Tan apetecible es el negocio eólico, una de las patas del futuro energético de Galicia -que aspira a saciar el 95% del consumo de electricidad de los hogares y las empresas con las renovables-, que casi ninguno de los grandes nombres de la economía de la comunidad se resistió a participar en el reparto para la potencia a instalar hasta 2012. Los Jove, los Ortega, los Tojeiro, los Rey... Los empresarios artífices del made in Galicia quieren una porción del pastel del viento con propuestas muy fuertes apoyadas en sus fortunas, convirtiéndose en los protagonistas de un concurso al que también se presentan las muchas compañías que ya operan en el sector y que explotan desde hace más de una década los parques de aerogeneradores. Por eso, las operadoras tradicionales no disimulan su malestar con el segundo plano en el que han quedado en la convocatoria histórica de la Consellería de Innovación. Ellas se apoyan en la experiencia que tienen; sus adversarios, en que por fin llega el ansiado capital gallego para "hacer país" con una de las actividades con más perspectiva de futuro. Los 2.325 megavatios (MW) que salen a subasta abren una guerra en la que, en el fondo, todos compiten con todos.

Tardaremos todavía unos días en saber exactamente cuántos grupos han entregado una solicitud y cuántas peticiones se han hecho. El conselleiro de Innovación, Fernando Blanco, hablaba ayer de una participación "masiva", como se esperaba. Probablemente al comienzo de la semana que viene su departamento tendrá más datos. Lo que es seguro a estas alturas, como confirmó el propio Blanco, es que "al menos" una veintena de nuevos promotores buscan un hueco en el sector.

Manuel Jove, ex presidente de Fadesa y en la cúpula ahora de un consorcio internacional bautizado como Inveravante -con participaciones empresariales, inversiones inmobiliarias y energéticas y presencia también en el negocio del vino y la gastronomía- está presente hasta en cuatro alianzas. Con Epifanio Campo (Nueva Cerámica) y Jacinto Rey (Construcciones San José). Juntos han creado Inveravan, que pone sobre la mesa como proyecto industrial -premiado hasta con 30 puntos en el baremo de concesión- el traslado de Ence de Pontevedra y el cierre del ciclo de papel, una vieja aspiración de la industria papelera gallega.

Desde la Xunta aseguran que ésta es una de las grandes iniciativas que podrían salir adelante al amparo del concurso eólico, pero que "hay más". Banco Pastor -que también tiene una petición a medias con el empresario coruñés- se da la mano con la multinacional Gas Natural y Alen Ingeniería con un ambicioso proyecto gasístico para aquellas zonas de la comunidad, sobre todo las rurales y de pequeño tamaño, en las que este tipo de hidrocarburo no llega porque comercialmente no acaban de ser rentables.

Dos líderes del sector alimentario en Galicia -Roberto Tojeiro, de Gadisa, y Manuel Gómez Franqueira, de Coren- concurren junto José Luis Suárez, responsable de la constructora Copasa, con un plan industrial para "seguir impulsando el sector agroalimentario". Se ha hablado también mucho en los últimos días de una propuesta ligada a la aeronáutica, que, según varias fuentes consultadas, "es más un proyecto que una posible realidad".

En todo caso, fuentes que conocen algunos de estos proyectos, que incluso han colaborado en su diseño, señalan la importancia de que haya "dinero gallego" y "vocación de permanencia" en el tejido empresarial de la comunidad. "Dos pájaros de un tiro", señala el responsable de una de las empresas que optan al concurso.

Del otro lado

De los casi 3.000 MW de potencia eólica que a comienzos de este año tenía Galicia en funcionamiento, la mayoría, 2.414,92, están en manos de los grupos empresariales que forman la patronal del sector en Galicia. Firmas, todas, centradas en la explotación energética o en la industria de componentes. Gamesa, la líder en instalación en la comunidad, ECYR, Eurovento, Acciona, Easa o las filiales para energías renovables de Fenosa y Endesa, entre ellas. Ni las compañías ni la asociación que le agrupa, hablan. No dan su opinión sobre lo que el decreto eólico ha dado hasta ahora de sí, pero algunos de los promotores reconocen que se sienten "perplejos" y "discriminados, de alguna manera".

A su favor juega uno de los principales criterios que contempla el decreto y la orden que regulan el concurso, con el que el Gobierno gallego quiere tener en los próximos cuatro años un total de 6.500 MW ya autorizados, lo que supondría triplicar la potencia en funcionamiento actualmente. La repotenciación de las instalaciones -es decir, aprovechar los parques existentes con aerogeneradores de mayor capacidad de producción eléctrica para evitar la construcción de nuevos recintos, con el correspondiente impacto medioambiental y visual-, con un extra de puntos en el reparto, está al alcance sólo de las firmas que estén ya operando en el mercado.