Francisco Caldas vivió desde los 5 a los 15 años con sus tíos María, José y Francisco Caldas Rodríguez, en la localidad ourensana de Mexide (Bande), ya que sus padres emigraran a Venezuela. "Lo siento como si me mataran a un hijo. Siento un dolor muy profundo por esta muerte", se lamentaba ayer María Caldas. "Era muy trabajador. Cogía una guadaña y segaba la hierba. Lo hacía todo bien. Su hermano, que también se encuentra en Venezuela, es diferente", dice.

A los quince años también emigró a Venezuela para reunirse con sus padres. "Venía de vez en cuando con su familia. Ahora ya llevaba nueve años sin visitarnos, por lo que tenía programado un viaje para este año que ya no podrá realizar", lamenta la tía del fallecido.

La comunidad de emigrantes gallegos en Venezuela sufre en sus carnes la violencia de una delincuencia que encuentra en el secuestro su mejor fórmula de expresión. El pasado mes de marzo fallecía Manuel Basteiro, natural de A Estrada. Cuando se disponía a abrir su almacén de material de construcción recibió un tiro en la pierna y se desangró. Más suerte tuvieron en 2007 Alberto Cid, Francisco Muradás y Manuel Negreira. Los tres fueron secuestrados y posteriormente liberados. Pero Raimundo Reinoso aún permanece en poder de sus captores desde el pasado mes de febrero.