La aspiración no es nueva. El potencial energético de Galicia se plasmó allá por el 1940, con el nacimiento de Fuerzas Eléctricas del Noroeste. El germen de Unión Fenosa, nacida de manos del Banco Pastor, que se ha ido haciendo menos gallega conforme crecía. Primero, con su fusión con la madrileña Unión Eléctrica. Y después, con su salida a Bolsa, que inundó la compañía de nuevo capital para financiar su expansión. Fuera quien fuera su dueño, el propietario del paquete mayoritario de acciones que daba el control de la sociedad, siempre con guiños a Galicia, por la cantidad de recursos que todavía sigue explotando en la comunidad, donde mantiene una sede corporativa. Las decisiones, eso sí, se toman en Madrid.

Y en septiembre se rozó el "milagro". La ansiada "regalleguización" del grupo, que tanto deseaba el bipartito de la Xunta para tener un estandarte a su política energética convertida en una nueva arma para "hacer país". El dueño de Inditex, Amancio Ortega; el de Construcciones San José, Jacinto Rey; y el entonces director general de Caixanova y hoy presidente, Julio Fernández Gayoso, daban la campanada: había un trato con Emilio Botín para comprarle al Santander su 22% del capital de Unión Fenosa. La eléctrica se acostaba con la vuelta a los orígenes y se levantaba con una foto de Florentino Pérez, presidente de ACS, y de Botín, con un nuevo acuerdo multimillonario -2.219 millones de euros, a razón de 33 euros por título, un 24,3% por encima de su cotización- que hacía polvo en cuestión de horas el aspirado objetivo del gran grupo energético gallego.