La lengua azul se ha detectado por primera vez en la provincia de Pontevedra. Una granja de una parroquia de Silleda presenta tres vacas con esta dolencia de origen vírico, aunque los animales no padecen el cuadro habitual de esta patología, según indican los responsables de la explotación.

Los propietarios afirman que fueron ellos los que propusieron la realización de las pruebas diagnósticas "al desconfiar de que podían tener la enfermedad", aunque destacan que las reses no serán tratadas como en la mayoría de los casos. Las pruebas definitivas fueron remitidas desde un laboratorio madrileño a la Xunta, que contrasta las analíticas que se realizan en el centro que la Consellería de Medio Rural tiene en Lugo.

"Las vacas están perfectamente, no tienen ningún problema, por lo que no creemos que sea necesario aplicarles un tratamiento", afirman, a la vez que reiteran que los ejemplares habían sido incluidos dentro de la campaña de detección de esta enfermedad, promovida por Medio Rural.

Los ganaderos destacan además que el resto de las reses no padece la enfermedad, aunque el protocolo habitual en estos casos indica que se debe desinfectar la totalidad del establo para prevenir posibles contagios de esta patología, transmitida por un insecto y que no suele sobrevivir a las bajas temperaturas.

La explotación silledense fue visitada ayer por un veterinario para cumplir con la normativa vigente que establece, según Medio Rural, que no se puedan trasladar los animales de las granjas hasta que se pueda determinar que no hay riesgos de contagio.

Cabe reseñar que la Xunta no obliga al sacrificio de los animales que hayan nacido en granjas de la comunidad autónoma, aunque sí lo establece para el resto de los ejemplares importados desde otros puntos de Europa.

De hecho, la lengua azul no suele provocar la muerte de los rumiantes, salvo en casos excepcionales, aunque sí provoca una patología que debe ser tratado por un veterinario mediante antibióticos y otros medicamentos para paliar los efectos de la enfermedad.

El cuadro que suelen presentar las reses consiste en una notable pérdida de peso, fiebres demasiado altas, heridas en la cavidad bucal; algo que puede desencadenar en que el ejemplar nunca se recupere y, en algún caso, los propietarios opten por sacrificarlo.

Medio Rural realiza dos campañas simultáneas, una de vacunación y otra de detección, en las que se actúa de inmediato en los casos sospechosos, al margen de los controles rutinarios.

La presencia de esta enfermedad en Galicia se confirmó el pasado 23 de septiembre, cuando el departamento dirigido por Alfredo Suárez Canal ratificó que había nueve animales afectados en ocho explotaciones de los municipios lucenses de Lourenzá, A Pontenova y Barreiros. En ese momento, anunció también sus "sospechas" de que otras siete granjas de esta provincia pudiesen contar con nuevas reses afectadas. Posteriormente los casos de fiebre catarral ovina se detectaron también en la provincia de A Coruña y en la de Ourense.