El presidente Emilio Pérez Touriño advirtió ayer al titular del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, que la Xunta "no renuncia" a la Ley de Dependencia, y "no hace, ni hará, concesiones". Touriño añadió que "ante los derechos de los ciudadanos no caben ni ambigüedades ni demoras". Estas palabras marcaron el discurso del presidente autonómico en A Véspera, un acto que tenía, precisamente, como protagonistas a los colectivos que ayudan a personas dependientes y que se celebró un día después de que el Ministerio de Educación y Asuntos Sociales anunciara recortes presupuestarios para la aplicación de esta norma, en plena crisis económica.

Al pie de una gran bandera gallega, Touriño se comprometió a que al menos su Ejecutivo "reforzará y redoblará los esfuerzos para la implantación" de la Ley de Dependencia, una normativa que establece ayudas para las personas que no pueden valerse por sí mismas. El gobernante gallego no aludió expresamente a Zapatero ni al Ejecutivo central, pero todos los asistentes pudieron entender que estaba lanzando un mensaje a Madrid.

El dirigente autonómico garantizó que "instará a todas las administraciones a implicarse con la mayor diligencia, colaboración y cooperación" en la puesta en marcha de la ley. Touriño coincidió con el vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana, que un día antes criticaba la falta de compromiso del Ejecutivo central.

A Véspera es la celebración con la que el Gobierno del PSdeG pretende abrir la residencia oficial del presidente al público y que el titular de la Xunta entre en contacto con el ciudadano de a pie, y a ella acudieron ayer representantes de 175 asociaciones implicadas en el cuidado de personas que carecen de autonomía. La sorpresa del acto se produjo cuando la actriz Sara Casasnovas se quitó el blusón durante la lectura de un poema de Lois Pereiro.

La queja de la jornada fue la difícil accesibilidad a la residencia de Monte Pío. Las personas que se desplazan en silla de ruedas y las que precisan la ayuda de bastones o muletas para andar tuvieron que dar un gran rodeo al jardín -al igual que los demás asistentes-, por un camino adoquinado y, por tanto, de superficie irregular, lo que para el presidente de la Unidad de Parapléjicos de A Coruña, Pepe Méndez, fue un "auténtico suplicio". La vuelta fue algo mejor, ya que pudieron hacerla en una furgoneta.