones especialmente dificultosas”, dijo.

La conversación incluyó también apuntes sobre el estado de la obras de la Cidade da Cultura, el dispositivo de lucha contra los incendios, la agenda institucional más inmediata del Gobierno gallego o la situación del borrador del Plan del Litoral que regulará los usos urbanísticos de los primeros 500 metros a partir de la línea de playa.

Touriño comentó que informó a Feijóo de que los trabajos del Plan del Litoral se encuentran muy avanzados y que en el traspaso de poderes se incluirá este proyecto para su posible aprobación, además de insistir en que deja las arcas en una situación “razonable” y en un estado de “solvencia”.

Por una vez en muchos meses, las desavenencias entre Pérez Touriño y Núñez Feijóo apenas existieron. “Quedan abiertos todos los teléfonos y todos los canales para cualquier otro asunto que demande”, aseguró el presidente en funciones.

El proceso de traspaso de poderes continuará el martes, pero a cargo de la comisión técnica.

Dos horas y media de conversación y un botellín de agua

Los intercambios de reproches y acusaciones de los últimos meses, quizás los más intensos de toda la legislatura, que se prodigaron hasta el pasado jueves, quedaron aparcados ayer. El encuentro, forzado por el cambio de gobierno, resultó correcto. No hubo excesivas muestras de efusividad, pero tampoco una frialdad cortante. Medias sonrisas y apretones de manos tibios. Por un momento, las divergencias se echaron a un lado y ambos no dudaron en calificar la cita como “cordial y constructiva”.

“Buenos días, bienvenido”, fue el recibimiento que le brindó Pérez Touriño a Feijóo en la puerta de la residencia de Monte Pío. “Presidente, ¿qué tal?”, le respondió el futuro inquilino. La cita era a las 12:00 horas, pero Feijóo apareció en su Citroën C6 a las 12:07. Le acompañaba la secretaria de Comunicación del PPdeG. Tres minutos después ambos políticos ya estaban sentados en el despacho del presidente de la Xunta y allí permanecieron hasta las dos y media de la tarde. Los dos solos. Sin ayuda de asesores.

Touriño había preparado abundante documentación que tenía encima de una mesa auxiliar. Sentados en dos sofás colocados en “L”, permanecieron dos horas y veinte minutos hablando, con un botellín de agua como único refrigerio.

Acabada la reunión, los volvieron a salir juntos al exterior, pero acto seguido Touriño dejó solo a Feijóo para que expusiera sus valoraciones ante los medios de comunicación. Luego, salió el presidente de la Xunta en funciones a hacer lo mismo. “Le traslado los mejores deseos y suerte”, dijo.