Uno de los principales caballos de batalla de la Dirección Xeral de Turismo esta legislatura ha sido la persecución de los establecimientos clandestinos, un fenómeno minoritario pero al que los inspectores han dedicado muchos esfuerzos por el daño que supone para la imagen del sector.

En el último año, cinco locales dedicados a la hostelería y a la restauración fueron clausurados por orden de la Consellería de Innovación.

El último de estos cierres se produjo a principios de abril en Santiago, donde Turismo clausuró un restaurante tras varios años abierto sin licencia y haciéndole "competencia desleal" al resto de locales de hostelería. Ya en 2007, la Xunta decretó el cierre de dos campings en Sanxenxo y Cangas, en Pontevedra, un hotel en Santiago y otro restaurante también situado en la capital gallega.