El temor a incidentes o altercados previos a la celebración de la moción de censura llevó a la mayoría de los concejales del Partido Popular así como al ex socialista Gerardo Alonso a acercarse muy temprano al Centro de Desarrollo Local, escenario del pleno. Su madrugón merecería la pena porque evitaron encontrarse con decenas de vecinos que iban dispuestos a abuchearlos.

Una vez dentro, los concejales populares se acomodaron en sus asientos y pasaron el tiempo leyendo la prensa y comunicándose telefónicamente con el exterior. Entre los promotores de la moción y los vecinos que comenzaron a agolparse en la puerta de acceso al edificio había dos policías locales que, siguiendo órdenes de Escudero, pretendían identificar a quienes querían acceder al salón de plenos. Finalmente, desistieron en su intención ante la negativa de los mismos.

En la escalera principal, los vecinos se amontonaban para intentar tener acceso al debate. Aunque, para evitar altercados, la policía local no abrió la puerta a los asistentes hasta minutos antes de las doce del mediodía, hora fijada para la sesión.

El comienzo se dilató hasta que los agentes locales pudieron apaciguar un poco a los que pretendían entrar y no dejaban de verter eslóganes contra los auspiciadores de la moción. "Gerardo, cabrón, traballa de peón"; "Gerardo eres un vendido"; "mafiosos", "nenaza", "libertad" o "atraco" fueron algunos de los gritos que, acompañados de sonidos imitando el cacareo de una gallina, entonó parte del público y que hizo imposible escuchar a los protagonistas de la censura.

Ante el estruendo, Escudero pidió que se suspendiese. Sin embargo, el secretario de la Corporación leyó el artículo 197.5 de la ley que rige la moción de censura para explicar que la sesión debía continuar porque el alcalde "está obligado a impedir cualquier acto que perturbe, obstaculice o impida el derecho de la Corporación" a asistir a la sesión y a ejercer su derecho a voto. El pleno, entre gritos e insultos, concluyó dos horas más tarde.