Pedir una subvención a la Xunta, solicitar una hipoteca o incluso circular en vehículo por las carreteras exige un requisito previo: tener los papeles en regla. La Iglesia no quiere ser menos que la Administración pública y ha reclamado a sus sacerdotes que sean más exigentes en la gestión de los sacramentos y que incrementen los controles sobre la documentación, sobre todo el acta de bautismo, necesaria para que dos novios se unan en matrimonio o para asegurarse de que los padrinos de una confirmación cumplen con los requisitos necesarios para asumir la responsabilidad.

Si el año pasado el Arzobispado de Santiago pedía vetar a los "pecadores notorios" como padrinos de bautismo y conminaba a los párrocos a prohibir esa responsabilidad a parejas de hecho, casados por lo civil o no confirmados, ahora el campo de batalla se ha trasladado al sacramento de la confirmación.

La archidiócesis compostelana vuelve a usar los mismos argumentos que con el bautismo y recuerda a los curas que se hace "obligado recuperar" la figura de los padrinos de "manera que no sea una mera convención social". En el mismo apartado, recomienda a sus sacerdotes que tengan en cuenta los "criterios valorativos" vinculados a "llevar una vida congruente con la fe católica".

La Iglesia también quiere asegurarse de que aquellos que van a confirmarse lo hagan con la formación necesaria. En ese sentido, el arzobispado exige a los curas que "no admitan a feligreses de otras parroquias, salvo que sean presentados por su párroco propio y tengan la preparación requerida y debidamente acreditada". "Acreditados" también deberán estar los padrinos que deberán -tanto para la confirmación como para el bautismo- presentar una partida bautismal "actualizada".

Pero no bastará con eso, sino que el cura deberá tener "certeza de su práctica religiosa", aunque en este caso no se detallan documentos, sino que se habla de los "medios que estime oportunos" el párroco. Asimismo, el arzobispado sugiere solicitar el nombre y las "circunstancias" de los padrinos, para "precaver situaciones en las que personas que habían abandonado formalmente la fe católica se presentaban para ser padrinos" o no estaban ni bautizadas.

Los aspirantes a contraer nupcias tampoco se libran de estas exigencias. El certificado de bautismo vuelve a ser clave y lo mismo la partida de defunción, en el caso de los viudos que desean contraer matrimonio nuevamente, aunque de eso se encargarán los sacerdotes. Las cosas se les complican a los que se hayan casado antes por lo civil y divorciado después, ya que deben presentar la sentencia firme de divorcio. Tiene que quedar muy claro en los papeles.

Más difícil lo tienen las parejas formadas por un/a español/a y un/a extranjero/a. En ese caso, sobre todo si el contrayente de fuera no procede de la Unión Europea y con el fin de evitar "situaciones delicadas" cuando hubo un matrimonio anterior de la parte extranjera, seguido de divorcio, el papeleo se incrementa.

También se le recomienda a los curas que estén alerta ante la posibilidad de que la boda sea "de conveniencia" para que el extranjero consiga el permiso de residencia. La vicaría general advirtió hace algunos meses que en este caso abundan las falsificaciones de certificados de bautismo y soltería.